Friday, February 27, 2009

El desastre de aferrarse al poder


Zimbabue se convertía en país independiente el 17 abril de 1980. Durante una ceremonia en el estadio Salisbury —relataba John F. Burns para The New York Times—, el príncipe Carlos entregaba el poder de la antigua colonia británica al reverendo Canaan Banana, quien asumiría como presidente.
Otra figura, sin embargo, se llevaría la mayor cantidad de ovaciones: Robert Gabriel Mugabe, el guerrillero que había luchado en favor de la mayoría negra y que recién había sido nombrado primer ministro.
Casi tres décadas después, la inflación en la nación africana rebasa los seis dígitos, el desempleo alcanza a 80% de la población, una epidemia de cólera ha afectado al menos a 70 mil personas y, a pesar de lo anterior, Mugabe sigue al mando.
Internacionalistas como Eugenio Anguiano reparan en la transformación que se ha operado en este personaje. De ser un líder del movimiento independentista que enarboló la bandera de la unidad entre negros y blancos —apunta el académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE)—, el mandatario zimbabuense devino en un megalómano, es decir, en un hombre que, cautivado por el poder y por el culto a sí mismo, ha sabido manejar los hilos necesarios para neutralizar a sus opositores.
Mugabe nació en Kutama, entonces Rodesia del Sur, el 21 de febrero de 1924. Fue maestro de primaria y estudió Letras y Economía en Sudáfrica y Londres, respectivamente.
En 1960 se unió a la guerrilla de la Unión Popular Africana de Zimbabue, que comenzó una batalla contra la administración del premier Ian Smith. Sin el apoyo de Gran Bretaña ni de la comunidad internacional, Smith había implantado un régimen con dominio de la minoría blanca.
Dentro de ese contexto, el descontento entre la mayoría negra se fermentó y tuvo lugar una larga confrontación armada que terminó en 1979, cuando se firmaron acuerdos de paz, se formó un gobierno de transición y se convocó a elecciones para el año siguiente. Una vez reconocida la independencia de la nueva república, Banana ocupó la Presidencia, mientras que Mugabe —considerado un héroe—, el cargo de primer ministro.
No obstante, las disputas no concluyeron ahí. Mugabe presionó hasta hacerse del poder y, ya como jefe del Ejecutivo, promovió una reforma agraria para quitar a los blancos la posesión de sus tierras. Empero, la ineficacia y la poca transparencia en el reparto provocaron que la nación, pese a su enorme potencial agrícola, cayera en la pobreza.
Acciones como ésa, la represión que ha hecho de sus competidores —denominada Gukurahundi en la lengua shona— y lo cuestionado de los comicios a través de los cuales se ha reelegido le han valido sanciones de occidente, particularmente de Estados Unidos y del Reino Unido.
El último de estos episodios ocurrió en las elecciones de 2008. En ellas, aunque los resultados preliminares dieron el triunfo a Morgan Tsvangirai, del Movimiento Democrático de Cambio, el gobierno de Mugabe desconoció los datos y llamó a una segunda ronda de votaciones. Los opositores se negaron a participar bajo el argumento de que recibían amenazas del aparato del Estado y, así, Mugabe declaró su victoria.
A pesar de ello, las críticas internas y externas llegaron al punto de que el mandatario se vio obligado a llamar a Tsvangirai a colaborar con él y nombrarlo primer ministro. Apenas calmadas las aguas de la política, ahora ambos deben enfrentar un alarmante escenario económico y de salubridad pública.
Zimbabue, advierte Anguiano, vive una crisis humanitaria para la que no se observa una salida fácil. Una posibilidad, explica, es que Mugabe, ya débil a sus 85 años, se retire del poder. Otra, que se alce y asuma el mando del país algún grupo integrado por las fuerzas de seguridad en las que ha sustentado su gobierno. La estabilidad, en todo caso, está ausente de cualquier escenario.
En Ébano, su célebre libro sobre África, el periodista polaco Ryszard Kapuscinski escribió: “Nos movemos en un mundo en que la miseria condena a muerte a unos y convierte en monstruos a otros. Las primeras son víctimas, y los segundos, verdugos. No hay nadie más”. La realidad apunta a que los zimbabuenses continuarán padeciendo tal presagio.


Nota: Este perfil fue publicado en el espacio Retratos, de la página 2 de la primera sección de El Universal.

Tuesday, February 24, 2009

Reúnen firmas para exigir que diputados paguen sus impuestos

La agrupación Dejemos de Hacernos Pendejos demanda, con base en los derechos constitucionales de petición y de libre asociación, que los legisladores cumplan con sus obligaciones fiscales


