Monday, August 04, 2008

Minitour tapatío [crónica]





GUADALAJARA, Jalisco.— La gastronomía local se hace presente. Encontrar un establecimiento o incluso un carrito en el que se ofrezcan tortas ahogadas es casi tan común como lo es hallar en el DF un puesto de quesadillas o un expendio de hamburguesas. El célebre platillo, al menos para el gusto garnachero y el estómago fuerte, resulta tentador: un bolillo relleno de carnitas, bañado en salsa y acompañado de cebolla, rábanos y lechuga. Pozole, birria, tacos y mole también forman parte del menú.
Abundan, asimismo, la cerveza y el tequila. Detrás de una vitrina, como un ejemplo de la unión de símbolos identitarios, se exhibe una botella de destilado de agave marca Rebaño Sagrado, impresos los colores y la insignia del equipo de futbol más popular de México: las Chivas.
Es Guadalajara en temporada vacacional. Cinco o seis autobuses permanecen estacionados enfrente de los hoteles ubicados sobre calzada de la Revolución. Visitantes descienden, ingresan al lobby, se agrupan en filas. Con frecuencia, el sonido de este rumbo es el de los cascos de los caballos que jalan las calandrias que recorren el centro histórico.
Un amplio perímetro es el que abarcan los sitios turísticos. Al occidente, no lejos del límite con Zapopan y pasando los arcos que recuerdan la fundación de la ciudad en 1542, la fuente de La Minerva se yergue —imponente al atardecer— en el cruce de las avenidas Godolfo Cantú, Adolfo López Mateos, Ignacio L. Vallarta y Agustín Yánez.
Hacia el centro, los paseantes se reúnen a la entrada del Teatro Degollado, caminan por la galería joyera, departen en la Plaza Tapatía u observan la catedral. Junto a este templo, un monumento resalta por su sencillez y belleza. Dispuestas en forma de cuadro, 22 estatuas —entre ellas las de Efraín González Luna, Gerardo Murillo Dr. Atl, Irene Robledo, Valentín Gómez Farías y José Clemente Orozco— componen la Rotonda de los Hombres Ilustres. A espaldas de las figuras, un jardín rodea una construcción conformada por columnas ordenadas en círculo y en cuya parte superior, al frente, se lee: “Jalisco a sus hijos esclarecidos”.
En otro punto de la ciudad, la tranquilidad afuera del antiguo edificio de la Universidad de Guadalajara contrasta con el conflicto que vive la institución. El viernes, cuando menos cuatro diarios locales dedican su nota principal al asunto. El Informador y El Occidental coinciden en el enfoque: el rector, Carlos Briseño, convoca al diálogo. Por su parte, Mural y Público dan otro matiz a la información; mientras el primero cabecea “Modera Briseño su tono”, el segundo presenta “UdeG: pactan tregua sin cerrar la herida”.
La pugna recién desatada en la segunda universidad pública más importante del país, expone Hermenegildo Olguín Reza en el número 1656 de Proceso, se resume a lo siguiente: Carlos Briseño ha evidenciado más su distanciamiento con respecto de su otrora protector y ex rector Raúl Padilla, provocando con ello el descontento de quien es catalogado como el “poder real” en la UdeG. Por un lado, órganos afines a Padilla publican desplegados contra Briseño, al tiempo que, por el otro, éste se defiende y afirma “quien manda aquí ahora soy yo”.
El fondo de la cuestión —sintetiza Olguín Reza— es que ambos, Briseño ligado al PRI y Padilla al PRD, pretenden ser candidatos a la gubernatura del estado en las elecciones de 2012. Por ende, para fortalecer sus alianzas, han empezado a acercarse al panismo jalisciense: Briseño con el gobernador Emilio González Márquez y Padilla con el ex mandatario y ex secretario de Gobernación Francisco Ramírez Acuña. Y para sustentar sus aspiraciones políticas, además, el presupuesto y la plataforma que representa la UdeG se vuelven indispensables. Todo esto en tanto en medio aguarda una matrícula de 195 mil alumnos.
Grillas aparte, el viernes por la tarde la urbe se prepara para uno de sus clásicos del futbol. Esa noche, en el inicio de la jornada dos del Torneo Apertura 2008, los Tecos reciben a las Chivas. Restaurantes y bares invitan a disfrutar el juego, sólo transmitido en vivo por el sistema Sky. Al final, y a pesar del ambiente festivo en el club blanquiazul por el hecho de que seis de sus integrantes fueron llamados a la selección nacional, los tecolotes se llevarían el encuentro por marcador de uno a cero.
“Fue culpa del portero, que salió bien feo”, explicaría el sábado, previo al Atlas-Cruz Azul, un vendedor de playeras a un costado del estadio Jalisco. “Pero ojalá le den chance al chavo”, agregaría el hombre acerca del novato guardameta del rebaño Sergio Rodríguez. “Todos tienen errores —concluye—, pero está joven y todavía la puede hacer”.
Tlaquepaque es ya la última escala del tour. La gente busca dónde almorzar, visita iglesias que datan del siglo XVII —como la de San Pedro Apóstol y la de Nuestra Señora de la Soledad—, toma el sol u observa las artesanías. Al mercado principal, no obstante, acuden pocos. Dos vendedoras advierten: el negocio ha ido muy mal. Apenas esperanzada, una de ellas añade: “Dios quiera que mejore”.
Y ahí, entre jarros, tazas, cuadros, mantas y demás, unas tablas sin más utilidad que hacer reír o pensar llaman la atención. Una de ellas alberga un cínico deseo: “¡Dios mío, házme rico… ¡pero déjame lo huevón!”. Otra confirma un secreto a voces: “En esta casa manda mi papá porque mi mamá así lo decidió”. Una tercera encierra una cátedra de prudencia: “No hagas todo lo que ves / No creas todo lo que oyes / No digas todo lo que sabes / Porque el que hace todo lo que ve / Cree todo lo que oye / Dice todo lo que sabe / Hará lo que no debe / Creerá lo que no es cierto / Dirá lo que no conviene”. Valiosa lección de viaje.

1 comment:

Necio Hutopo said...

Guadalajara, una de las mejores ciudades de México (pese a los jaliquillos que por ahí abundan) es una ciudad que vale la pena mirar por propio pie (o era caminar por propiso ojos?)... Y, sobre todo, probar con el propio gusto... Eso sí, se recomienda llevar antiácidos...