Wednesday, April 01, 2009

La ciudad “junto a un monte grande” [crónica]




MONTERREY, Nuevo León.— Américo, un taxista con 28 años en el oficio y originario de Cadereyta, municipalidad a la mitad del estado, pone al descubierto la ignorancia del cronista: “Del aeropuerto al centro son 32 kilómetros, ¿a poco se los iba a echar a pie?”.
A la izquierda, sobre la carretera Miguel Alemán, la vista del Cerro de la Silla acompaña el camino hacia la ciudad. Al frente se extiende la Sierra Madre Oriental. “Aquí estamos entre montañas”, resume el conductor.
Después de los municipios de Apodaca, San Nicolás y Guadalupe aparece Monterrey, cabecera de una de las zonas metropolitanas más importantes del país con una población de 3.8 millones de habitantes y un territorio de 5 mil 771 kilómetros cuadrados. Sitio de tradición industrial, cuna de empresas como Cementos Mexicanos, Vitro y Soriana.
En el centro destaca la Macroplaza. Custodiada en sus cuatro esquinas por estatuas de Miguel Hidalgo, Benito Juárez, José María Morelos y Mariano Escobedo, en uno de sus extremos alberga el Palacio de Gobierno. En el otro se ubica un monumento que evoca un episodio contemporáneo de la relación México-Estados Unidos: el encuentro efectuado en 1992 entre los entonces presidentes Carlos Salinas de Gortari y George H. W. Bush para prender “el fuego de la amistad”.
Hasta hace unos días, sin embargo, las tensiones habían aumentado debido al intercambio de acusaciones respecto de la responsabilidad de cada nación en la lucha contra el narcotráfico. Tras numerosas declaraciones de funcionarios de ambos lados de la frontera, la tormenta diplomática quedó calmada —al menos de momento— con la visita que la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, realizó al Distrito Federal y luego, precisamente, a la sultana del norte.
Delante de la Macroplaza un muro retoma las palabras con las que el conquistador español Diego de Montemayor se refirió al lugar más de cuatro siglos atrás. La ciudad “junto a un monte grande”, escribió el ibérico en el decreto de su fundación fechado el 20 de septiembre de 1596.
La pared también precede el inicio de uno de los grandes atractivos turísticos locales: el Paseo Santa Lucía. Se trata de un corredor de 2.5 kilómetros por el que fluye la corriente de un ojo de agua y en cuyo derredor se observan algunos negocios, áreas verdes y numerosos visitantes que disfrutan de la recién comenzada primavera. El trayecto se interna en otro símbolo regiomontano, el Parque Fundidora, un amplio y concurrido espacio ecológico que hace homenaje a industrias como la del acero.
Frente a esa belleza, no obstante, los recordatorios de los problemas que padece Monterrey literalmente transitan por sus calles. Así, retratos de pobreza como los indigentes distribuidos en varios puntos de avenida 15 de Mayo contrastan con que el vecino San Pedro Garza García sea el municipio de mejor nivel de vida en todo México.
Del mismo modo, los soldados que patrullan la ciudad y las declaraciones de Guillermo Moreno Serrano, comandante de la Cuarta Región Militar, hablan del combate a los cárteles de la droga que se lleva a cabo en la entidad. La presencia del narcotráfico, señaló el general de División al diario El Norte, tiene “bastante peso” en la zona, circunstancia que obliga a mantener la actividad castrense. Y vale decir que esa misma lógica, sin plantear otras respuestas para atacar al crimen organizado, se reproduce a nivel nacional.
En año de elecciones, por último, la disputa política cobra fuerza. El gobierno del estado presume sus obras en televisión y en anuncios espectaculares con la imagen del cantante Lupe Esparza y con el lema “El progreso se demuestra con hechos”.
Américo está de acuerdo. Para él, el mandatario Natividad González Parás, del PRI, “la ha hecho bien”, aunque augura que el PAN se llevará tanto la gubernatura como la principal alcaldía. En todo caso, en virtud de lo que muestran los medios de comunicación, es claro que el ganador de la contienda del próximo 5 julio se definirá entre los candidatos del tricolor, Rodrigo Medina, y del blanquiazul, Fernando Elizondo.
Montañas, sol, plazas, carritos que venden nachos y hot dogs, playeras de los Tigres y de los Rayados, pronósticos políticos, el andar de los regiomontanos… Más allá de todo esto llega, inevitable, la escala que pone fin al recorrido: la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Ahí, entre la Rectoría y el estadio de futbol, el cronista encuentra algo que le hará atesorar este viaje en la memoria. A la entrada de la biblioteca lee una frase de Alfonso Reyes: “Defended, contra las nuevas barbaries, la libertad del espíritu y el derecho a las insobornables disciplinas de la verdad”. En su elegancia, en su idealismo, la máxima le confirma el sentido del saber, le despierta una sonrisa, lo colma de ánimos. Ahora puede regresar a casa.

2 comments:

Root said...

3 cosas:

1) Queeeeeee presumido ehh! Comenzando por poner las fotos de ese que se ve hermoso lugar!!! jaja, no se crea.

2) Muy bien, me gusta que sabe combinar la descripción de la ciudad que contempla y al mismo tiempo el contraste de los problemas que la aquejan... ¿quién dijo que todo es perfecto?

3) Ok, ok... me convenció... es un lugar que vale la pena visitar, desde hoy ocupa un lugar privilegiado entre la lista de sitios a visitar.

y si le hacia falta una cosa más...

4) LQM!

Necio Hutopo said...

Monterrey... Un lugar para visitar?

herm...

Monterrey?

Seguro que no había tomado algo antes de aterrizar?