Mil 230 personas han firmado, ya sea en papel o vía electrónica, la petición que el grupo ciudadano Dejemos de Hacernos Pendejos (DHP) planea enviar a la Cámara de Diputados con el propósito de que los legisladores federales expliquen a través de qué mecanismo les fueron devueltos los impuestos que debían pagar de su aguinaldo de 2008.
Este domingo, integrantes de la agrupación instalaron mesas en cinco puntos del DF —las colonias Polanco, del Valle, Condesa, Centro y Jardines del Pedregal—, donde, afirman, se registraron 400 participantes. Asimismo, en la página web de DHP, en la que continuará la recopilación de firmas hasta el próximo 1 de marzo, se sumaron al movimiento 800 adeptos más.
La demanda de este grupo surge de notas periodísticas publicadas por diarios como El Universal el pasado 11 de diciembre.
En la
edición de ese día el rotativo dio a conocer que a los 500 diputados les sería restituido el gravamen sobre su aguinaldo, es decir, 38 mil 899 pesos, mediante compensaciones asignadas a cada fracción parlamentaria. De esa forma, la gratificación íntegra que recibió cada legislador ascendió a 101 mil 604 pesos, en tanto que su sueldo mensual es de 152 mil pesos.
Así, con base en los artículos octavo y 35 constitucionales —que consagran los derechos de petición y de libre asociación para tomar parte en los asuntos políticos—, DHP exige que los miembros de San Lázaro informen cuál fue el mecanismo por el que “han sido recuperados de los impuestos sobre su aguinaldo correspondiente a 2008, por medio de diversas figuras y posiblemente a cargo de las subvenciones con las que cuenta la Cámara (...) y cuyo monto asciende aproximadamente a 500 millones de pesos”.
Otras de las peticiones del grupo son que se revoque la decisión por la cual los diputados han sido recuperados de esos gravámenes, que los coordinadores de los grupos parlamentarios comprueben y justifiquen los gastos de los fondos que hayan recibido y, finalmente, que se proceda por la vía penal si se considera que en esta acción se cometió algún delito.
“Simplemente les pedimos que aclaren el punto y, si les regresaron los impuestos, que los paguen”, señaló Jorge Raúl Nahum, uno de los representantes de DHP.
En entrevista, relató que el movimiento surgió “hace más o menos un año”, cuando grupos de compañeros en la red social Facebook empezaron a expresar preocupación por temas como los secuestros, los robos o la política: “Hasta que en los comentarios surge la cuestión: ‘Sabemos que México está mal, pero ninguno hacemos nada’”.
De ese modo, dijo Nahum, DHP nació ante la conciencia de que “México no está bien” y con la filosofía de que “ya estoy harto de que me veas la cara, de que me engañes”.
“Queremos que sean miles de mexicanos, para que los diputados sepan que no estamos de acuerdo en que todos paguemos y ellos se regresen los impuestos, (aun) con las sumas millonarias que se manejan en el Congreso”, expuso.
Agregó que esta es la primera acción ciudadana que emprende la agrupación y que la meta inicial es juntar 5 mil firmas —el número de personas registradas en la página electrónica de DHP—, “aunque ojalá sean 20 mil”.
Respecto de qué tanta posibilidad existe de que la gente muestre la actitud para ir de la queja a la acción, Nahum respondió: “Estoy convencido de que estamos dispuestos a actuar. Prueba de ello es que llevamos aquí (en el parque Abraham Lincoln, en Polanco) sólo un momento y ya reunimos 100 firmas. Tenemos los elementos jurídicos, personales y sociales para hacerlo”.
Después del proceso de recopilación —detalló—, contarán el total de suscritos, establecerán contacto con la Cámara de Diputados y llevarán la
petición por escrito “a más tardar la segunda semana de marzo”. Reconoció, por último, que aún no han pensado en otro tema concreto sobre el cual manifestarse, pero “el que tenga una idea que haga frente a las acciones que afecten a los mexicanos, adelante; esta es una huerta de ideas”.


Nota: Este texto aparece hoy en e-joven.

Sunday, February 22, 2009

Una musa que huele a Madrid



Musa de cineastas tan influyentes como el español Pedro Almodóvar o el estadounidense Woody Allen, y uno de los rostros ibéricos más conocidos en todo el orbe, Penélope Cruz está nominada a un Oscar en la categoría Mejor Actriz de Reparto por su rol en la cinta Vicky Cristina Barcelona.
Pe, como la llaman algunos de sus fans, por segunda ocasión es candidata a recibir un premio de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood. En 2007, gracias a su trabajo en el filme Volver, compitió con Meryl Streep, Judi Dench, Kate Winslet y Helen Mirren por la mejor interpretación femenina. Al final, Mirren ganó, pero Cruz se convirtió en la primera estrella española en aspirar a la estatuilla.
Ahora, rumbo a la edición 81 de la ceremonia, comparte la nominación con Amy Adams, Viola Davis, Taraji P. Henson y Marisa Tomei, y ya recibió el apoyo de su compatriota Antonio Banderas, quien recientemente afirmó jovial: “Voy a saltar de alegría cuando se pronuncie su nombre, Dios mediante”.
Para Luis Carrasco García, coordinador editorial de la revista de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica y del Videograma (Canacine), la actriz, quien nació en Alcobendas, Madrid, el 28 de abril de 1974, no tiene muchas posibilidades de hacerse del Oscar, debido principalmente a la fortaleza de sus rivales. Sin embargo, tampoco descarta una sorpresa: “Todo depende del humor de la Academia”.
Cruz, a decir del también analista de medios, reúne tres cualidades: belleza, capacidad histriónica —aclara, sin llegar a ser una excelente intérprete como Carmen Maura o Victoria Abril— y habilidad para haber sabido relacionarse en el ambiente del cine.
Según cuenta María A. Sopeña Font en el sitio www.webpenelope.com/, después de ver ¡Átame!, de Almodóvar, en 1989, Pe decidió dejar sus estudios de bachillerato para dedicarse al séptimo arte.
Apoyada por su familia, inició una carrera cuyo primer momento significativo fue su aparición en el video La fuerza del destino, de Mecano. Con ello, además de debutar en la farándula de la mano del popular grupo español, comenzó su noviazgo con el músico Nacho Cano, el primero de varios romances que llegarían a las páginas de sociales.
En 1990 actuó en su primera cinta, El laberinto griego, dirigida por Rafael Alcázar, y dos años más tarde cobraría fama por sus participaciones en Jamón, jamón, de Bigas Luna, y en Bella época, de Fernando Trueba. A partir de ese punto, de acuerdo con Sopeña Font, la madrileña no dejaría de trabajar.
Con Carne trémula (1997) y con Todo sobre mi madre (1999), Cruz cumpliría su sueño de colaborar con Almodóvar. Dentro de esa cadena de éxitos, dos películas le abrirían otros caminos: La niña de tus ojos (1998), de Trueba, la conduciría a un premio Goya, mientras que Abre los ojos (1997), de Alejandro Amenábar, la llevaría hasta Estados Unidos.
Maravillado por la historia, Tom Cruise se empeñó en producir su propia versión de este último filme. Aunque Vanilla Sky resultó un desafortunado remake, una calca gris que carece de la estética de la producción original, para Pe representaría tanto la oportunidad de mostrarse en Hollywood como el arranque de una relación con el superestrella, y mucha, mucha publicidad.
Hi-lo country, All pretty horses, Woman on top, Blow, Gothika y Sahara —durante cuyo rodaje conoció a Matthew McConaughey, otro de sus romances— fueron algunos de sus siguientes trabajos en la llamada Meca del Cine, pero también se mantendría atenta a otros proyectos en Europa. En ese contexto, su amistad con Almodóvar le permitió participar en la aclamada Volver y, en opinión de Luis Carrasco, promover su trayectoria con otros directores, como Woody Allen.
Con apariciones en casi 50 películas, reconocimientos, excelentes relaciones públicas, un noviazgo con el actor Javier Bardem y casi 35 años, la carrera de esta española, en palabras del analista, “tiene mucho futuro”. Sin ir más lejos, su camino podría seguir cosechando triunfos en caso de que, esta misma noche, la actriz de la bella sonrisa logre llevarse consigo un Oscar.



