Friday, May 22, 2009

El habla y la utopía

Bien sé que llego tarde a las exequias con motivo de la muerte de Mario Benedetti. A estas alturas, numerosos actos se han efectuado para recordar al escritor tanto en su natal Uruguay como en el resto del mundo. También han sido publicadas notas, necrologías y opiniones sobre su vida y obra. Y, del mismo modo, decenas, cientos, tal vez miles de lectores han rendido —cada uno a su manera— algún homenaje al poeta y narrador.
Son estas últimas manifestaciones las que llaman mi atención. Cito algunos ejemplos —claro, sin revelar nombres— tomados de mis contactos en el Messenger.
El lunes por la tarde, un día después del fallecimiento del autor, una conocida apuntaba en su nick: “Gracias, Benedetti”. Otra escribía resignada: “Se nos fue”. Algunos reproducían sus versos: “Porque te tengo y no... porque tú siempre existes dondequiera”, “No sé cómo ni sé con qué pretexto”, así como el clásico “Mi táctica es quedarme en vos”. Aunque quizá la frase que más me conmovió fue la confesión de una de mis mejores amigas: “Con tus poemas me enamoraron”.
Ese solo botón de muestra me lleva a pensar en el impacto que alcanzó el trabajo del uruguayo durante la segunda mitad del siglo XX y todavía en los primeros años del XXI. En una época en la que incluso los poetas reconocen que se lee poca poesía, ¿qué hace que la lírica de una persona trascienda?
Para el caso del aclamado Benedetti (1920-2009), la periodista Yanet Aguilar Sosa aventura una respuesta: “Sabía que sus poemas eran sencillos y claros”. Asimismo, es probable que los temas del amor y la cotidianidad presentes en su obra sirvieran de puente, de elemento de identificación entre escritor y lector.
Algo ha encontrado la gente en las palabras del autor de Montevideanos y de Gracias por el fuego que la ha conducido a cargar sus libros, a recitar y dedicar sus versos, a evocarlo ahora que se ha ido. Y para no romper con esa línea, un servidor, que conoce apenas una parte de su vasto repertorio, comparte algunos fragmentos que le resultan significativos.
El primero, extraído de su novela La tregua (1960), encierra una bella descripción de la complicidad entre un hombre y una mujer. Martín, el protagonista, escribe acerca de Isabel, su difunta esposa: “(con ella) había una especie de comunión y, cuando hacíamos el amor, parecía que cada duro hueso mío se correspondía con un blando hueco de ella, que cada impulso mío se hallaba matemáticamente con su eco receptor. Tal para cual. Igual que cuando uno se acostumbra a bailar con la misma pareja. Al principio, a cada movimiento corresponde una réplica; después, la réplica corresponde a cada pensamiento. Uno solo es el que piensa, pero son los dos cuerpos los que hacen la figura”.
El segundo pertenece a su poema “Qué les queda a los jóvenes”. Reza la primera estrofa: “¿Qué les queda por probar a los jóvenes/ en este mundo de paciencia y asco?/ ¿Sólo grafitti? ¿Rock? ¿Escepticismo?/ También les queda no decir amén/ no dejar que les maten el amor/ recuperar el habla y la utopía/ ser jóvenes sin prisa y con memoria/ situarse en una historia que es la suya/ no convertirse en viejos prematuros”.
Recuperar el habla y la utopía, o sea, la comunicación entre seres humanos y el anhelo por lo imposible. Quizá esa idea refleje otras de las razones de la popularidad de Benedetti: su romanticismo, su congruencia, su oposición a las dictaduras, a la represión, su lucha por la libertad, por la justicia social. Valores que intentan dar esperanza en un mundo que con frecuencia parece irremediablemente caerse a pedazos. Valores que, a pesar de todo, invitan a perseguir el ideal de una realidad mejor.


Nota: Este texto aparece hoy en los Dardos de diasiete.com.

4 comments:

Elizabeth García said...

Nuevamente muchas felicidades.
PD. Ya no iré a distraerlo en su cátedra.
Un abrazo.

Root said...

JA JA JA

Ejem... perdón, retomando la idea del comentario...

Creo que ningún homenaje a ese HOMBRE llega tarde...

Sin duda ha citado ud. fragmentos de su obra de una belleza excepcional (claro, algo que cada una de sus palabras contiene), supongo que todas las palabras que elegimos (más aun si de poesía se trata) han significado cosas especiales. Mucha sensibilidad debe tenerse para que lleguen al alma y permanezcan ahí.

No creo que esté de más felicitarlo (por mucha incredulidad que eso provoque). Este quinto texto -como todos los demás en otros espacios- sigue estando a la altura.

Un fuerte abrazo y bonito fin de semana.

Ruth

Elizabeth García said...

Pd2:
La palabra utopía es mi favorita.

Necio Hutopo said...

Lo dije siempre y lo repito ahora, Benedetti siempre me pareción sindufriblemente cursi (cuando habalaba de amor) y ridículamente panfletario (cuando hablaba de políctica)... Y es, sin embargo, un referente obligado de más de una generación y piedra angyular para entender el exilio y el desexilio latinoamericano.

En fin, que honor a quien honor merece, Descanse en Paz Benedetti en donde sea que van los poetas ateos al morir... Nosotros que acá nos quedamos, lo mejor que podemos hacer en su honor es no salvarnos