Saturday, May 02, 2009

Los “voceros” de Dios

“Hermanos, hoy les vengo a hablar de la palabra de Dios”, exclamó, tras levantarse de su asiento, la mujer que viajaba hasta el frente del microbús. Su llamado sólo logró captar la atención de los pasajeros por un instante; aunque la mayoría guardó silencio, optó también por simplemente ignorar el mensaje o, de plano, por hacer un esfuerzo a fin de contener su incomodidad con el evangelio no solicitado.
De complexión delgada y tez blanca, vestida de gris, el cabello negro cuidadosamente recogido, la señora afirmó que la sociedad está corrompida. Dijo después que Jesucristo pagó con su vida por los pecados de la humanidad, a pesar de que ésta siempre olvida ese sacrificio.
Por último, y en este punto alzó el dedo inquisidor, advirtió que “la soberbia” es la que mantiene alejada a la gente de Dios y que por eso ella, que ya había recibido la enseñanza, acudía a los pecadores para conducirlos al buen camino.
Más allá de que el creyente que catequiza frente a una multitud, cara a cara o de puerta en puerta ejerce la libertad de religión consagrada en el artículo 24 de la Constitución, me resulta cuando menos cuestionable la presunta superioridad moral de la que se revisten muchos de estos predicadores.
Sean practicantes católicos, cristianos o testigos de Jehová, en los discursos que pronuncian en público o en privado —frecuentemente contra la voluntad de quien escucha— se percibe no poca prepotencia y como mínimo una contradicción: acusan de soberbios a los otros pero, a la vez, se asumen lo suficientemente ejemplares como para conocer la verdad universal y, además, poder transmitirla al mundo. Se ven a sí mismos como depositarios y únicos traductores autorizados de una revelación; se ostentan, en resumen, como voceros de la divinidad.
Atrapados en su propia devoción, estos hombres y mujeres pasan por alto que en el país existen, según datos de la Secretaría de Gobernación, 7 mil 74 asociaciones religiosas. Al soslayar ese hecho no sólo omiten que México es una República diversa sino que, en automático, descalifican la fe o el ateísmo de otros así como la libertad esencial de creer o no creer.
Porque quizá nos ahorraríamos muchas incomodidades, discusiones innecesarias e incluso confrontaciones si todos de veras entendiéramos que la decisión de profesar un credo o no es absolutamente personal, que pertenece al ámbito de lo privado, y que por tanto cualquier intento de imponer un dogma a otro representa una transgresión de su individualidad.
Y dicho esto valga una precisión: aquellos insistentes predicadores con quienes nos topamos en la calle o que llegan hasta nuestras casas constituyen acaso el tipo más inofensivo de estos portavoces de Dios.
El más peligroso, por el contrario, actúa con sigilo pero goza de mayor poder. Es aquel que se mueve entre gobiernos, congresos e instituciones judiciales; es aquel compuesto por el alto clero, políticos y dirigentes de organizaciones civiles; es aquel que busca diseñar políticas públicas desde su cosmovisión y de su moral particulares; es aquel que quiso prohibir el beso en Guanajuato, que únicamente considera “aceptable” a la familia tradicional y que, al llevar a las leyes su oposición al aborto —como ya lo ha conseguido en 11 entidades del país—, niega a las mujeres el derecho a decidir sobre su propio cuerpo.
Esa variedad de voceros celestiales es la que esgrime argumentos oscurantistas y la que constantemente amenaza al Estado laico al igual que a las libertades que de él se derivan. Es, pues, la misma a la que no podemos dejar definir nuestras vidas a partir de sus creencias.

Nota: Este texto aparece hoy en los Dardos de diasiete.com. En El Universal, María Teresa Priego se refiere a otra arista del mismo tema.

8 comments:

Root said...

Buen tema joven!

En primera dejeme decirle que me llama la atención la variedad de personajes que se encuentre ud. en el microbus, más aún que pueda sacar de ellos reflexiones como esta.

La intolerancia es visible en todos los niveles de la sociedad; navegamos con bandera de libertad y propugnando por un respeto que no practicamos.

Tiene razón, aquellos que actúan sigilosamente son los más peligrosos, a las mujeres como las que describe es fácil evadirlas, ignorarlas, hasta hacer comentarios sarcásticos respecto a lo que predican, pero aquellos que ostentan poder, que nos gobiernan y se olvidan del derecho de cada uno a decidir, son de quienes realmente debemos defendernos y a quienes debemos tener constantemente bajo la lupa.