Nota: Este perfil fue publicado hoy en el espacio Retratos de la página 2 de la primera sección de El Universal. La cabeza, en honor a la verdad, no la puse yo, y aunque tampoco me termina de convencer, es mejor que mi propuesta original.

Tuesday, February 17, 2009

Drogas: el Estado ante la legalización

La Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia propuso, en un informe presentado la semana pasada, “rectificar la estrategia” de la guerra antinarcóticos mediante un nuevo paradigma compuesto de cinco iniciativas: tratar el consumo como una cuestión de salud pública, reducirlo a través de campañas de información y prevención, focalizar las acciones contra el crimen organizado, reorientar el combate a los cultivos ilícitos y evaluar la despenalización de la mariguana.
Polémica en sí misma, la idea levantó mayor revuelo porque el organismo que la promueve es copresidido por tres ex mandatarios de la región: el colombiano César Gaviria, el brasileño Fernando Henrique Cardoso y el mexicano Ernesto Zedillo. De hecho, las reacciones al documento quizá hayan girado menos en torno a su contenido que a la aceptación o impopularidad de quienes lo elaboraron.
En todo caso, los señalamientos de la comisión nos recuerdan la gravedad del problema del narcotráfico en el mundo, en América y particularmente en México, así como que el debate acerca de la legalización de las drogas está en la palestra.
De un lado, quienes se oponen a la medida esgrimen los daños a la salud causados por los estupefacientes o que con la despenalización se abriría la puerta de par en par a conductas “indebidas” y, con ello, a la depravación social. Del otro, los partidarios plantean que la mariguana tiene casi los mismos efectos en el cuerpo que el tabaco o el alcohol, que las personas deberían gozar de la libertad para decidir consumir sustancias o no, y que al regular el mercado se restaría fuerza al monopolio ilegal que representan los cárteles.
Por mi parte, coincido con el enfoque libertario de quienes defienden la propuesta y con que lo mínimo que podemos hacer como sociedad es discutir el tema atendiendo argumentos jurídicos, sociales, médicos y científicos, mas no esquemas morales de aquello que está “bien” o de lo que está “mal”.
Sin embargo, considero que, dada la debilidad de las instituciones del país —desde las leyes hasta las policías y el aparato de justicia, pasando por las instancias de salud—, la legalización no es una alternativa para enfrentar ni al consumo ni al narcotráfico. O, para agregar otro matiz, no lo es por ahora ni por sí sola.
Hace algunas semanas, en las páginas del suplemento
Ideas, el siquiatra Gady Zabicky y los politólogos Jorge Javier Romero y Jorge Hernández Tinajero apuntaban al fracaso de 30 años de política prohibicionista impulsada desde Estados Unidos. Afirmaban, como lo hizo Antonio Rosas-Landa este sábado, que mientras los estupefacientes siguen circulando, el vecino del norte emplea un pernicioso doble rasero en materia antinarcóticos porque exige la erradicación al sur de su frontera pero, al mismo tiempo, no frena la demanda en su territorio ni el flujo de armas hacia las organizaciones criminales latinoamericanas.
Frente a ese escenario, Hernández Tinajero contraponía abandonar la prohibición absoluta de las drogas, lo que —aclaraba— “no implica en modo alguno el acceso irrestricto a las mismas, ni mucho menos su promoción; sino regulaciones específicas para cada una de ellas, adecuadas al contexto cultural, económico y de salud que cada una representa en el medio social de sus consumidores”.
De acuerdo. Empero, ¿cuál es la garantía de que una legislación así de compleja sería correctamente diseñada y, más todavía, aplicada? ¿Qué sustancias serían legales y qué otras no? ¿En qué cantidades? ¿Cómo y en qué sitios podrían adquirirse? Por desgracia, no sería la primera ocasión en que un marco jurídico mexicano se cayera en los puntos finos, muy a pesar de sus loables objetivos.
Como segunda objeción, ¿realmente sería posible esperar un debilitamiento sustancial de los cárteles luego de la despenalización? El poder corruptor, económico y de fuego que ostentan me lleva a temer que, en las circunstancias actuales, legalizar el consumo podría equivaler a legalizarle el negocio al narcotráfico.
A mi entender, la legalización de ciertas drogas no debe desecharse por completo ni para siempre, pero antes de trasladarla a la práctica debe debatirse con inteligencia y realismo desde todas sus aristas.
Y, más aún, esa discusión debe ir acompañada del impulso a la prevención del consumo y a la rehabilitación de adicciones, de la búsqueda de estrategias integrales —no sólo armadas— de combate al narcotráfico y, sobre todo, del fortalecimiento o renovación de las instituciones del Estado. La viabilidad de México está en juego.


Nota: Este texto aparece hoy en e-joven.

