Saturday, June 27, 2009

Generación del “sí pero no”

Propongo comenzar con un par de vistazos al mundo.
El lunes, el diario español El País publicó un reportaje titulado “Generación ‘ni-ni’: ni estudia ni trabaja”. Según el texto, 54% de los ibéricos entre los 18 y los 34 años de edad “dice no tener proyecto alguno por el que sentirse especialmente interesado o ilusionado”. Tal apatía, explican sociólogos, obedece a la incertidumbre que sienten los jóvenes en temas como la pareja o el empleo, al igual que a problemas como los elevados índices de desocupación o que sólo 40% de los universitarios labore en una actividad acorde con sus estudios. Esto, a su vez, deriva en que prefieran vivir y disfrutar el “aquí y ahora” y en que tengan mayores dificultades para emanciparse de las que enfrentaron sus padres.
El viernes, por otra parte, The New York Times exhibía en su portal de internet el video “Generation R”, acerca de cómo ha cambiado la vida para los graduados de preparatoria durante esta época de recesión. La pieza relata que egresados de la West Carrollton High School, en Ohio, antes encontraban vacantes en muchas de las fábricas locales, pero ahora que éstas han cerrado debido a la crisis económica, los muchachos se topan con numerosos obstáculos para visualizar su futuro.
Las realidades mostradas en ambos trabajos me hacen ver que a nivel global, o al menos en Occidente, la juventud comparte varios retos; entre ellos: desempleo, desinterés y una base muy endeble para fincar un proyecto de vida. También me llevan a pensar en las distintas denominaciones que reciben los grupos generacionales a partir de las características que los unen. ¿Hemos revisado qué sucede en México?
Aun con el riesgo de caer en una generalización desmedida, me parece que existen elementos para concluir que la media de los jóvenes mexicanos conforma lo que podríamos llamar generación del “sí pero no”.
Tenemos acceso relativamente sencillo a los medios de comunicación, a las nuevas tecnologías y a la globalización pero, al mismo tiempo, la capacidad de aprovechar esos beneficios se ve limitada por las brechas socioeconómicas y por nuestra propia falta de disposición para conocer e ir más allá de nuestros gustos inmediatos. Nos asumimos “de mente abierta” pero nos cuesta aceptar y tolerar a quien es, se viste o piensa diferente de nosotros. Iniciamos nuestra vida sexual cada vez a menor edad pero no logramos ejercerla con responsabilidad, los embarazos no deseados en adolescentes aumentan y, peor aún, persisten actitudes o costumbres cerradas que asignan roles establecidos a mujeres y hombres.
Queremos libertad respecto de la casa familiar pero, ya sea por conformismo o por falta de oportunidades, no cortamos el cordón umbilical. Exigimos con razón una eficiente conducción de parte de autoridades gubernamentales, escolares o laborales, pero solemos ser poco cooperativos a la hora de organizar, gestionar y realizar tareas.
Por si fuera poco, con el transcurso de los años aumenta el número de jóvenes que demandan ingresar a educación media superior o superior, o que entran a ella y se preparan académica y profesionalmente, pero ni la economía ni el país en su conjunto son capaces de generar el millón de empleos anuales que requerimos. Y esto, por supuesto, deviene en filas de desocupados, frustración, frenos al desarrollo y una bomba de tiempo que podría estallar como crisis social.
Originadas por errores en el Estado, por pesados lastres culturales o por la inmadurez de quienes la integramos, las contradicciones presentes en esta generación del “sí pero no” amenazan no sólo con hacernos perder un enorme potencial humano, sino con revertirse en contra de toda la nación. Por lo tanto, si no conseguimos hallarles una solución, los mexicanos nos lamentaremos de confirmar que si la juventud es un divino tesoro, nosotros lo hemos estado desperdiciando.


Nota: Este texto aparece en los Dardos de diasiete.com.

4 comments:

Root said...

¡Hola!!

Puff... con esto lo has resumido muy muy bien:

Originadas por errores en el Estado, por pesados lastres culturales o por la inmadurez de quienes la integramos, las contradicciones presentes en esta generación del “sí pero no” amenazan no sólo con hacernos perder un enorme potencial humano, sino con revertirse en contra de toda la nación. Por lo tanto, si no conseguimos hallarles una solución, los mexicanos nos lamentaremos de confirmar que si la juventud es un divino tesoro, nosotros lo hemos estado desperdiciando.

Ok, ya entendí... estamos de la jodida y nos urge remediarlo (sin generalizar demasiado)... ¿qué solución propones tú?

Señalar los errores es importante y un buen punto de partida ¿y luego?

Me gustó...

Besos!

Ruth!!

Elizabeth García said...

La verdad es que es muy cierto, pero siempre está en cada uno de nosotros hacer y proponer cambios. Lo peor es quedarse sentado a que la vida pase... y después de un tiempo arrepentirse de todo lo que no hicimos o dejamos ir.

PD: Cada día te admiro más... Un enorme beso.

Necio Hutopo said...

Vale... Perdone... pero sí, generaliza demasiado y eso resta cualquier mérito que pudiera tener su reflexión.

LuKiA said...

Te recomiendo que leas un texto de Carlos Feixa, es un recuento de generaciones de jóvenes por décadas, de sus características. Habría que ver quiénes son los padres de esta ni-ni generación, creo que ahí podríasmos encontrar las explicaciones.

Saludos.