Sunday, July 29, 2007

Consulta Verde genera dudas

Transporte escolar obligatorio para las escuelas privadas, cómo será tratada la basura y que los autos particulares dejen de circular un sábado al mes, entre los puntos que levantan polémica

Participantes en la Consulta Verde, ejercicio en materia de medio ambiente, transporte y agua organizado por el Gobierno del Distrito Federal y coordinado por el Observatorio Ciudadano de la Ciudad de México, manifestaron sus dudas respecto de algunas de las propuestas planteadas en ella, como las referentes a que los vehículos particulares dejen de circular un sábado al mes, al transporte escolar obligatorio para las escuelas particulares y al tratamiento de la basura en la capital.
Mario Orozco, funcionario de la urna ubicada en la sección F de la unidad habitacional Lomas de Plateros —una de las 2 mil instaladas en toda la ciudad—, mencionó que sobre la idea de que los automóviles no circulen un sábado al mes algunas personas expresaron su descontento porque, argumentan, “Ya nos amolaron entre semana y ahora también en fin de semana”.
Asimismo, comentó que otros ciudadanos se mostraron en desacuerdo con que se establezca la obligatoriedad de arborizar las azoteas de los edificios que sean construidos, mientras que en cuanto a que se sustituyan todos los microbuses que circulan en el DF por unidades nuevas antes de 2012, otros más cuestionaron quién va a comprar los vehículos viejos o qué se va a hacer con ellos.
Por su parte, Luis Carlos Arroyo, funcionario a cargo de la urna situada a la salida del Wal-Mart de Plateros, también señaló que algunas personas se pronunciaron en contra de la propuesta de que los autos particulares dejen de circular un sábado al mes, y en lo que toca a que el transporte escolar sea obligatorio para las escuelas privadas del DF, algunos ciudadanos externaron temor por que el precio que impongan los centros educativos pueda ser muy alto.
Luis González, quien participó en la consulta en una de las urnas ubicadas sobre avenida Centenario, consideró que “sí se necesita pulir algunos puntos”. En su opinión, en lo que respecta a la construcción de un centro integral para el manejo de la basura, no queda claro cómo funcionará el reciclaje de los residuos sólidos en la ciudad, cuando debería haber al menos dos plantas recicladoras por delegación y las sanciones para quien no separe los desechos en orgánicos e inorgánicos deberían ser más severas. Sin embargo, aclaró, “aparte de eso, estoy de acuerdo”.
Para Armando Morales, entrevistado afuera de la estación del Metro Barranca del Muerto, “la consulta está diseñada para que digas que sí a todo”, ya que no estar a favor de alguno de los puntos podría interpretarse como una falta de sentido común.
Morales citó como ejemplo la interrogante de si se está de acuerdo o no con que se castigue con más fuerza a quienes invadan predios con valor ambiental. Para él, en primera instancia es fácil responder que sí, pero también hay que considerar que las personas que llegan a esos predios lo hacen porque no tienen dónde vivir. A su juicio, las preguntas no tocan los temas a fondo y las respuestas deberían haber presentado más opciones.

Saturday, July 28, 2007

El Tepozteco [crónica]