Saturday, February 14, 2009

Darwin, el observador paciente





Tal vez interesado en alcanzar la mayor precisión posible en sus deducciones o dudoso del impacto que sus propuestas tendrían en la comunidad científica, en la Iglesia y en la sociedad, Charles Darwin tardó más de 20 años en dar a conocer su teoría de la evolución contenida en El origen de las especies.
El afán de observación pausada, de descripción minuciosa y de actuar con cautela y con racionalidad sería una característica fundamental no sólo del gran proyecto de este naturalista inglés, sino un rasgo que definió su vida. Así lo dejaría ver, por ejemplo, en la introducción de su trabajo cumbre, al afirmar: “Este resumen que publico ahora tiene, necesariamente, que ser imperfecto. (…) Nadie puede sentir más que yo la necesidad de publicar después detalladamente, y con referencias, todos los hechos sobre los que se apoyan mis conclusiones, y espero hacerlo en una obra futura”.
Hijo del doctor Robert Waring Darwin y de Susannah Wedgwood, Charles Robert Darwin nació en Shrewsbury, Inglaterra, el 12 de febrero de 1809, exactamente el mismo día que quien se convertiría en el decimosexto presidente de Estados Unidos, Abraham Lincoln. Su madre murió cuando él contaba apenas ocho años de edad y su padre se erigiría en una voz de mucho peso, de la cual en ocasiones tendría que alejarse para poder tomar sus propias decisiones.
En línea con la tradición familiar, empezó a estudiar Medicina en Edimburgo. No obstante, gracias a la influencia de su abuelo, Erasmus Darwin —quien había escrito el libro Zoonomia o las leyes de la vida orgánica—, así como del biólogo Robert Edmond Grant y del académico Jean-Baptiste Lamarck, había cultivado un enorme gusto por la naturaleza que lo llevó a abandonar la carrera de galeno en 1826.
Dos años más tarde inició el curso de Teología en el King’s College de Cambridge. Ahí conoció otras dos figuras que alentarían su vocación por la ciencia: el botánico John Stevens Henslow y el geólogo Adam Sedgwick.
Pronto, en 1831, se presentaría una oportunidad irrepetible. Una expedición científica alrededor del mundo se preparaba para salir y requería cubrir, sin paga, una plaza de naturalista. De tal suerte, luego de ganar el respaldo de su padre y de la acomodada posición económica familiar, el 27 de diciembre el joven Darwin zarpó en el Beagle a un viaje de un lustro que abarcó el océano Atlántico, las costas de Brasil, el estrecho de Magallanes, Chile, Perú, las islas Galápagos, el Pacífico, Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica.
Los datos y los materiales recabados durante ese recorrido se convertirían en la materia prima de la teoría darwinista. A contrapelo de la noción aceptada hasta entonces, es decir, que todas las especies habían sido creadas de una sola vez y que descendían directamente y sin variación de la pareja original, el inglés se preguntaba por qué dos individuos de una misma especie que habitaban lugares distintos poseían, al mismo tiempo, elementos comunes y aspectos que los diferenciaban.
Variabilidad parecía una palabra clave. De vuelta en Gran Bretaña, Darwin se dedicó a criar animales domésticos y plantas y a analizar las modificaciones que surgían de una generación a otra. En ese proceso notó que las variaciones entre los miembros de una especie aparecían por causa del entorno natural.
Por último, con base en la idea de la “lucha por la existencia” expuesta por Thomas Malthus en su Ensayo sobre el principio de población, logró explicar que los cambios se daban naturalmente con el propósito de que los organismos se adaptasen al medio y sobreviviesen. De esa forma, mientras los individuos y las especies más aptas se conservaban, las menos aptas tendían a extinguirse. El científico, para ese momento casado con su prima Emma Wedgwood, hallaba sustento para muchas de sus conjeturas pero, consciente de que cimbrarían la visión creacionista defendida por el poderoso clero, optaría por mantenerlas en la sombra por algunos años.
En 1858, sin embargo, un acontecimiento sacudiría al propio Darwin. Otro naturalista, el joven Alfred Russel Wallace, que realizaba investigaciones en el archipiélago malayo, le envió un manuscrito en el que desarrollaba conclusiones muy similares a las suyas acerca de la evolución de los seres vivos. Movido por ese hecho y aconsejado por sus amigos, Darwin acordó con Wallace leer ambos estudios frente a los integrantes de la Linnean Society a fin de que los dos recibieran crédito por sus respectivos trabajos y, finalmente, decidió dar a conocer su teoría.
Fue así que hace casi 150 años, en noviembre de 1859, El origen de las especies vio la luz. Los mil 500 ejemplares de la primera edición se agotaron en un solo día; el segundo tiraje, de 3 mil volúmenes, en menos de una semana.
Justo como Darwin lo había previsto, la obra despertó críticas. Uno de sus principales detractores fue el arzobispo de Oxford, Samuel Wilberforce, quien vio en los postulados darwinistas un ataque a las enseñanzas bíblicas sobre el origen del mundo y del ser humano. En 1947, empero, la Iglesia católica reconocería el carácter metafórico, no literal, del relato de la creación presente en el Génesis.
Habría también otras malas interpretaciones. Una muy arraigada fue la aseveración de que “el hombre desciende del mono”, cuando lo que se plantea en realidad es que los dos provienen de un antepasado común. Otra más fue la tergiversación del principio de la supervivencia del más apto para justificar la explotación o la existencia de sociedades clasistas. Al respecto, autores como Adrian Desmond y James Moore incluso refutan que el naturalista impulsara algún tipo de “darwinismo social” y aseguran que promovió la igualdad.
Darwin, en todo caso, permaneció alejado de la polémica, continuó laborando a pesar de una enfermedad no diagnosticada y publicó, entre otros, el célebre libro El origen del hombre y la selección sexual (1871).
Murió el 19 de abril de 1882 a los 73 años de edad. A manera de reconocimiento, sus restos fueron enterrados en la abadía de Westminster cerca de la tumba de Isaac Newton y su legado a las ciencias naturales permanece firme. No obstante, a 200 años de su nacimiento, quizá el mejor homenaje que se le pueda ofrecer sea tomar en serio uno de sus últimos apuntes: que todo hombre, aun “con todas sus nobles cualidades”, “con su intelecto, que parece divino”, “sigue cargando en su condición corporal el sello indeleble de su modesto origen”.
Esto es, que todo ser humano no es más que un organismo vivo que habita este planeta y que todos, como especie, podemos adaptarnos al medio respetando el equilibrio ecológico o, de lo contrario, podríamos condenarnos a desaparecer.


