Wednesday, February 11, 2009

Mi gratitud ante la vida

Ayer, 10 de febrero, mi existencia llegó al cuarto de siglo. Sin embargo, quise aguardar hasta hoy para expresar en estas líneas lo que la fecha me lleva a sentir.
Dicen que todos tenemos manías. Cierto o no, una de las mías es que no me gusta festejar mi cumpleaños. Aclaro: no es que me desagrade acumular edad; más allá de las malas bromas que juego respecto de “hacerme viejo”, me maravillan las experiencias que el tiempo trae consigo y la posibilidad crecer no sólo en el sentido biológico.
Lo que me repele —por razones que aún no logro explicarme por completo— es la sola idea de una fiesta que gire en torno a mí. Esto, repito, es únicamente una de mis excentricidades; estoy convencido de que cada quien es libre de celebrar su onomástico como mejor le parezca.
Vienen a cuento las anteriores confesiones porque el pasado martes, en toda su sencillez —o, si se prefiere, en toda su aparente falta de emoción—, es un día que voy a recordar. Y lo haré por muchos y muy buenos motivos o, para ser más preciso, por la convivencia y por la comunicación presencial o a distancia que sostuve con mucha gente a la que ahora deseo agradecer.
Comienzo por mi familia: María Silvia y José Mauricio, mis padres; Miriam, mi hermana; Adela, mi abuela; mis tías Claudia y Belinda; mi prima Sonia, que está en León criando a dos niños preciosos. A todos ellos, aun con mi tendencia al desapego, les debo saber qué es un hogar y sentirme recibido en uno, lo cual —me consta— no es poca cosa.
De mis colegas en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y en El Universal agradezco, para decirlo en breve, la complicidad.
Tomo prestado ese término a Lizbeth Hernández, quien recién el lunes me deleitó con otra frase sabia: “Cólmese de vida”. Con ella y con Mario Andrés Landeros he compartido numerosos, muy gratos e ingeniosos intercambios de información que en más de una oportunidad han sido motivados por otra figura entrañable: la profesora Toibe Shoijet.
En el espacio de Ciudad Universitaria, asimismo, compañeros y alumnos me han enriquecido en lo personal y en lo académico. En su momento, tuve el gusto de acompañar en clase a Abril Dávila, Mariana Álvarez, Martín Montero, Lourdes Garduño, Sara Morales, Elizabeth Navarrete, Carolina Valencia, Guillermo de la Vega, Juan Carlos Hernández, Martha Álvarez, Israel Rivera, Beima Suárez, Dolores Flores, Alín Velázquez o Mario Stalin Rodríguez, de quien siempre puedo esperar una crítica sincera y fundamentada a todo lo que escribo.
Igualmente, del otro lado del pizarrón he encontrado presencias que me han hecho conocer, por ejemplo, la responsabilidad de participar en la formación de alguien y la gratificación que ello representa. He hallado educandos, pero también —lo reconozco— gente a la que lastimé y, por fortuna, muchas amistades, desde Juan Carlos Ramírez Pacheco, Samantha Álvarez y Marguil Guzmán, hasta personas con tanta vivacidad como Andrea Samaniego, Joshavel Muñiz o Karina Suárez, pasando por talentos que se desarrollan por sí solos como Itxaro Arteta, Francisco Pazos, Carolina Mojica, José Carlos Barranco, Rebeca Vilchis, Ismael Hernández, Guadalupe Borja, Juan Pablo Mayorga o Fernando Rodríguez.
No ha sido menor mi suerte en Bucareli 8. Apenas ingresé a ésta, ya mi segunda casa, mucho me enseñaron comunicadores emigrados a otro sitio como Olga Carranco, Feliciano Hernández, Omar Astorga, Miguel López Azuara, Alejandra Morón, José Luis Espinosa, Marisela Martínez, Tania Montalvo, Rossana Fuentes-Berain o José Carreño Figueras. Y mucho me siguen mostrando, cada uno a su manera, periodistas como Ana Belén Ortiz, Carlos Zetina, Samuel Ocampo, Esteban Román, Antonio Rosas-Landa, Manolo Patiño o Elena Hernández.
De de mis amistades de tiempo atrás, por último, César Aguirre siempre me ha recordado que el rock es energía en estado puro, mientras que al día de hoy, a pesar de la intermitencia, Yazmín Castillo, Emmanuel González, Benjamín Hernández, Ivonne Santamaría, Diego González, Paola Morales y Erika Martínez me demuestran que cuento con su apoyo incondicional.
Terminado el recuento, concluyo: a todos los citados —y a los varios que no alcanzo a mencionar—, mi gratitud. Por personas como ustedes corroboro que, aunque la adversidad se empeñe en afirmar lo contrario, vale la pena vivir para intentar transformar el mundo que tenemos en un lugar más libre, más justo, mejor. Y eso para mí es mucho más importante que cualquier regalo o cualquier fiesta. Gracias, de veras.

