Monday, April 21, 2008

Relación SNTE-gobierno ha impedido cambios en la educación: investigadora

A principios de marzo, Elba Esther Gordillo, presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), convocó a los maestros de México a “armar los relevos generacionales” dentro de la organización gremial. De inmediato, la declaración de quien ha dirigido al magisterio por casi 20 años fue interpretada como el anuncio de su retiro cercano. El 3 de abril, no obstante, Gordillo fue ratificada en el cargo al tiempo que informó de la reestructuración del Comité Ejecutivo Nacional del organismo y defendió la “revolución educativa” que éste dice enarbolar.
Mientras, son varias las voces que critican su liderazgo, al propio sindicato y la incidencia de ambos en la educación básica. En su libro Los socios de Elba Esther, por ejemplo, el analista Ricardo Raphael denuncia prácticas como el manejo discrecional de las cuotas de los agremiados por parte de la cúpula sindical, la venta de plazas, el ascenso en la carrera magisterial no con base en el desempeño de los docentes, sino a partir de las lealtades hacia los líderes de sección, y también la represión a la disidencia.
Sobre el SNTE —el más grande sindicato de maestros de América Latina con alrededor de millón y medio de afiliados—, Lourdes Chehaibar, directora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM, señala que “el poder que ha ido amasando en diferentes periodos históricos está no sólo crecido, sino consolidado a partir de los tres últimos sexenios”. “La profesora Gordillo —añade— es una líder política con una capacidad de maniobra muy impresionante, que, aunque diga lo contrario y con todo el respeto que me pueda merecer, no ha hecho un trabajo al frente de la dirigencia del SNTE que esté orientado a una ‘revolución educativa’, como ahora la nombraron”.
Para Chehaibar, la relación sindicato-gobierno, desde la época del PRI, ha buscado mantener privilegios no asociados con la transformación educativa. Por otra parte, la investigadora reconoce que la profesión docente es poco valorada socialmente y asegura que el profesorado merece un salario digno. Sin embargo, a su juicio no se ha atendido el problema de la formación, actualización y desempeño de los maestros.
De acuerdo con la académica, una reforma educativa profunda debería sustentarse en la formación de los profesores, y a pesar de que el SNTE pudiera no estar dispuesto a colaborar en estos cambios ni le corresponde plantearlos, “tendría que haber una voluntad política mucho más fuerte del gobierno federal y de los sectores involucrados en lo educativo” para comenzar con las modificaciones en la materia. “Si no caminamos por ahí —sentencia—, vamos a tener otro sexenio perdido”.
—Dentro de los problemas del sistema de educación básica nacional, ¿cuál es el peso del SNTE y de otros factores?
—El sindicato es un obstáculo, pero no el único. El sistema educativo mexicano enfrenta una diversidad de problemas que no pueden sólo explicarse a través del comportamiento del magisterio. De entrada, hablamos de un país con una desigualdad lacerante. Los problemas de nuestro sistema educativo en parte dependen de la transformación del sindicato, pero mientras exista una población infantil en condiciones de marginalidad y pobreza no se puede levantar al sistema. Hay elementos que se van conjuntando y que tendrían que ser tomados en cuenta. Por eso creo que un tema de voluntad política muy seria tendría que ser pensar en cambios de corto, mediano y largo plazo, e idear lo educativo en un horizonte de 30 años de tal manera que no sigamos en el rezago que estamos acumulando.
—Uno de los señalamientos más recurrentes hacia el SNTE es que, desde su fundación, ha sido un instrumento de control político-electoral, no uno educativo.
—El objeto de los sindicatos es velar por los intereses laborales de sus agremiados. Surgen en la historia del desarrollo del capitalismo para defender a los trabajadores de una sobreexplotación vinculada a la acumulación de riqueza de unos cuantos, y es una lucha humana de la mayor envergadura de finales del siglo XIX, principios del XX. El SNTE, en ese sentido, no es el responsable de plantear la reforma educativa; no es su función. Pero el sindicalismo en el ámbito educativo debería tener otras características, porque el objeto de lo educativo en la vida pública no es la acumulación de ganancias para un grupo, sino la mayor difusión posible de la cultura y el saber. Y si bien no podemos ir en contra de derechos laborales elementales, habría que pensar que el sindicalismo en el espacio educativo público debería manejarse con otras características, porque los más dañados por una huelga son los estudiantes.
—¿Qué rasgos debería reunir ese sindicalismo en el espacio educativo público?
—Estar acotado a lo que significa condiciones de trabajo como horarios o salarios. Y buscar formas de defender esos intereses que no invadan el espacio del objeto central de las instituciones educativas. ¿Cómo defiende un sindicato un incremento salarial si no es a través de la huelga? No lo sé, pero tendríamos que pensar otras formas que no dañaran al objeto central de la institución donde esos trabajadores se desempeñan. Los trabajadores de la educación realizamos un trabajo como cualquier otro: debemos tener una jornada, un salario, ciertas prestaciones. Pero hay que separar las tensiones de la vida laboral del quehacer como académico, profesor, supervisor. No es fácil, pero habría que pensar en formas de defender derechos legítimos que no invadieran al objeto central de las instituciones.
—Ante un panorama en el que el gobierno federal no parece querer impulsar una reforma educativa y en el que el sindicato tampoco promoverá esos cambios, ¿qué pueden hacer las propias instituciones educativas, los medios, la sociedad?
—Lo que hacemos cada quien en su ámbito. Los medios han destacado, a veces con amarillismo, las deficiencias de lo educativo. Esa es una forma de que la sociedad se dé cuenta de que el tema debe ser una prioridad. A quienes estamos en las instituciones educativas nos tocan diferentes tareas. La mayoría de los maestros está comprometida con sus grupos. Hablar de Elba Esther o de la cúpula del SNTE no es hablar de todos. Generalizar no nos sirve. Hay muchos maestros que hacen lo que les toca pero están muy solos. Quienes hacemos investigación educativa o estamos en las universidades tenemos una gran responsabilidad porque podemos alertar de ciertas condiciones, siempre y cuando nos oigan. El gobierno federal tiene que voltear a las instituciones. Nos toca proponer; a ellos, oírnos y hacer una articulación mucho más seria que no ha tenido tradición en este país. Cuesta mucho que se oiga la voz de los académicos. Hay que ir acercándonos. La política debe oír a las instituciones, reconocer el saber que se genera en el país, conocer las experiencias del resto del mundo, incrementar los recursos para la investigación y así poder construir otro desarrollo.


