Friday, November 20, 2009

México: busquemos la ruta

A poco más de un mes de entrar al 2010, el tan cantado año de nuestros centenarios, así es como veo al país: sin acuerdos, sin proyecto, sin futuro. No escribo sin esperanza porque, necio como soy, quiero pensar que todavía podemos transformar ese estado de cosas. Y aunque para cualquier observador las dificultades de llevar a cabo esa tarea saltan a la vista, la necesidad y la urgencia de encarar el reto deben ser mucho mayores.
Hoy como en contadas ocasiones se torna evidente el agotamiento del modelo que hemos seguido como nación, uno cuya única guía ha sido la acumulación de poder y riqueza en unos cuantos, mas no la búsqueda de calidad de vida para toda la población ni el largo plazo.
Voces tanto a la derecha como a la izquierda advierten, por ejemplo, del error de haber emprendido una transición a la democracia pluripartidista luego de 70 años de régimen de partido hegemónico sin antes habernos asegurado de contar con los mecanismos político-jurídicos que permitieran y agilizaran la toma de decisiones. Señalan también las consecuencias funestas que ya tiene para el Estado nuestra extrema dependencia del petróleo. Alertan del freno para el desarrollo económico que representan los monopolios públicos y privados. Reclaman por el descuido sistemático a la educación, la ciencia y la tecnología. Deploran el corporativismo, la corrupción, la falta de espacios para la sociedad civil y la apatía ciudadana.
Los muchos problemas que padecemos, pues, han venido creciendo por décadas, al grado de que seguir postergando su solución de raíz —o sea, no atendida con paliativos— equivale a un suicidio.
¿Cómo emprender lo que recientemente José Narro Robles, el rector de la UNAM, llamó la refundación de la República? Una vez conocidas las fallas, lo primero es, en mi opinión, idear y elaborar un proyecto de nación que nos sea común a todos y que nos conduzca a superar los obstáculos; es indispensable, de esa manera, definir el papel que deseamos jugar en el mundo, la meta hacia la que nos queremos dirigir y el o los caminos para arribar a ella.
La enumeración de todos los elementos que debería incluir ese programa rebasa por mucho las aspiraciones de este texto y mi propia capacidad, pero creo que más de un lector coincidirá en algunos de los temas que son ineludibles.
Entre ellos ubico, a propósito de la apenas aprobada Ley de Ingresos, el imperativo de dar viabilidad al Estado dotándolo de los recursos fiscales suficientes, para lo cual requerimos una reforma hacendaria real, redistributiva, que abarque a quienes no pagan impuestos —no nada más a los contribuyentes de siempre— y combata la evasión. Igualmente está el deber de fortalecer la educación en todos sus niveles para formar ciudadanos, trabajadores preparados, empresarios e investigadores, de vincular la academia con el aparato productivo y de abrir a la competencia una economía repartida entre pocos actores. Un asunto más es el de exigir desde la legislación y en los hechos una mayor responsabilidad de parte de los funcionarios públicos, profesionalismo y rendición de cuentas.
Por supuesto, la mera intención de diseñar un proyecto que contemple estos y otros puntos demanda diálogo sensato y consenso genuino, activos muy escasos en estos días.
La preocupante situación actual, sin embargo, apela a que tanto los políticos de todos los partidos como los ciudadanos de todos los sectores trabajemos juntos en el mapa a seguir no sólo en el célebre 2010, sino en los próximos cinco, 10, 20, 50 años. De lo contrario, si prevalecen la división y los intereses particulares cuando no mezquinos, la realidad no tardará en cobrarnos costosas facturas.
Más allá de la parafernalia oficial o del patriotismo de dientes hacia fuera, aprovechemos el 99 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana para recordar que todos viajamos en el mismo barco. Y que de nosotros depende dejar que se hunda o llevarlo a buen puerto.


Nota: Este texto aparece en los Dardos de diasiete.com.

3 comments:

Necio Hutopo said...

Con perdón del abuso de la metáfora marinera... pero este asunto del barco empieza, indispensablemente, por tirar al capitán por la borda...

Ricardo Cruz García said...

Saludos Mauricio, buena reflexión, a veces también me siento así, pero siempre espero que algo cambie, que algo debe transformarse... Un saludo de Ricardo Cruz García, de la FCPyS de la UNAM.

Ricardo Cruz García said...

Ah, y verás que se asemeja un poco lo que dices con lo que siento, en
"La idea de patria"
http://colectivoadversus.blogspot.com/2009/11/la-idea-de-patria.html