Nota: Este texto fue publicado en la página 3 del suplemento Ideas, del diario El Universal de este sábado.

Thursday, February 12, 2009

El rostro cambiante de un típico güegüence





Presidente de Nicaragua por segunda ocasión, Daniel Ortega impulsa como valores de su gobierno “reconciliación y unidad nacional”. Sus críticos, sin embargo, apuntan hacia las contradicciones que exhiben tanto el dirigente como su administración.
En 30 años, comentan, Ortega pasó de guerrillero comunista a extremista católico; su partido, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), arrasó en las elecciones municipales celebradas hacia el cierre de 2008, aunque en el proceso se presentaron numerosas irregularidades y denuncias; por último, pronuncia un discurso antiimperialista, pese a que las donaciones de Estados Unidos y de la Unión Europea resultan fundamentales para las finanzas públicas del país.
Tal mar de discordancias, a decir de José Meléndez, corresponsal de El Universal en Centroamérica, se debe a que este líder encarna un personaje clave en la historia y en la personalidad de Nicaragua: el güegüence, aquel indígena que engañaba al conquistador español asegurándole que haría una cosa pero haciendo otra al final. “Astuto, exagerado, cómico, presumido, suspicaz, cálido, desconfiado, atrevido, burlón de su tragedia y de rostro cambiante”, así define el reportero a esta figura.
El actual mandatario nicaragüense, en ese sentido, “a veces parece que sonríe pero es en burla, parece bondadoso pero es implacable, es el típico güegüence”.
José Daniel Ortega Saavedra nació el 11 de noviembre de 1945 en la localidad de La Libertad, situada en el departamento de Chontales. Desde joven se identificó con el sandinismo, la corriente política latinoamericanista y antiestadounidense que se inspiró en la vida del revolucionario Augusto Nicolás Calderón Sandino, también conocido como Augusto César Sandino (1895-1934).
Estudió en universidades de Managua y Moscú y en 1963 se unió al FSLN, fundado dos años antes por Carlos Fonseca Amador, Santos López y Silvio Mayorga.
Fue opositor del dictador Anastasio Somoza Debayle, quien en 1979 salió del país empujado por la insurrección sandinista. Ese hecho marcó, por un lado, el final de la dinastía Somoza —familia que había gobernado Nicaragua desde 1934—, y por el otro, el final de la guerra civil con el establecimiento de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional. En dicha instancia participaron el escritor Sergio Ramírez, el empresario liberal Luis Alfonso Robelo Callejas y Violeta Barros de Chamorro; no obstante, en 1980, tras la renuncia de los dos últimos, Ortega se convirtió en jefe de Estado de facto.
Convocó y ganó las elecciones de 1984. Así, fue presidente por primera vez de 1985 a 1990, cuando en nuevos comicios perdió ante la propia Barros de Chamorro. Al respecto, el sociólogo francés Gilles Bataillon recién declaró al diario español El País que aceptar esa derrota ha sido “el único acto democrático de Ortega”.
A lo largo de los siguientes años apoyó varias huelgas contra las autoridades hasta que en 2006 consiguió regresar a la Presidencia. En esa carrera fue acompañado por su esposa, Rosario Murillo, quien, además de coordinar el Consejo de Comunicación y Ciudadanía y los Consejos del Poder Ciudadano, es —según Meléndez— una de las “llaves” para entender a este político.
Desde entonces, pese al respaldo de otros mandatarios latinoamericanos como Evo Morales y Hugo Chávez o a triunfos contundentes como los de las pasadas elecciones municipales, el gobierno de Ortega no ha estado exento de escándalos. La acusación de violación por parte de su hijastra, Zoilamérica Narváez, o el acuerdo que impulsó a favor del ex presidente Arnoldo Alemán para liberarlo de señalamientos de corrupción han impactado negativamente en su imagen.
Con una gestión que concluye en 2012 y desde hace tres décadas cerca del poder, es previsible que el líder sandinista —como comenta el corresponsal— desee “avanzar hacia la reforma constitucional para reelegirse al menos en un nuevo periodo de cinco años”. Empero, su descrédito frente a un importante sector de la comunidad internacional y la situación de pobreza y desigualdad en Centroamérica prometen, como mínimo, complicarle tal aspiración.



Nota: Este perfil fue publicado en el espacio Retratos, en la página 2 de la primera sección de El Universal.