8 comments:

Root said...

Es un placer ocupar un micro micro micro espacio en alguna parte de estos 25 años. Tiene razón al decir que hay cosas más importantes que recibir regalos o hacer fiestas, además del privilegio que significa tener a taaanta gente importante para usted cerca, me parece increiblemente maravillosa la incidencia que ud. ha tenido en la vida de taaaanta otra gente, la mia por ejemplo.
No es necesario repetir lo que ya le he dicho tantas veces, pero cada nueva repetición acarrea además un grado mayor de admiración y de cariño por su persona. Cuidese mucho joven. Un gran abrazo.
Joshavel

Tania L. Montalvo said...

Tu cumpleaños y yo molestando con mis angustias laborales. Lo peor, ni un "Felicidades" dije.

¡Qué grosería!, y ahora no puedo decir mucho, pero ver mi nombre en tu texto me hizo sentir maripositas y me provocó una sonrisa. Gracias.

Además, tengo que decir que siempre es grato conocer a gente como tú, comprometida con la causa y la lucha incansable de cambiar al mundo aunque a veces parezca que todo esta perdido desde el principio.

Admiro tu talento Mau, en serio... y no puedes tirar la toalla ante los miles de obstáculos periodísticos, sociales, culturales, etc., del medio... porque te necesitamos.

¡¡Feliz Cumpleaños!!, eres GRANDE y no me refiero a tu edad.

Besos :D

Jesús Serrano Aldape said...

Wow!, te quedó como discurso de agradecimiento de un Oscar, o de perdida de un Tony.

Pues qué padre que tengas esa actitud ante la vida man, resulta muy pleno para mí leer esas palabras. Respecto a eso de que hagan una fiesta por ti, pues es en realidad una forma de celebrar que estás allí, puede ser convencional, sí, lo es, pero al final simboliza más de lo que parece, es decir, les importa que estás allí, o algo así, supongo, je. Y pues, sólo me resta felicitarte, darte tu abrazo con palmada brutal en la espalda incluida, y desearte un feliz cumple.

Ay tamos.

Cigarrito Filosofal said...

Morro,

Siempre es un gusto compartir con usté. Cólmemonos de vida pues, no necesitamos fiestas fastuosas; aunque, un día tiene que dejarse celebrar, pues finalmente, qué; así como usté agradece, dese chance de recibir la gratitud de quienes le rodeamos.

Y pos acá sigo mi querido Mau, con ganas de que vivamos más y buenas aventuras,jeje, ya le dije a don Mario que tengo ideas muy provechosas que podemos llevar a la realidá.

Un abrazo y gracias por ser mi amigo.

Salúuuu!!! por 25 años más de Mau: el hombre, la leyenda (algo así dijo don Mario) jajaja

:)

Necio Hutopo said...

Pues sí, andábamos de cumpleaños...

Tarde pero sinceramente, felices 25... creame, lo mejor está por llegar...

Mario Andrés Landeros said...

Sir

Qué bueno que se la pasó suave en su cumple. Se le veía en la noche, luego del trabajo de diario; la satisfacción luego de un día tranquilo y de alguna manera especial.

La verdad es que nunca esperé encontrar amigos como usté y miss Liz. Tiene razón: la vida es buena.

Ismael said...

おめでと, マウ

Itxaro said...

Me siento doblemente mala persona!!!
Pero en realidad es todo un honor aparecer por ahí; no estoy exagerando, no uso la palabra a la ligera. Me siento HONRADA de recibir una mención así de alguien que despierta mi admiración...
Bueno, pues un abrazo pos-cumpleaños (muy pos) y otro nomás de cariño ;)