TEPOZTLÁN, Morelos.— Un letrero advierte: el recorrido es de 2.5 kilómetros a partir del estacionamiento; el ascenso toma alrededor de 45 minutos a buen paso y sin detenerse. Se trata de la entrada al cerro de El Tepozteco y a la subida que conduce a la pirámide del mismo nombre.
Es viernes después de las 2:00 PM. Por las calles de Tepoztlán circulan, en su mayoría, personas de la localidad y uno que otro turista. Los dos días siguientes, sábado y domingo, explica Rey, un taxista oriundo del pueblo de San Andrés de la Cal, llegarán muchos más visitantes.
El recinto arqueológico tampoco luce a reventar. Sobre el camino que lleva al inicio del ascenso, un empedrado de pendiente suave, varios puestos de ropa, recuerdos, cerveza, micheladas y quesadillas aguardan a la gente que va y a la que ya viene de regreso.
Al final de este trecho comienza la subida: tierra húmeda, piedras y raíces ordenadas a la manera de una escalera zigzagueante rodeada por un verdor infinito. Los xochimilcas, antiguos pobladores del lugar a la postre conquistados por los mexicas, según el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), construyeron esas nivelaciones rellenando la montaña.
Avanzados unos 100 metros —tal vez más, tal vez menos— el corazón siente los primeros efectos de la pendiente. A lo largo del recorrido, el ritmo cardiaco, la transpiración y el cansancio podrán variar de acuerdo con, entre otros factores, la velocidad del paso, la frecuencia y la duración de los descansos, la edad y la condición física.
“¡Ándale, para que aunque sea llegues a la mitad!”, intenta animar una joven a otra mujer de unos 40 años, quizá su madre. Como la dama aludida, otras personas eventualmente optan por hacer un alto y tomar aliento o un poco de agua. La subida se dificulta por el hecho de que en los días anteriores ha estado lloviendo y por tanto algunas piedras se revelan resbalosas.
“¿Cuál cerca, Juan Carlos?”, una muchacha se queja con su novio poco antes de que aparezca una estructura metálica provista de dos escaleras, una para el ascenso y otra para el descenso. Dicho punto anuncia que, a pesar del escepticismo de la chica de Juan Carlos, la tan ansiada cima está próxima.
No más de 30 metros después se alcanza la meta: la cúspide del cerro y la pirámide que José Agustín plasmara en su novela La panza del Tepozteco. A un costado de la taquilla —una mesa sin sillas a la vista sobre la que los empleados despachan los boletos de ingreso a un costo de 34 pesos— una familia de tejones llama la atención de los visitantes, en especial de los niños. Uno de los mustélidos de color café claro es atraído por una mujer que parece ofrecerle comida; sin embargo, el animal, más rápido que la dama, muerde su bolso blanco y sale corriendo.
Otros tejones se acercan al del botín: buscan arrebatárselo y se arma peluda gresca. Quienes observan ríen, menos, por supuesto, la dueña del bolso. Ésta acude con los hombres que atienden la taquilla; les pide: “¿No los pueden asustar? Es que ahí traigo dinero”. Uno de ellos toma un palo de escoba, camina hacia la manada, alza el madero y lanza un golpe sobre el bolso. Al aprensar el objeto contra el suelo con semejante movimiento, los animales huyen espantados: la prenda ha sido recuperada.
Más adelante, dos estadounidenses vienen desde la pirámide. Se detienen, miran de nuevo el templo; uno de ellos, en un español muy claro, comenta: “Vale muchísimo la pena”. Viene de Dallas, Texas, y es la primera ocasión que visita Tepoztlán. A sus 44 años, se confiesa sorprendido de que personas de 60 o 70 años se aventuren a subir. “A ver qué tal está la bajada”, se pregunta sonriente.
En el edificio, un solo juego de escalones angostos concluye en una vista completa de la ciudad morelense, así como en una corriente de aire fresco y en un momento para descansar y retomar energía antes de emprender el camino de regreso.
En ese instante, quien cuenta cree recordar las palabras de uno de los alpinistas entrevistados en la cinta Tocando la cima (Touching the void, Kevin MacDonald, 2003) en el sentido de que la mayoría de los accidentes de montaña ocurren no durante los ascensos, sino mientras se desciende. Y si bien, claro está, El Tepozteco no es el Siula Grande, y si bien la subida ya requirió fuerza de voluntad, la bajada demandará el mismo esfuerzo más el doble de precaución.
Así lo comprueba una senda más húmeda y resbalosa que la hallada al principio, o el llanto de Montse, una niña de unos tres años, o las precauciones de su madre, o que el personal de la zona se muestre alerta en cuanto empieza a llover, o que, casi de vuelta en el punto de partida, de una ambulancia salgan dos hombres en dirección al cerro cargando una camilla vacía.
Final del recorrido. La lluvia arrecia. La gente se resguarda del agua debajo de los puestos. Las señoras que venden quesadillas ya no tienen que esperar a sus clientes. Atrás ha quedado la pirámide, al igual que la imagen de la joven que a sólo un cuarto de camino preguntó si faltaba mucho, o la de los dos o tres que emprendieron la aventura con vaso de cerveza —de litro— en mano, y aunque las piernas resientan el cansancio o hasta tiemblen, queda la satisfacción de haber superado el reto. Atrás ha quedado El Tepozteco.

