Friday, October 24, 2008

Plan anticrisis de Calderón, correcto pero insuficiente: Aurora Gómez Galvarriato

Investigadora del CIDE califica como positiva la intención de invertir en infraestructura y de construir una refinería; por el contrario, señala, bajar los aranceles afectaría los productos nacionales y las fuentes de empleo


Aunque el gobierno de México camina “en la dirección correcta” con el paquete de medidas que recién propuso para enfrentar el impacto de la crisis financiera global desatada en Estados Unidos, debió haber actuado antes y tendría que destinar más recursos tanto para la construcción de infraestructura como para la creación de fuentes de trabajo, consideró Aurora Gómez Galvarriato, académica del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
Hasta hace algunas semanas, recordó, la administración del presidente Felipe Calderón “vino diciendo que la economía mexicana estaba blindada, que no iba a afectar la recesión, cuando a todas luces eso no podía ser”. El pasado 8 de octubre, sin embargo, el mandatario admitió que la menor actividad económica mundial golpeará al país en la forma de una baja en el precio del petróleo, en la demanda de las exportaciones nacionales, en el envío de remesas de mexicanos que viven en el exterior, así como en una disminución del turismo y de la inversión extranjera.
El mismo día, acompañado de los secretarios de Hacienda, Agustín Carstens, y de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, Calderón anunció el Programa para Impulsar el Crecimiento y el Empleo, compuesto por cinco puntos: aumentar el gasto público en infraestructura, agilizar el ejercicio del presupuesto en esta materia, construir una nueva refinería, brindar mayor apoyo a pequeñas y medianas empresas, y promover la desregulación y desgravación arancelaria.
Según el jefe del Ejecutivo, de aprobar el Congreso de la Unión los cambios legales que implica su programa —como eliminar el esquema de Proyectos de Impacto Diferido en el Registro del Gasto (pidiregas) para asumirlos como deuda de Pemex—, el país contaría con 78 mil millones de pesos que podrían emplearse para aminorar los efectos de la crisis. De ese monto, Calderón planteó dirigir 53 mil millones a obras de infraestructura energética, carretera, ferroviaria, educativa, de salud, de seguridad, agropecuaria y de vivienda.
De acuerdo con Gómez Galvarriato, en las circunstancias actuales “es importante que el gobierno tenga la capacidad de actuar contracíclicamente”. Para ello “tiene que dejar atrás la idea del déficit público cero, de tener una balanza pública completamente equilibrada, que fue su objetivo desde hace varios años. Gracias a que ha mantenido ese presupuesto relativamente equilibrado, hoy puede gastar”.
No obstante, la doctora en Historia por la Universidad de Harvard señaló que las cantidades proyectadas le parecen insuficientes. Los 53 mil millones de pesos, por ejemplo, “ya era dinero que estaba destinado para infraestructura y no se gastó porque no se hicieron las licitaciones a tiempo o por otras razones”. Por ende, “el gobierno tiene que volverse expedito en eliminar trámites y en ver que ese dinero empiece a entrar a la economía ya”.
La investigadora calificó como positiva la idea de edificar una refinería porque esto permitiría dar un mayor valor agregado al petróleo. Igualmente, se expresó en favor de los proyectos de infraestructura “porque en México, para ser más productivos, necesitamos mejores carreteras, más presas, una inversión mucho más grande en rubros que han descuidado los gobiernos de las últimas décadas”.
Por otra parte, criticó la propuesta de bajar los aranceles puesto que tal medida podría afectar a los productos nacionales y por tanto a las fuentes de empleo. Asimismo, agregó, la tasa de interés interbancaria, de alrededor de 8.25%, no resulta “congruente” con el propósito de incentivar el crecimiento.


Excesivo optimismo ante crisis larga
La crisis actual, expuso Gómez Galvarriato, es “completamente distinta” a las que sufrió México en 1982 y en 1994-1995 porque, mientras aquéllas tuvieron un origen interno debido a la fragilidad del sistema financiero y al endeudamiento, ésta partió de causas externas como la falta de regulación en los mercados y el hecho de que “desde hace varios años EU ha venido gastando más de lo que percibe”.
El episodio que vivimos, explicó, encuentra muchas similitudes con la crisis de 1929. En aquella ocasión, el país se vio afectado porque otras naciones dejaron de importar mercancías como plata y petróleo y porque muchos mexicanos que laboraban en EU tuvieron que volver. Hoy, indicó, se espera que en el transcurso de 2009 regresen al país 800 mil personas que aumentarían el número de desempleados.
“A diferencia de las crisis internas —mencionó—, las externas tienden a ser más largas. Mi impresión es que esta crisis global va a ser menos profunda que la del 29, pero muy larga”. Ante esta situación, habrá que esperar tanto las políticas que apliquen estadounidenses como la respuesta de Europa, mientras que México debe prepararse para dificultades que se extenderán durante años.
Para la académica, el gobierno no está dimensionando el tamaño de la crisis que va a venir y esto se refleja en los indicadores macroeconómicos “excesivamente optimistas” que manejan las autoridades, por ejemplo, el precio del petróleo o la estimación de crecimiento para 2009. “Creo que en estas circunstancias conviene pecar de pesimistas”, comentó.
En ese sentido, el Ejecutivo tendría que reparar con mayor atención en el caso de los migrantes que regresarán de EU y en las familias que ya no recibirán un ingreso por envío de remesas. Del mismo modo, añadió, habría que pensar en zonas como el norte del país, que se verán “muy seriamente afectadas” como consecuencia de una menor demanda de las exportaciones mexicanas, y diseñar acciones coordinadas entre los gobiernos federal, estatales y municipales.
Sobre el panorama que aguarda a la población, concluyó: “Siguen tiempos de vacas flacas, no sabemos cuánto va a durar, pero es un tiempo de apretarse el cinturón, de ahorrar, de no gastar de más, de no hacer gastos innecesarios, de no endeudarse en tarjeta de crédito, de ser bastante cautos, conservadores en las decisiones que uno hace. Eso es lo que me planteo a mí misma y es lo que sugeriría”.


Nota: Una versión editada de este texto fue publicada en la revista electrónica Terra Magazine.

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