Thursday, July 20, 2006

Miden 8.5 por 5.3 centímetros


¿Alguna vez ha reparado en la importancia de las credenciales? Por una u otra razón es probable que sí: no haber podido acceder a la escuela, verse con los bolsillos vacíos tras la imposibilidad de cobrar un cheque, sufrir frente a un agente de tránsito por no portar la licencia, padecer una breve semihumillación ante un presuntuoso y medio o muy musculoso cadenero de nombre Roco (sic) con tal de entrar al antro.
Pero, ¿qué son esos rectángulos de cartón o, las más de las veces, plástico que contienen nuestra imagen (con frecuencia una no muy grata) y/o algunos de nuestros datos? Conocidas en inglés como ID’s, ¿son, valga la analogía, fragmentos de nuestra identidad? Quizá el asunto no llegue a tanto. Empero, lo cierto es que su utilidad puede ser incalculable.
En fechas recientes he tenido la oportunidad de corroborar qué tan valiosas pueden ser las credenciales. (Me pregunto, por cierto, cuál será el promedio identificaciones, de cualquier tipo, que un ser humano recibe a lo largo de su vida.) He aquí algunas anécdotas.
Remontémonos al domingo 2 de julio de 2006. Sí, está en lo correcto: el día de las elecciones. Me permito relatar de nueva cuenta, aunque —espero— en menos palabras, el episodio ya conocido por mi familia, amigos y conocidos: en la tarde, alrededor de las 4:00 (las casillas cerraban a las 6:00), estando a menos de 30 metros de donde me correspondía sufragar, me percato de que he extraviado mi credencial del IFE; la había olvidado, ¡casi una semana antes!, en el edificio de El Universal. La obvia consecuencia: no pude votar. En vista de los resultados hasta ahora oficiales, no ha faltado quien me haya bromeado: “Ya ves, por tu culpa no va a ganar López Obrador”.
Ahora vayamos a la semana pasada, en concreto, del martes 11 al domingo 16. Los amigos habíamos planeado salir de vacaciones desde hacía unos seis meses. Después de mucho dialogar, decidimos ir a Playa Azul, Michoacán. Al no poseer un automóvil propio ni tener los recursos para pagar un boleto de avión, el medio de transporte fue el autobús. Nuestra condición de estudiantes, así como el hecho de contar con la credencial actualizada, nos permitió ahorrarnos muy buen dinero, tanto que con el precio de un viaje redondo pagamos dos.
El día que fuimos a comprar los pasajes de ida, además, al observar a la vendedora revisar que los sellos del actual ciclo escolar estuvieran en orden, recordé que a Erika y a mí no nos había preocupado resellar nuestras credenciales hasta aquella ocasión que en la Cineteca Nacional no nos hicieron el descuento del 50 por ciento por no estar éstas actualizadas.
Por último referiré algunos acontecimientos de la presente semana. He comenzado mis prácticas profesionales en El Universal. Apenas ayer, jueves, recibí la credencial que —al menos por el momento— me abre las puertas del periódico sin la necesidad de acudir a recepción, reportarme, registrarme y, sobre todo, recibir y tener que portar “en un lugar visible” uno de esos espantosos pegotes con la leyenda “Visitante” que, por alguna razón que no logro precisar, siempre me han molestado.
Basten estos pequeños ejemplos para demostrar la utilidad de una credencial. Como éste, en pocos instantes he podido comprender con tal empatía la angustia de quienes han extraviado la cartera y, movidos por la desesperación, han pegado en las paredes o los baños de la Facultad un letrero con semejante explicación: “Perdí mi cartera / Es rosa con estrellas plateadas / Si la encontraste, por favor devuélvemela / Trae todas mis credenciales y quiero recuperarlas”. El interés se hace más evidente cuando, aunado al tono dramático impreso al mensaje, se ofrece una recompensa.
En lo que a mí respecta, espero nunca verme en tales aprietos, e inmerso en cierta nostalgia adelantada por terminar la carrera (en agosto empiezo el último semestre), me cuesta trabajo hacerme a la idea de abandonar el privilegio del préstamo a domicilio con la credencial de la Biblioteca Central.
Pienso que una conclusión medianamente justa podría ser la siguiente: lo importante no sólo son las credenciales, sino todo lo que representan, y muchas veces eso a lo que aluden somos nosotros mismos.

No comments: