Friday, November 28, 2008

El PRI construye regreso al poder [reportaje]

Factores como el desencanto ciudadano con los gobiernos del PAN y las divisiones en el PRD han favorecido que el octogenario partido tricolor retome fuerza rumbo a 2009

El Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México durante más de 70 años, ha tenido un 2008 casi perfecto en términos electorales. Cinco de los seis comicios locales efectuados en los últimos 11 meses han reportado victorias claras para el tricolor, que en la picaresca del país frecuentemente es comparado con un dinosaurio: no sólo es el instituto político más viejo, sino que, como en el cuento de Augusto Monterroso, sigue ahí.
De ese modo lo ha entendido, entre otros, el caricaturista Omar. En un cartón publicado el pasado sábado 15 de noviembre en el suplemento Ideas del diario El Universal, el dibujante plasmó a Beatriz Paredes Rangel, dirigente nacional del PRI, como en una nueva versión del flautista de Hamelín. Interpretando su instrumento, la tlaxcalteca llama a pequeños reptiles del jurásico, cada uno en representación de los triunfos que el organismo ha venido acumulando: Quintana Roo, Nayarit, Guerrero, Coahuila, Hidalgo.
Humorismo aparte, mientras los priístas se congratulan de sus logros y su presidenta señala que el PRI es “imprescindible” porque “es el partido que construyó el México del siglo XX, es el partido que construirá el México digno del siglo XXI”, analistas como Jorge Zepeda Patterson lamentan que, debido a las incapacidades mostradas por las administraciones del Partido Acción Nacional (PAN), entre otros factores, mucha gente extrañe a los gobernantes del tricolor porque —ironizó recientemente en su columna Rehilete— “al menos tenían oficio político”.


Eslabones verde, blanco y rojo
La cadena de victorias del PRI comenzó el domingo 3 de febrero en Quintana Roo. En aquella entidad del Caribe mexicano, el Revolucionario Institucional ganó siete de nueve municipios y la mayoría del Congreso local con 14 diputaciones. Ese mismo día el tricolor se quedó con las manos casi vacías en Baja California Sur, ya que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se hizo con las cinco presidencias municipales en disputa y con nueve diputados en la Legislatura del estado. Sin embargo, esa sería la única derrota electoral que sufrirían los priístas en todo 2008.
Dos semanas más tarde, el 17 de febrero, en una jornada marcada por un abstencionismo superior a 70%, el PRI se erigió como primera fuerza política en el Congreso de Hidalgo con un total de 17 legisladores. Ya a mediados de año, el 6 de julio, los comicios de Nayarit dieron otro triunfo al otrora partido hegemónico: 12 de 20 municipios y 16 diputaciones.
Tres meses después, el 5 de octubre, el priísmo golpeó en una entidad considerada bastión del PRD: Guerrero. Ayudado por circunstancias como las divisiones en el perredismo, el Revolucionario Institucional obtuvo al menos 11 asientos en el Congreso local y 45 de 81 presidencias municipales, incluida la de Acapulco, uno de los puertos turísticos más importantes del país. Posteriormente, el 19 de octubre, los priístas afianzaron su fortaleza en la Legislatura de Coahuila al vencer en los 20 distritos electorales de ese estado del norte.
Y el pasado 9 de noviembre, de nueva cuenta en Hidalgo, concluyó esta cadena triunfalista para el PRI. Ahí, donde a principios de año ya había alcanzado la mayoría legislativa, conquistó 55 de los 84 municipios en juego. Balance final: cinco de seis elecciones con saldo positivo.


Tendencia “difícil de revertir”
Para César Cansino, director del Centro de Estudios de Política Comparada, las victorias del PRI se explican por tres motivos. El primero de ellos es el descontento de los ciudadanos con los gobiernos de partidos que antes eran de la oposición. Tras la salida del tricolor del poder presidencial, expuso el politólogo en entrevista telefónica, mucha gente generó expectativas de cambio “que no se han colmado”.
La segunda razón es el “voto de castigo” que el electorado ha ejercido en contra del PAN, mientras que la tercera radica en que el Revolucionario Institucional, “que se sabe el fiel de la balanza”, ha sido “discreto” con sus propios conflictos internos. A decir de Cansino, los priístas, al contrario de sus adversarios panistas y perredistas, han sabido apartar sus diferencias de la mirada pública, lo que ha redundado en la preservación de cierta unidad partidista al igual que en un menor deterioro de su imagen de cara a la ciudadanía.
Así, con rumbo a las elecciones de 2009, en las que se renovarán la Cámara de Diputados y las gubernaturas de los estados de Campeche, Colima, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sonora, así como 12 legislaturas locales, 572 municipios y las 16 delegaciones del Distrito Federal, la tendencia a favor del PRI “difícilmente se va a revertir”. Esto se debe, argumentó, a que las divisiones dentro del PRD estallarán tarde o temprano y a que los fracasos del gobierno federal en materia de seguridad y economía contribuirán al declive electoral del PAN.
Frente a ese escenario de previsible triunfo del tricolor el próximo año y de su posible retorno a la Presidencia del país en 2012, Cansino planteó dos visiones.
De acuerdo con la optimista, si el priísmo vuelve al Ejecutivo por la vía de comicios, “quisiera pensar que ya existen las condiciones para que la alternancia de partidos en el poder no represente el retorno del autoritarismo de antaño”. Por otra parte, desde un enfoque pesimista, “también hay que reconocer que no se han hecho las reformas legales e institucionales necesarias para romper con ese pasado autoritario de abusos, negligencias y corporativismo”. En consecuencia, “nada asegura que con el regreso de PRI no vuelvan las prácticas de antes”.
Hoy, empero, lejos aún de confirmar o desechar alguna de las anteriores proyecciones, es factible ya observar al menos tres realidades. En primer lugar está un tricolor orgulloso de sus avances y seguro de obtener más. En segundo, una cadena de resultados electorales que da sustento a las expectativas priístas. Y en tercero, el desconcierto de quienes, como el citado Zepeda Patterson, sólo se explican el nuevo encumbramiento del octogenario partido porque “ante la incertidumbre, los mexicanos optan por un pasado maquillado, por la nostalgia distorsionada. Una especie de síndrome de Estocolmo colectivo: los antiguos victimarios ya no parecen tan malos”.


Nota: Una versión editada de este texto fue publicada en la revista electrónica Terra Magazine.

1 comment:

Necio Hutopo said...

No hay certezas de que el PRI no volverá a las prácticas de antes? Efectivamente, la certeza es que, de hecho, volverá...

Y luego hay quien dice que la idea de subirse al monte con la fusca en un costado y la tata entre manos es exagerada... me da a mi que habra que irse organizando, porque, visto lo visto, no va a haber de otra...