Wednesday, February 11, 2009

Mi gratitud ante la vida

Ayer, 10 de febrero, mi existencia llegó al cuarto de siglo. Sin embargo, quise aguardar hasta hoy para expresar en estas líneas lo que la fecha me lleva a sentir.
Dicen que todos tenemos manías. Cierto o no, una de las mías es que no me gusta festejar mi cumpleaños. Aclaro: no es que me desagrade acumular edad; más allá de las malas bromas que juego respecto de “hacerme viejo”, me maravillan las experiencias que el tiempo trae consigo y la posibilidad crecer no sólo en el sentido biológico.
Lo que me repele —por razones que aún no logro explicarme por completo— es la sola idea de una fiesta que gire en torno a mí. Esto, repito, es únicamente una de mis excentricidades; estoy convencido de que cada quien es libre de celebrar su onomástico como mejor le parezca.
Vienen a cuento las anteriores confesiones porque el pasado martes, en toda su sencillez —o, si se prefiere, en toda su aparente falta de emoción—, es un día que voy a recordar. Y lo haré por muchos y muy buenos motivos o, para ser más preciso, por la convivencia y por la comunicación presencial o a distancia que sostuve con mucha gente a la que ahora deseo agradecer.
Comienzo por mi familia: María Silvia y José Mauricio, mis padres; Miriam, mi hermana; Adela, mi abuela; mis tías Claudia y Belinda; mi prima Sonia, que está en León criando a dos niños preciosos. A todos ellos, aun con mi tendencia al desapego, les debo saber qué es un hogar y sentirme recibido en uno, lo cual —me consta— no es poca cosa.
De mis colegas en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y en El Universal agradezco, para decirlo en breve, la complicidad.
Tomo prestado ese término a Lizbeth Hernández, quien recién el lunes me deleitó con otra frase sabia: “Cólmese de vida”. Con ella y con Mario Andrés Landeros he compartido numerosos, muy gratos e ingeniosos intercambios de información que en más de una oportunidad han sido motivados por otra figura entrañable: la profesora Toibe Shoijet.
En el espacio de Ciudad Universitaria, asimismo, compañeros y alumnos me han enriquecido en lo personal y en lo académico. En su momento, tuve el gusto de acompañar en clase a Abril Dávila, Mariana Álvarez, Martín Montero, Lourdes Garduño, Sara Morales, Elizabeth Navarrete, Carolina Valencia, Guillermo de la Vega, Juan Carlos Hernández, Martha Álvarez, Israel Rivera, Beima Suárez, Dolores Flores, Alín Velázquez o Mario Stalin Rodríguez, de quien siempre puedo esperar una crítica sincera y fundamentada a todo lo que escribo.
Igualmente, del otro lado del pizarrón he encontrado presencias que me han hecho conocer, por ejemplo, la responsabilidad de participar en la formación de alguien y la gratificación que ello representa. He hallado educandos, pero también —lo reconozco— gente a la que lastimé y, por fortuna, muchas amistades, desde Juan Carlos Ramírez Pacheco, Samantha Álvarez y Marguil Guzmán, hasta personas con tanta vivacidad como Andrea Samaniego, Joshavel Muñiz o Karina Suárez, pasando por talentos que se desarrollan por sí solos como Itxaro Arteta, Francisco Pazos, Carolina Mojica, José Carlos Barranco, Rebeca Vilchis, Ismael Hernández, Guadalupe Borja, Juan Pablo Mayorga o Fernando Rodríguez.
No ha sido menor mi suerte en Bucareli 8. Apenas ingresé a ésta, ya mi segunda casa, mucho me enseñaron comunicadores emigrados a otro sitio como Olga Carranco, Feliciano Hernández, Omar Astorga, Miguel López Azuara, Alejandra Morón, José Luis Espinosa, Marisela Martínez, Tania Montalvo, Rossana Fuentes-Berain o José Carreño Figueras. Y mucho me siguen mostrando, cada uno a su manera, periodistas como Ana Belén Ortiz, Carlos Zetina, Samuel Ocampo, Esteban Román, Antonio Rosas-Landa, Manolo Patiño o Elena Hernández.
De de mis amistades de tiempo atrás, por último, César Aguirre siempre me ha recordado que el rock es energía en estado puro, mientras que al día de hoy, a pesar de la intermitencia, Yazmín Castillo, Emmanuel González, Benjamín Hernández, Ivonne Santamaría, Diego González, Paola Morales y Erika Martínez me demuestran que cuento con su apoyo incondicional.
Terminado el recuento, concluyo: a todos los citados —y a los varios que no alcanzo a mencionar—, mi gratitud. Por personas como ustedes corroboro que, aunque la adversidad se empeñe en afirmar lo contrario, vale la pena vivir para intentar transformar el mundo que tenemos en un lugar más libre, más justo, mejor. Y eso para mí es mucho más importante que cualquier regalo o cualquier fiesta. Gracias, de veras.

Tuesday, February 10, 2009

Ex rector de Chapingo impulsa programa contra pobreza rural

Alrededor de 20.3 millones de personas que habitan en el campo viven en condiciones precarias; las entidades del sur y del sureste del país son las más afectadas