Tuesday, July 24, 2007

Con el narcomenudeo, “mejor no meterse” [crónica]

Barrio Norte, en la delegación Álvaro Obregón, es una de las colonias con mayor venta de droga en el DF

Ubicada a un costado de la primera sección del Olivar del Conde, frente a la avenida Alta Tensión, en la delegación Álvaro Obregón, la colonia Barrio Norte es uno de los puntos en la demarcación y en todo el Distrito Federal donde se registra una mayor venta de droga al menudeo.
Así lo confirma el oficial Carlos Rodríguez, quien ha estado al frente de algunos de los dispositivos de seguridad desplegados por el gobierno delegacional. Indica que otros de los sitios donde se ha detectado el narcomenudeo son Lomas de Becerra y Las Golondrinas.
“Aquí no es Barrio Norte”, enfatiza la señora Franco, vecina del Olivar del Conde. Dice ignorar si en esa colonia se venden estupefacientes porque “casi no voy para allá”. Explica que las calles de Barrio Norte no le gustan, puesto que “están muy empinadas” y, aparte, ella transita más hacia el rumbo de Mixcoac.
Dentro de los límites de Barrio Norte se observa que, en efecto, la inclinación de algunas de las calles es notoria; la mayoría, asimismo, es tan estrecha que sólo permite el paso de un vehículo. Los negocios que más abundan son las tiendas de abarrotes. Hacia las 5 PM, afuera de una de ellas unos hombres beben cerveza; en otra esquina, unos niños juegan con un balón.
Cesáreo López lleva más de 30 años viviendo en Barrio Norte. Trabaja colocando instalaciones eléctricas e hidráulicas, y debido a su oficio, asegura, ha recorrido toda la ciudad. Sobre el narcomenudeo en Barrio Norte, considera que es “una cosa normal”, algo que ocurre “en todos lados”, por ejemplo, en delegaciones como Iztapalapa y Cuajimalpa.
Por otra parte, reconoce que es posible que para él no resulte insegura la colonia donde vive porque es “de ahí”, ya conoce a la gente, sabe por cuáles calles andar y por cuáles no, así como que mientras no se meta con quienes cometen delitos no tendrá inconvenientes. “No vale la pena meterse en problemas”, concluye.
El señor López considera que quienes venden droga lo hacen porque quieren obtener “dinero fácil”, pero en realidad pierden más de lo que ganan. Comenta también que, por lo que le han platicado, el narcótico más vendido y consumido en la zona es la piedra (crack).
Acerca de la presencia de agentes de seguridad pública, explica que la ha habido “desde el gobierno anterior”. Sin embargo, aclara, por lo general los policías únicamente “hacen su rondín”; sólo acuden a Barrio Norte en mayor número “cuando hay algo más grande”. Agrega que quienes se dedican a la venta de droga “ya conocen su negocio”, saben cómo librar la vigilancia y, finalmente, “mientras haya consumidores no podrá acabarse con el problema”.