Pero... ¿somos capaces realmente de respetar que el de a lado piense completamente distinto a nosotros? Por que antes de exigir, deberíamos saber predicar con el ejemplo.

Un beso y felicidades principe... ya van dos!

Ruth

Ismael said...

Pues no estoy de acuerdo. La evangelización debe ser considerada también un legítimo derecho. Porque buena parte de ella se hace desde el corazón, por gente honrada y corriente: significa entonces un llamado espiritual genuino y respetable. ¿O acaso transgrede aquél que pretende difundir gozo, aquél que llama a su hermano a vivir por el lado menos sucio del camino?. Hay que recordar que cuando se pretende tener razón en tema teológico lo que uno quiere es que el otro se "salve", no es imponer, es compartir alegría . Y esa pretención nace del amor, sublime amor por el prójimo.

Entiendo tu punto. Y sé que la postura que esgrimes es la "políticamente correcta" en la sociedad actual. Pero te exhorto a que observes con catalejo a ese pueblo piadoso que actúa de acuerdo a la única ley que dejo Jesucristo: "amarse los unos a los otros como yo los he amado". Saludos y afecto.

Mau Torres said...

Ismael:

Agradezco el comentario y la defensa de tu punto de vista. Sin embargo, me permito aclarar lo siguiente.

No estoy en contra de la evangelización ni dudo de la buena fe de la personas que la realizan (personalmente me consta). Lo que sí cuestiono, critico y creo que no debería hacerse es la imposición de creencias (que, a decir verdad, me parece que llega a querer disfrazarse de evangelización).

Mi postura no pretende ser la de la corrección política que sólo guarda apariencias, sino aquella que respeta y pide lo mismo.

Por lo demás, insisto en que no tengo problemas con la fe que cada quien desee profesar en el ámbito de lo privado. Pero lo que sí me resulta inaceptable es que esos preceptos religiosos (los que sean) quieren implantarse (también de la manera que sea) en las políticas públicas de un Estado que es laico (dentro de otras razones porque está compuesto por devotos de los más variados credos).

Es inevitable tener puntos de vista diferentes (como en este caso), aunque siempre he creído y valorado que sea posible expresarlos de forma abierta y racional (igualmente, como en este caso).

Nuevamente, gracias por darte una vuelta por acá.

Muchos saludos.

Necio Hutopo said...

Suscribo y suscribo completamente, además...

El único problema, don Mau, es que al tratar estos temas la racionalidad queda lejos, porque argumentar desde el dogma no admite razones... Y siento tener que referirme a un comentario anterior, porque las veces pasadas que lo he hecho se lo toman un poco a mal... Pero es necesario.

Cuál es el lado menos sucio del camino? Qué gozo pretenden compartirme? Si hago caso a lo que sé de la historia y prácticas de la fe (cualquier fe) y la iglesia (cualquier iglesia), paso... A mi que no me inviten.

Ismael said...

Como dije: acepto y entiendo tu punto, es claro y justo...

Lamento la "riña" que ha causado mi no-silencio. Te mando un abarzo

Necio:

1) Son figuras, metáforas, llamados espirituales. Si usted no los comprende, es claro: no compartimos el mismo código, no podemos comunicarnos.

2) ¿La apelación a la racionalidad no es acaso un "dogma" ininteligible?

3) Lamento que su experiencia en estos temas haya sido mala, incluso dolorosa...

4) El proposito de la historia es descubrir la verdad, un hallazgo que debe contribuir al progreso. Debemos avanzar, nunca olvidar.

Elizabeth García said...

Hola, Mau:
Felicidades por la segunda participación en Dardos, segunda de muchas más.
Sólo paso a agradecer tu comentario y desearte como siempre lo mejor.
Excelente inicio de semana.
Un beso.

Necio Hutopo said...

Vale, juro que con esto lo dejo... Pero... pero... La razón es un dogma? Es decir, debemos entonces olvidarnos de la razón para discutir asuntos de fe y espiritualidades (culquiera que sea la visión que de ésta última se tiene)?

Aceptando sin conceder sus metáforas forzadas, Ismael, mis preguntas siguen siendo válidas... Metafóricamente, la fe es uno de los mayores pretextos para asesinar a lo largo de la historia... Estas son sus figuras retóricas? Es éste el lado menos sucio del camino? Es así el gozo que pretende compartir?... Vuelvo a lo mismo; paso, a mi no me invite.

Y no, mi particular experiencia religiosa no ha sido mala... Incluso podría ser calificada de divertida...

Ismael said...

No es la fe la que asesina. Es el hombre que la entiende como instrumento de dominación...