Tuesday, February 03, 2009

“¡Toros sí, toreros no!” [crónica]

Gritaron durante dos horas: “¡La tortura no es arte ni cultura!”. Fueron las más de mil personas que, a decir de los organizadores, se congregaron en la manifestación contra las corridas de toros realizada este domingo sobre avenida Insurgentes sur. Cifra récord, aseguraron, pues en 2008 sólo se reunieron 700.
Aun antes de comenzar el acto la imagen se repetía: playeras blancas con el estampado de un burel cubierto de sangre y el lema “¡Basta ya!”. Otros participantes portaban carteles con mensajes similares, y algunos más, a tono con el espíritu pro animal, incluso llevaban a sus perros.
Cerca de las 12 se escucharon las indicaciones. La concentración, convocada por
Anima Naturalis con el apoyo de otras Asociaciones Protectoras de Animales de México (Apasdem), formaría una valla humana que correría del Parque Hundido a Eje 6. La demostración debía ser pacífica y permanecer en el carril exterior, asignado para tal efecto por el Gobierno del DF. Por último, para evitar confrontaciones, no caminarían al coso de Insurgentes.
Sin embargo, un par de fechas flotaban en el ambiente como alentando la manifestación. De un lado, el sábado 24 de enero, cuando Michelle Lagravere, un niño de 11 años ya apodado Michelito, toreó a seis astados frente a 3 mil 500 aficionados en Mérida, Yucatán. Del otro, el próximo 5 de febrero, cuando la Plaza México —para unos lugar histórico, para otros sitio de tortura— cumple su 63 aniversario.
Iniciaba el acto, aumentaban las consignas. Una expresaba rechazo: “¡Corridas de toros, vergüenza nacional!”. Otra pedía castigos: “¡Maltrato animal, al código penal!”. Una tercera resumía: “Toros sí, toreros no!”.
Uno de los organizadores, Arnold Ricalde, señalaba que el mayor número de participantes “habla de que cada vez hay más gente preocupada por la protección a los animales, que no está de acuerdo con su sufrimiento solamente por espectáculo”. La tauromaquia, añadía, únicamente existe en nueve países, mientras que la lucha por abolirla cobra más fuerza en naciones como Ecuador o Venezuela.
En cuanto a México, exponía el joven de unos 30 años con la espalda adornada por dos falsas banderillas, esta actividad “fue una ‘tradición’ impuesta por los españoles” a la cual hoy sólo asiste “una élite”. A la México la respaldan empresas como Televisa y Telmex, pero en realidad el toreo “a mucha gente no le interesa”, al tiempo que crecen la sensibilidad y el respeto hacia los animales.
Opinión semejante había externado Sandra Segovia, otra integrante de las Apasdem. Según estas asociaciones, entre 70% y 75% de los mexicanos se opone a las corridas, pero “la mejor encuesta es ver las plazas de toros vacías, esa es la mejor prueba de que la fiesta taurina no es ya la más popular, y esta es una tendencia mundial”.
Para ella, los toros y los caballos “son víctimas de un sufrimiento innecesario y abusivo”, aun cuando “no es sano para nadie divertirse con el dolor ajeno”. Por ende, “resulta increíble que en México, existiendo una ley de derechos de los animales, se sigan permitiendo corridas de toros, entre otras manifestaciones de crueldad”.
Con algunos matices, Arnold y Sandra coincidían en las expectativas del movimiento: lograr la prohibición de la llamada fiesta brava y de peleas de gallos y perros; que la México no sea considerada un sitio cultural o artístico; y, para ella, que las personas entiendan que “los animales no son para entretenerse, no son para vestirse, no son para comer”, en tanto que para él, “tener una sociedad menos violenta”.
La 1:30 PM. La gente continuaba gritando. El ánimo se incrementaba cada que un automóvil pasaba y sus tripulantes tocaban el claxon en apoyo al acto o saludaban a los manifestantes. Empero, no faltó el divisionismo.
Un grupo de unos 50 jóvenes que sí había llegado al coso de Insurgentes para después unirse a la columna se desprendía de ésta y, desde Eje 6, tomaba los carriles centrales de Insurgentes con rumbo al Parque Hundido. Al llamado a regresar a la lateral, respondían: “¡La valla consciente se une al contingente!”. Su marcha terminaba a los cinco minutos, cuando, de nuevo frente al reloj floral, invitaban a los transeúntes a otra concentración antitaurina programada para el jueves 5 de febrero.
El hecho, en todo caso, enfiló la jornada hacia su conclusión. Con un orden inusual en una protesta, los participantes retornaron al punto de partida. En el camino, algunos, ya cansados, se retiraron, pero otros, los más, se quedaron hasta el final sólo para reiterar su rechazo a la tauromaquia con una musicalizada adaptación del caló popular: “¡El que no brinque es torero!”.


Nota: Este texto aparece hoy en e-joven, espacio que en un par de días cumple su primer año de existencia.

2 comments:

Ismael said...

Me parece obscena la capacidad del hombre de extender su violencia…

Me parece hipócrita reclamarla sólo en las bestias…

Necio Hutopo said...

Vamos a ver...
1. Taurinos al código penal... Ahí no hay pierde.
2. Los animales no son para vestirse o comer... lo qué? Soy yo o esto es sacar un poco el asunto de contexto.
3. La protesta terminó en un orden desacostumbrado para las protestas... mmm... Usted en muchas protestas no ha estado, verdad?
4. Suscribo...taurinos al código penal y genocidas a la cárcel.