Para combatir la pobreza rural, en la que vive 82% de los habitantes del campo, es necesario abandonar el “discurso paternalista” postulado por los gobiernos e involucrarse con la gente en la resolución de sus problemas técnicos y de organización, sostuvo Carlos Manuel Castaños, ex rector de la Universidad Autónoma Chapingo.
En entrevista telefónica, el ingeniero agrónomo expuso que se requiere que los egresados de las universidades públicas, las instituciones educativas, las ONG, las fundaciones y sociedad asesoren desinteresadamente a la población campesina, a fin de despertar en ella “la confianza en sus propias capacidades” y de que pueda mejorar su calidad de vida, lograr la autosuficiencia alimentaria y enfrentar la desnutrición infantil.
Con base en estas premisas y luego de la publicación de su libro Desarrollo rural, alternativa campesina —cuyo contenido puede consultarse en la página electrónica http://www.turismopuebla.com/castanos/—, hace seis meses Castaños y un equipo de colaboradores comenzaron a elaborar una propuesta para “rescatar” a los pobres rurales.
El grupo, que hoy consta de 47 integrantes, estudió 19 comunidades de la Sierra norte de Puebla y de la mixteca de Oaxaca, identificó los contratiempos que ahí se padecen y diseñó acciones para encararlos. “Hablando con la gente salió la posibilidad de aplicar un programa operativo”, señaló.
De acuerdo con su testimonio, en esos lugares habitan en promedio 150 personas, de las cuales alrededor de 60% son mujeres, mientras que muchos de los hombres en edad de trabajar emigran en busca de empleo.
Asimismo, una de las conclusiones a las que llegaron con esa investigación es que algunos problemas de los campesinos podrían resolverse con cierta facilidad. Por ello decidieron armar un “paquete tecnológico” que agrupara recomendaciones agronómicas y fitosanitarias susceptibles de llevarse a la práctica de manera inmediata, y que permitieran a las familias producir sus propios alimentos, insumos y forrajes para los animales domésticos.
Castaños enumeró las sugerencias que se transmiten a los pequeños productores. Para preparar y alimentar el suelo, por ejemplo, se debe cavar a 30 centímetros de profundidad e incorporar a la tierra materia orgánica como compostas y estiércoles. Mencionó también que para combatir a las plagas se debe utilizar insecticidas naturales como ajo o cebolla, en vez de sustancias químicas, así como rotar los cultivos.
Actualmente, con el propósito de echar a andar esta propuesta, el equipo del que forma parte pretende conseguir financiamiento para editar cuadernillos ilustrados con temas específicos que puedan distribuirse entre los pobladores del campo. Otro de los objetivos, añadió, es que a esa información la acompañe una historieta en la que se explique a la gente por qué los gobiernos o los políticos en campaña “la manipulan” y las razones por las que debe organizarse.
El también ex profesor de la Universidad de Sonora y del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey campus Ciudad Obregón recordó que alrededor de 20.3 millones de personas que habitan en zonas rurales viven en condiciones precarias, y que las entidades de la República más afectadas por esta situación son Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Veracruz, Hidalgo, Yucatán y Campeche.
A su juicio, la pobreza se agrava porque la mayoría de los campesinos “no tienen acceso a los programas oficiales”, y porque los análisis y propuestas que se realizan desde las dependencias gubernamentales parten de un enfoque “macro” que no se relaciona con los productores en cuestiones operativas ni distingue las características de las distintas regiones del país.
Frente a esos obstáculos el agrónomo pugna por la colaboración directa con los habitantes del campo, de manera que primero se les ayude a resolver problemas simples como la selección de semillas y después otros de mayor complejidad como la ordenación del terreno y la cosecha de agua. Pese a las deficiencias que padecen las zonas rurales, afirmó, éstas son remediables “mediante la interacción de las experiencias de los profesionistas y los conocimientos de los propios campesinos”.

Nota: Este texto aparece hoy en e-joven. A la vida, por un año más.

Wednesday, February 04, 2009

El presidente cocalero



Indígena de la etnia aymara, líder de campesinos cocaleros, socialista y presidente de la República de Bolivia desde el 22 de enero de 2006, Evo Morales recién se adjudicó el domingo antepasado una victoria en el referéndum para aprobar una nueva Constitución impulsada por su gobierno.
A nivel nacional, el “sí” a este proyecto de Carta Magna —en el que se define al país como un Estado intercultural, se imponen límites a la propiedad de la tierra, se protege a la hoja de coca como patrimonio de la nación y se establece la reelección inmediata por una sola vez— obtuvo alrededor de 60% de los votos. Sin embargo, en el ámbito local fue rechazado con porcentajes similares en los departamentos de Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando, cuyos prefectos buscan mayor autonomía respecto de la administración central.
Por lo tanto, es probable que la consulta del fin de semana, lejos de representar la fundación de “una nueva Bolivia con igualdad de oportunidades para todos los bolivianos”, como celebró el mandatario, signifique que continuará la división entre el gobierno y los grupos proautonómicos. Y, en ese sentido, la defensa de este texto constitucional sería una batalla más en el historial de este político que ha enfrentado a autoridades anteriores, a compañías petroleras e incluso a Estados Unidos.
Juan Evo Morales Ayma nació el 26 de octubre de 1959 en la comunidad de Isallavi, ubicada en el departamento occidental de Oruro. De acuerdo con la página electrónica de la Presidencia boliviana, son tres las enseñanzas fundamentales de los indígenas aymaras: ama sua, no seas ladrón; ama quella, no seas flojo; y ama hulla, no seas mentiroso.
Según la misma fuente, Morales trabajó desde niño en labores agrícolas y de pastoreo de llamas, y después, con el propósito de pagar sus estudios, como ladrillero, panadero y trompetero. No cuenta con instrucción superior, pero ha recibido doctorados honoris causa por las universidades de Panamá y Autónoma de Santo Domingo, en República Dominicana.
En 1982, luego de una intensa sequía en la región del altiplano, su familia decidió migrar al Chapare, situado en Cochabamba. Aficionado declarado al futbol soccer, un año más tarde fue nombrado secretario de deportes del sindicato local de cocaleros y, para 1985, secretario general. A ese cargo sumaría los de secretario ejecutivo de la Federación del Trópico y presidente del Comité de Coordinación de las Seis Federaciones del Trópico Cochabambino.
Posteriormente, bajo las siglas de la coalición Izquierda Unida, en 1997 fue elegido diputado por la circunscripción 27 del Chapare. Desde esa posición dirigió el rechazo a las políticas para erradicar los cultivos de coca, promovidas con el apoyo de Estados Unidos por el entonces presidente Hugo Banzer Suárez. Los campesinos defendían el significado de la planta en su cultura y argumentaban que las medidas oficiales antidrogas no distinguían entre coca y cocaína.
Su participación en las manifestaciones contra el gobierno le valió ser desaforado a principios de 2002, aunque ese mismo año, ya con el Movimiento al Socialismo (MAS), Morales quedó en segundo lugar en las elecciones presidenciales, sólo 1.6% detrás de Gonzalo Sánchez de Lozada.
La “guerra del gas”, es decir, el desacuerdo popular con las decisiones gubernamentales que permitían la explotación del energético por parte de compañías extranjeras, le brindó la fuerza suficiente para lograr 53.7% de los sufragios en los comicios del 18 de diciembre de 2005 y convertirse en el primer mandatario indígena en la historia del país. Una vez en el cargo, el 1 de mayo de 2006 decretó la nacionalización de los hidrocarburos y, con la ayuda de Cuba y Venezuela, ha puesto en marcha programas sociales como “Yo sí puedo”, dedicado a la alfabetización.
Ahora parece concretarse su plan de dotar a Bolivia de una nueva Constitución. No obstante, dicho proyecto deberá sortear el repudio que su administración despierta entre los habitantes de la próspera media luna oriental, una actitud que en 2008 derivó en enfrentamientos y que es retratada en Cocalero, un documental de Alejandro Landes.
Las siguientes semanas, pues, auguran más batallas para Morales. Pero, a diferencia de sus tiempos de sindicalista o legislador, en esta ocasión no ocupará el sitio de la oposición, sino el de la autoridad.