Sunday, July 15, 2007

Los mensajes de una explosión

Las recientes explosiones en ductos de Petróleos Mexicanos —una ocurrida la madrugada del jueves 5 de julio y la otra la madrugada del martes 10— han acaparado, y con razón, la atención de actores políticos, medios de comunicación y opinión pública. Aunque hasta el momento no han ocasionado la pérdida de vidas, se calcula que, desde el punto de vista económico, los ataques en Guanajuato y Querétaro alcanzarán un impacto nunca antes registrado con motivo de acciones de esa índole.
Datos de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), por ejemplo, estiman que mil 500 empresas en cuatro estados —como Nissan, Ideal Standard y Vitro—, así como 80 mil usuarios residenciales, han sido afectados por el desabasto de gas natural, lo que implica una pérdida de alrededor de 100 millones de pesos diarios.
Sin embargo, antes de lanzarnos a señalar culpables y sacar conjeturas, creo que vale la pena detenernos a interpretar qué nos dicen esos hechos del momento actual mundial y nacional, lo mismo que a proyectar perspectivas a futuro.
Como es lógico, la primera pregunta que surgió fue quién había cometido los ataques. La versión hasta ahora conocida es que el Ejército Popular Revolucionario (EPR), aparecido públicamente por primera vez el 28 de junio de 1996 en Aguas Blancas, Guerrero, reivindicó los atentados por medio de un comunicado. Empero, por principio de cuentas, bien haría el gobierno federal en verificar la autenticidad del documento y en comprobar si en verdad el EPR fue quien provocó las explosiones. Asimismo, bien harán los periodistas en constatar que los informes oficiales se correspondan con la realidad.
¿Por qué enfatizar en la importancia de corroborar o desmentir la implicación del EPR en estos sucesos? No olvidemos que apenas en febrero se supo de amenazas de la red terrorista Al-Qaeda contra países que proveen de petróleo a Estados Unidos, entre ellos Venezuela, Canadá y México. Y si bien tampoco logró asentarse al 100% la veracidad de esas comunicaciones, en un contexto en el que el miedo y la violencia son dos de los fenómenos más globalizados, resultaría ingenuo —no digamos irresponsable— desdeñar la posibilidad de un atentado terrorista de gran envergadura.
Por otro lado, además, sin caer en un exceso de suspicacias, pienso que no tendríamos razón para descartar de tajo la existencia de otro grupo interesado en atacar instalaciones de Pemex o, incluso, la tesis de un autoatentado. En resumen, hasta no comprobarse la participación del EPR, también sería posible hablar tanto de un enemigo externo como de uno interno por ahora desconocido.
Llegados a este punto, veamos qué más nos dicen estos sucesos. Si, por citar el caso, los ataques provinieron de un elemento ajeno al gobierno —el EPR, otro grupo armado nacional, una célula terrorista internacional—, la relativa facilidad con que fueron cometidos evidenciaría las carencias de los sistemas de inteligencia y seguridad del país. En su columna de este viernes (http://www.eluniversal.com.mx/columnas/66193.html), por ejemplo, Raymundo Riva Palacio criticó la labor del director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), Guillermo Valdés.
Igualmente, como señala Don Hamilton en un artículo publicado en la revista Foreign Affairs, esta situación haría notar que para los grupos interesados en desestabilizar un gobierno o a toda una nación, la infraestructura energética —petróleo, gas, electricidad—, por sus muchas relaciones con los ámbitos económico-industriales y con la vida diaria de la población, es un blanco clave.
Ahora, planteando el caso específico de que el EPR u otra agrupación nacional fuera la causante de los ataques no sólo en demanda de que les sean devueltos dos de sus integrantes, sino en protesta por las condiciones políticas, económicas y sociales de México, y como anuncio del estallido de una confrontación mayor, se reviviría el debate de si son o no las armas la única vía hacia una revolución que busque justicia para el pueblo.
Y más allá de la respuesta de cada quien, sin justificar las explosiones, pienso que lo que debe destacarse es que hoy, como en los 60 y 70, época en que surgió la guerrilla en México, existen graves condiciones de desigualdad que originan un descontento cuya expresión límite es el levantamiento de grupos armados que se rebelan contra el Estado.
En ese sentido, coincido con quienes rechazan la violencia como motor de cambio social y opinan que algo como una guerra civil no es algo deseable. Me parece no obstante que en tanto sigan imperando las circunstancias que, por citar sólo un hecho, tienen a 40 millones de mexicanos sumidos en la pobreza —de acuerdo con datos conservadores—, no será improbable que aparezcan más manifestaciones de inconformidad, hartazgo y protesta, es decir, desde las colectas de firmas, movilizaciones y otras acciones cívico-políticas, hasta nuevos ataques a instalaciones de Pemex u otras y, por qué no, el intento de alguna sublevación. Ojalá quienes dirigen este país lo tomen en cuenta.

