Tuesday, January 20, 2009

Obama ante el mundo

Barack Obama llega hoy a la Casa Blanca. El primer presidente afroamericano en la historia de Estados Unidos inicia su mandato luego de un claro triunfo en las elecciones del pasado 4 de noviembre, y representando las esperanzas de millones de personas de que podrá sacar a su país y al mundo de la crisis actual.
No obstante, la realidad y la cautela advierten que para nadie es conveniente mantener elevadas expectativas sobre las promesas y los posibles logros de esta nueva administración.
Durante los últimos meses se han puesto cada vez más en evidencia los efectos negativos que los ocho años de gobierno del republicano George W. Bush han tenido dentro y fuera de la Unión Americana.
Al interior, debido al gasto excesivo que sus autoridades han ejercido, en 2009 Estados Unidos enfrentará un déficit fiscal de 1.2 billones de dólares, recesión, dificultades serias en sus sectores financiero y automotriz, la peor tasa de desempleo desde 1945 (que alcanzó 7.2% en diciembre), así como la angustia social de los ciudadanos que dejan de percibir un ingreso o pierden sus casas.
Hacia el exterior el panorama no es menos crítico. La aún primera potencia mundial debe lidiar con los principales frentes abiertos por su política belicista, es decir, Afganistán e Irak, lo mismo que con el repudio internacional que se ha granjeado a causa de su “guerra preventiva contra el terrorismo” o de su nulo respeto a los derechos humanos, algunas de cuyas muestras más indignantes son las cárceles de Abu Ghraib y Guantánamo.
Además, a las situaciones mencionadas se suma el hecho de que, dentro de su territorio, el Ejecutivo estadounidense ni siquiera gozará de carta abierta para aplicar sus ambiciosos programas de generación de empleo o seguridad social y, allende sus fronteras, nada garantiza que sus promesas de campaña de verdad vayan a traducirse en un giro radical respecto del intervencionismo promovido por Bush. En ambos casos Obama encarará la realpolitik: la relación con el Congreso, la resistencia de intereses particulares y la habilidad de su equipo.
De ese modo, pese a las ilusiones que ha despertado no sólo en su país sino en el mundo entero —visibles en el quórum que logró reunir a su paso por Berlín en julio de 2008 o en la atención que a él presta la Unión Europea—, simplemente sería poco realista aguardar a que de inmediato restaurará la confianza de los mercados, acabará con la crisis financiera, conseguirá reactivar la economía y buscará contribuir a un orden global pacífico, más justo y más libre.
Para expresarlo en términos llanos, el nuevo mandatario no es un superhéroe que de un plumazo resolverá los problemas del planeta. No es, como lo ilustró hace unos meses el caricaturista Ángel Boligán, una nueva versión del Capitán América, ni tampoco el Tío Barack a quien todo se le puede pedir.
Por lo demás, muy mal haría cualquier país en esperar que Obama sea la solución a sus obstáculos. En la coyuntura por la que atravesamos y dado que Estados Unidos es el principal motor de la economía global, el papel del nuevo inquilino de la Casa Blanca será clave en la manera como se maneje la crisis. Sin embargo, eso no exime a cada nación de construir su propio desarrollo y trazar sus propios caminos.
México, por ejemplo, que concentra 80% de sus exportaciones en el mercado estadounidense, es uno de los primeros interesados en que se recupere el vecino del norte, pero no por ello debe limitarse a suponer que de allá provendrá el impulso que lo sacará del pozo. Por el contrario, tiene la obligación de reducir esa dependencia económica y de prevenir las intenciones de una intervención militar que parecen surgir bajo el pretexto de que los cárteles del narcotráfico pudieran constituirse en una amenaza para la seguridad de EU.
Terminaron para el demócrata las épocas de candidato carismático y de presidente electo. Comienzan las del ejercicio del poder como protagonista del mundo contemporáneo, con sus responsabilidades y con sus reclamos. Así pues, sin aguardar milagros y sin permanecer pasivos frente a la realidad global, veamos si a partir de este 20 de enero y durante los próximos cuatro años Barack Obama es o no capaz de refrendar sus ideales de cambio.

Nota: Este texto aparece hoy en e-joven.

1 comment:

Necio Hutopo said...

Yo no es que espere milagros... De hecho, dada lo bajo de mis espectativas hacia para con Obama, la verdad, casi cualquier cosa sería mejoría...