Nota: Una versión editada de esta entrevista fue publicada en la revista electrónica Terra Magazine.

4 comments:

Necio Hutopo said...

Yo me perdí... Empiezas hablando de la Sra. Chuky y terminas tirando pedradas al sindicalismo... Ojo, no al SNTE (que se merece cualquier pedrada, sino al sindicalismo en el sector educativo... Aunque reconozco que quien lo hace es la entrevistada, no tu).

En fin... Eso sí; "la declaración de quien ha dirigido al magisterio por casi 20 años fue interpretada como el anuncio de su retiro cercano"... Interpretada por quién? Nadie que no fuera un ingenuo absoluto (o un interezado mendaz) creyó en la posibilidad del retiro de Elba Sther.

La nota es interesante, la entrevista daba para más... Pero te perdisté a la hora de intentar contextualizar.

Mau Torres said...
This comment has been removed by the author.
Mau Torres said...

Don Mario:

Como siempre, muchas gracias por el comentario. Tomo la crítica: la entrevista daba para más y sí pude (y debí) ser más preciso en la contextualización.

Lo que sí aclaro es que ni la entrevistada ni yo le tiramos pedradas al sindicalismo en lo educativo. En todo caso sería, también, una crítica o un deseo loable; como ella misma dice: el sindicalismo representa una lucha social que defiende con todo derecho a los trabajadores, pero en el espacio educativo público, sin olvidar su razón de ser, podría tener otras características que no afectaran a la comunidad estudiantil.

En fin, cuando menos me parece una idea digna de discutir.

Nos seguimos leyendo.

Muchos saludos.

KIKA said...

A mi parece una buena entrevista, creo que Lourdes no es especialista en el tema, sin embargo, tiene elementos para aportar una mirada muy compartida por los especialistas de la educación. Creo también que no "está tirando pedradas" me parece más bien que hace una lectura pertinente de los problemas del gremio magisterial.
Desde mi punto de vista la educación leída a través de los problemas del sindicato tiene múltiples problemáticas y tal pareciera que en las resoluciones no se planteara como prioritaria la formación de las jóvenes generaciones. Parece que no hay proyecto que sustente la educación; por un lado los problemas magisteriales se inscriben en registros de la política y las cuestiones emergentes; y por el otro las escuelas están, pero habría que preguntarse qué pasa en ellas, en la relación maestro-alumno hay muchos vínculos rotos que los maestros no parecen hacer conscientes. En este contexto, me pregunto ¿donde cabe la acción alternativa, la creatividad y la práctica de los profesores? en todo este relajo, ¿dónde se inscribe realmente la transmisión? y más aun ¿quién, qué y a quiénes se enseña?
La educación tiene muchos recorridos y este tipo de entrevistas muestran algunos caminos que se han seguido, pero es mucho más amplio que ello, a fin de cuentas qué hacen los jóvenes con sus recorridos en la escuela, cuando los profesores no están a la altura de las necesidades reales. Tal pereciera que esto no importa.