P.D. Sin un orden en particular, gracias a Martha Álvarez, Omar Astorga, Feliciano Hernández y Mario Stalin Rodríguez por la información y sus comentarios en torno a este caso. Agradezco también a Erika Martínez por siempre leerme y alentarme a escribir.

Friday, July 06, 2007

Adultos mayores en busca de empleo [crónica]

Algunos van de traje; otros, de gorra, pants o hasta con delantal. Muchos usan lentes; otros tantos, bastón o andadera. Hay quienes llevan portafolios, bolsa de mano o carpeta con sus documentos y solicitudes. La mayoría, hombres y mujeres, ya pinta canas.
Son los cientos de asistentes a la Expo Feria del Empleo organizada por el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam) en los salones Olmeca del World Trade Center (WTC), donde encontrarán, de acuerdo con la dependencia, 4 mil ofertas de trabajo: 3 mil plazas fijas, 800 por comisión y 200 como empacadores voluntarios. También habrá consulta médica, muestras de artesanías, presentaciones de grupos de baile —integrados también por adultos mayores—, conferencias y asistencia jurídica.
Félix Guerrero, pensionado de 61 años, llegó al WTC alrededor de las 8:30 am, antes de que fuera inaugurada la expo feria. Cerca las 11:00 camina por la calle de Texas rumbo a Patriotismo. Se dirige a Metro San Joaquín en busca de un puesto como vigilante del que acaba de enterarse. “Está interesante”, comenta sobre el acto. “Nos dan asesoría, hay mucha gente, algunos nos salimos, es que los empleos están escasos”.
Relata que “anda de comerciante”, y aunque su ideal sería encontrar trabajo como mensajero, tiene la esperanza de obtener la plaza como vigilante porque, según la información, la contratación es “inmediata”. Además, familiares y amigos ya le han ofrecido empleo, pero terminan diciéndole “luego te resuelvo”.
A la entrada principal de la expo feria, cantidad de adultos mayores hace fila para registrarse y poder acceder. Les preguntan de qué delegación o municipio vienen y qué tipo de empleo buscan.
María de Jesús Gómez, de 72 años, es una de los 8.6 millones de personas en todo el país que, de acuerdo con el Inapam, tienen 60 años o más. Por su parte, datos del Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática (INEGI) de 2005 señalan que esa cifra equivale a alrededor de 8.2% de la población nacional. Casi un millón, aproximadamente 955 mil, habita en el Distrito Federal.
La señora María de Jesús supo del acto gracias a un anuncio en la radio. Ha viajado desde ciudad Nezahualcóyotl. Debido a su edad y a su estado de salud, desea conseguir un empleo “que no sea muy pesado” y, de preferencia, de medio tiempo. Acepta que, por su preparación, no podría ser recepcionista; quiere, “más bien, algo de intendencia”.
Al interior de los salones Olmeca, los estantes con artesanías son de los menos visitados. En contraparte, la gente se agolpa en los de Wal-Mart México, Manpower, Gigante, Afore Banamex, el Gobierno del DF, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social o el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
En este último ofrecen exámenes médicos. Rigoberto López Quezada, profesor de periodismo en la UNAM y ex reportero, aguarda a que le revisen el colesterol. Por lo que sabe —comenta—, 90% de las plazas que se ofrecen son trabajos para realizar ventas, por comisión, sin sueldo base. “Mucha gente está desesperada”, concluye.
En contraste, a sólo unos pasos de ahí, frente al estante de la empresa Burger King, una mujer responde entusiasmada a la joven que la entrevista: “Tengo mis nietos, pero no me siento grande. Busco un trabajo de lo que sea. A mí me gusta la cocina, y eso fue lo que pedí”.
Hacia medio día, más adultos mayores, solos o acompañados, siguen llegando al WTC. La gente de prensa del Inapam calcula recibir entre 5 mil y 10 mil personas a lo largo del día.
Algunos de los presentes lucen animados, ya sea por la oportunidad de encontrar trabajo, de recibir atención médica, de ver o de participar en algún bailable o incluso de recibir tratamiento de belleza en estantes como el de la estética Jocelyn. Otros, en cambio, reflejan seriedad, tristeza, preocupación, angustia, quizá por la necesidad, por impotencia o por simple soledad. Todos ellos, sin embargo, y a pesar de las diferencias, parecen querer dar un verdadero sentido al concepto de “adultos en plenitud”.

