Tuesday, March 17, 2009

Anticipemos la sequía

El fin de semana pasado, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) efectuó la segunda reducción programada del suministro a 10 delegaciones del Distrito Federal y a 13 municipios del estado de México. Con esta acción, según cálculos de la prensa, fueron afectados alrededor de 5.5 millones de personas.
La medida, que se repetirá en tres ocasiones más hasta junio, responde a que las siete presas que abastecen al Sistema Cutzamala en enero se encontraban a 62% de su capacidad debido a las pocas lluvias registradas durante 2008. Por lo tanto, se hizo necesario racionar el líquido para evitar una mayor escasez hacia mediados de año.
En esa línea, apenas el viernes
El Universal informaba que, a decir de la Conagua, en marzo el nivel llegó a 51%, y para abril y mayo podría descender hasta 40%. Así las cosas, el reto de cómo proveer de agua al Valle de México nos llama a actuar ya antes de que estalle alguna crisis social.
Investigadores como Lilia Rodríguez Tapia y Jorge A. Morales Novelo han advertido que con el alto consumo actual y con las formas inadecuadas de uso del líquido por parte de la sociedad y del sector productivo, “bastaría una generación para que los recursos hídricos pasaran de ser un problema crítico de escasez y de seguridad nacional a otro de supervivencia, de alarma nacional, de acuerdo con el propio reconocimiento del gobierno mexicano”.
En el libro Economía del agua, editado en 2007 por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y por la 60 Legislatura de la Cámara de Diputados, los académicos señalan que el tema debe ser visto desde las perspectivas global y local: en él influyen factores como el calentamiento del planeta pero las soluciones concretas deben aplicarse en el ámbito comunitario, el más cercano a la gente.
También explican que el problema en la capital del país y la zona conurbada ha alcanzado la gravedad actual puesto que, ante el aumento histórico de la demanda derivado del crecimiento demográfico e industrial, los distintos gobiernos simplemente se han dedicado a explotar más el recurso sin reparar en las consecuencias de largo plazo. Lo anterior ha tenido como resultado fuertes gastos para el Estado, que entre las personas no se haya promovido la indispensable valoración y el cuidado del líquido, así como sobreexplotación de cuencas y mantos.
Frente a ese escenario proponen retomar el concepto de Gestión Integral de los Recursos Hídricos (GIRH), expuesto durante el IV Foro Mundial del Agua México 2006, a fin de encaminar las políticas públicas hacia una administración “económicamente eficiente, socialmente equitativa y ambientalmente sustentable”.
Lograr esa meta, afirman, pasa por que el Estado actúe bajo la premisa de garantizar a todos los mexicanos el acceso al líquido, pero igualmente por que éstos abandonen patrones culturales que favorecen el desperdicio y asuman mucho mayor responsabilidad respecto de su uso.
En la obra citada, Hilda R. Dávila y Roberto M. Constantino aseguran que un mecanismo rápido para impulsar ese cambio cultural entre la ciudadanía consiste en subir las tarifas por el servicio. A su juicio, no se trata de elevar los precios de manera generalizada porque eso golpearía a los sectores sociales de menores ingresos, sino de establecer un sistema tarifario administrable, transparente y creíble que despierte en la gente conciencia del valor del agua, que refleje mejor el costo del suministro y que dote al aparato estatal del dinero requerido para el mantenimiento y la modernización de la red hidráulica.
Claro está, el mero planteamiento de incrementar importes acarrea su cuota de impopularidad, por lo que en pleno año electoral y en contexto de crisis, es poco probable que algún partido político haga suya esa propuesta. Sin embargo, me parece que la idea debe trascender la época de comicios y discutirse seriamente puesto que puede convertirse en un componente de nuestra solución al problema del abasto de agua.
Sin ser alarmistas (o “catastrofistas”, para emplear una palabra de moda), conforme pase el tiempo el reto se tornará más complicado tan sólo por hechos inevitables como el crecimiento de la población. Por ello, insisto, es imprescindible enfrentarlo ya antes de que todos nuestros depósitos, tuberías y grifos se sequen. O peor aún, nuestras gargantas.

Nota: Este texto aparece hoy en e-joven. Al final del post también se publican algunas recomendaciones del Consejo Consultivo del Agua para ahorrar el líquido.

1 comment:

Necio Hutopo said...

Sin ser alarmista o catastrofista (y tal vez si lo fueramos más nos hiría un poco mejor)... "el reto de cómo proveer de agua al Valle de México nos llama a actuar ya antes de que estalle alguna crisis social".... herm... Estamos seguros que no ha estallado ya?