Nota: Este perfil fue publicado hoy en el espacio Retratos de El Universal, que en esta edición no apareció, como de costumbre, en la página 2, sino en la 4.


Tuesday, February 03, 2009

“¡Toros sí, toreros no!” [crónica]

Gritaron durante dos horas: “¡La tortura no es arte ni cultura!”. Fueron las más de mil personas que, a decir de los organizadores, se congregaron en la manifestación contra las corridas de toros realizada este domingo sobre avenida Insurgentes sur. Cifra récord, aseguraron, pues en 2008 sólo se reunieron 700.
Aun antes de comenzar el acto la imagen se repetía: playeras blancas con el estampado de un burel cubierto de sangre y el lema “¡Basta ya!”. Otros participantes portaban carteles con mensajes similares, y algunos más, a tono con el espíritu pro animal, incluso llevaban a sus perros.
Cerca de las 12 se escucharon las indicaciones. La concentración, convocada por
Anima Naturalis con el apoyo de otras Asociaciones Protectoras de Animales de México (Apasdem), formaría una valla humana que correría del Parque Hundido a Eje 6. La demostración debía ser pacífica y permanecer en el carril exterior, asignado para tal efecto por el Gobierno del DF. Por último, para evitar confrontaciones, no caminarían al coso de Insurgentes.
Sin embargo, un par de fechas flotaban en el ambiente como alentando la manifestación. De un lado, el sábado 24 de enero, cuando Michelle Lagravere, un niño de 11 años ya apodado Michelito, toreó a seis astados frente a 3 mil 500 aficionados en Mérida, Yucatán. Del otro, el próximo 5 de febrero, cuando la Plaza México —para unos lugar histórico, para otros sitio de tortura— cumple su 63 aniversario.
Iniciaba el acto, aumentaban las consignas. Una expresaba rechazo: “¡Corridas de toros, vergüenza nacional!”. Otra pedía castigos: “¡Maltrato animal, al código penal!”. Una tercera resumía: “Toros sí, toreros no!”.
Uno de los organizadores, Arnold Ricalde, señalaba que el mayor número de participantes “habla de que cada vez hay más gente preocupada por la protección a los animales, que no está de acuerdo con su sufrimiento solamente por espectáculo”. La tauromaquia, añadía, únicamente existe en nueve países, mientras que la lucha por abolirla cobra más fuerza en naciones como Ecuador o Venezuela.
En cuanto a México, exponía el joven de unos 30 años con la espalda adornada por dos falsas banderillas, esta actividad “fue una ‘tradición’ impuesta por los españoles” a la cual hoy sólo asiste “una élite”. A la México la respaldan empresas como Televisa y Telmex, pero en realidad el toreo “a mucha gente no le interesa”, al tiempo que crecen la sensibilidad y el respeto hacia los animales.
Opinión semejante había externado Sandra Segovia, otra integrante de las Apasdem. Según estas asociaciones, entre 70% y 75% de los mexicanos se opone a las corridas, pero “la mejor encuesta es ver las plazas de toros vacías, esa es la mejor prueba de que la fiesta taurina no es ya la más popular, y esta es una tendencia mundial”.
Para ella, los toros y los caballos “son víctimas de un sufrimiento innecesario y abusivo”, aun cuando “no es sano para nadie divertirse con el dolor ajeno”. Por ende, “resulta increíble que en México, existiendo una ley de derechos de los animales, se sigan permitiendo corridas de toros, entre otras manifestaciones de crueldad”.
Con algunos matices, Arnold y Sandra coincidían en las expectativas del movimiento: lograr la prohibición de la llamada fiesta brava y de peleas de gallos y perros; que la México no sea considerada un sitio cultural o artístico; y, para ella, que las personas entiendan que “los animales no son para entretenerse, no son para vestirse, no son para comer”, en tanto que para él, “tener una sociedad menos violenta”.
La 1:30 PM. La gente continuaba gritando. El ánimo se incrementaba cada que un automóvil pasaba y sus tripulantes tocaban el claxon en apoyo al acto o saludaban a los manifestantes. Empero, no faltó el divisionismo.
Un grupo de unos 50 jóvenes que sí había llegado al coso de Insurgentes para después unirse a la columna se desprendía de ésta y, desde Eje 6, tomaba los carriles centrales de Insurgentes con rumbo al Parque Hundido. Al llamado a regresar a la lateral, respondían: “¡La valla consciente se une al contingente!”. Su marcha terminaba a los cinco minutos, cuando, de nuevo frente al reloj floral, invitaban a los transeúntes a otra concentración antitaurina programada para el jueves 5 de febrero.
El hecho, en todo caso, enfiló la jornada hacia su conclusión. Con un orden inusual en una protesta, los participantes retornaron al punto de partida. En el camino, algunos, ya cansados, se retiraron, pero otros, los más, se quedaron hasta el final sólo para reiterar su rechazo a la tauromaquia con una musicalizada adaptación del caló popular: “¡El que no brinque es torero!”.


Nota: Este texto aparece hoy en e-joven, espacio que en un par de días cumple su primer año de existencia.