AGRADECIMIENTO
En atención a Sara Pantoja, quien pudiendo sentir invadida su orden de trabajo, por el contrario, me invitó a colaborar en la elaboración de la nota que se publicó este viernes en la sección DF de El Universal. Si alguien desea verla, puede consultar la página 3... o bien dar clic en este link: http://www.eluniversal.com.mx/ciudad/85237.html. Saludos.

Wednesday, July 04, 2007

Resolver el problema de la basura en el DF, “trabajo en equipo”: Irma Rosas

Coordinadora del Programa Universitario del Medio Ambiente afirma que la ciudadanía debe “crear conciencia”; las autoridades, invertir en ciencia y tecnología para mejorar el tratamiento de los residuos

Para empezar a solucionar el problema de la basura en el Distrito Federal, ciudadanía y gobierno deben “hacer equipo”, afirmó Irma Rosas, doctora en Ciencias Biológicas Ambientales y coordinadora del Programa Universitario del Medio Ambiente (PUMA) de la UNAM.
Rosas explicó que los ciudadanos debemos “crear conciencia” de la importancia de separar los residuos en orgánicos e inorgánicos, así como de reducir su volumen, mientras que las autoridades deben invertir en ciencia y tecnología para mejorar el tratamiento de los desechos, con el propósito de que la mayor parte de éstos se reciclen o sean aprovechados de otra manera y no sólo terminen en un relleno sanitario.
En entrevista telefónica relató que en 2003, cuando fue publicada la Ley de Residuos Sólidos del DF, la comunidad que estudia el medio ambiente estuvo a la expectativa de si con esta legislación sería posible que cada vez menos basura terminara en el Bordo Poniente, el tiradero donde se calcula que diariamente van a parar las 12 mil toneladas de desechos que se generan en la capital.
Esto no se ha logrado —opinó— porque no ha habido la suficiente inversión en la materia y porque “el manejo de los residuos se hizo tan añejo socialmente que no es fácil desmembrar esa actividad”. Sin embargo, aclaró que “como ciudadanos no perdemos absolutamente nada en separar los residuos”, ejercicio que conduciría a un “cambio de actitud, de costumbres” y daría opciones al gobierno.
Sobre la pregunta de si la aplicación de sanciones a quienes no separan los residuos fomentaría que la gente lo hiciera, Rosas consideró que las autoridades tendrían que efectuar esa acción del modo en que un padre “regaña” a su hijo, es decir, exponiendo las razones de la reprimenda.
Por otra parte, aceptó que “no se puede prescindir de un relleno sanitario”, pero la “meta” es que —dijo—, como ocurre en España, Francia o Japón, la mayor parte de esos productos sean reciclados o empleados como fuentes alternativas de energía. Citó el caso de la pirólisis, proceso en el que la materia orgánica se descompone químicamente al calentarse en ausencia de oxígeno, y que al ser utilizado en el tratamiento de residuos los transforma en carbón, agua y otros líquidos.
A juicio de Rosas, una manera de trabajar para resolver el problema de la basura sería el establecimiento de “comités interdisciplinarios” en los que se unieran la ciencia, la tecnología, la opinión ciudadana y los “tomadores de decisiones”, quienes se encargarían de estudiar, entre otros, los aspectos económicos. Asimismo —añadió—, correspondería a los medios de comunicación difundir la educación ambiental.