[Entrevista con Ricardo Pascoe Pierce,
ex embajador de México en Cuba]
ex embajador de México en Cuba]
Ricardo Pascoe Pierce, doctor en Economía por la London School of Economics and Political Science, fue nombrado en el año 2000 embajador de México en Cuba por el entonces presidente Vicente Fox. Durante su gestión, concluida en octubre de 2002, enfrentó algunos de los momentos más álgidos de la relación bilateral, entre ellos el “Comes y te vas”.
Ante lo que han expresado el ex presidente Carlos Salinas de Gortari y el ex canciller Jorge Castañeda acerca del vínculo entre ambos países, en entrevista telefónica el otrora diplomático menciona que las dos visiones “son los dos extremos opuestos”.
Para Pascoe, Salinas de Gortari manifiesta la “vieja visión priísta, hacer caso omiso de lo que ocurra en la isla, escudarse en la autodeterminación para quedarse callado”. Esto, considera, constituye una “falsificación de la política exterior” porque equivaldría a “repensar la relación con Cuba sobre bases falsas”, puesto que México opina sobre distintos temas en los organismos internacionales.
En el otro extremo, lo que Jorge Castañeda plantea es ir a pelearse abiertamente sin decir cuál es su postura. El ex secretario de Relaciones Exteriores, añade, “se ha convertido en un cabildero de los ricos de Miami”.
El ex embajador asegura que México debe buscar una postura intermedia, ser un agente promotor del diálogo entre la “Cuba de adentro” y la “Cuba de afuera”, o sea, entre los cubanos que viven en la isla y los que han salido de ella, para lo cual se requiere tacto político y diplomático.
México, aclara, ha perdido mucho por la irresponsabilidad de quienes estuvieron a cargo de la política exterior en el anterior sexenio, aunque tiene que reconstruir esa posibilidad.
—Al asumir su cargo como presidente, Felipe Calderón señaló que se llevaría a cabo un giro en la política exterior. Algunos columnistas, como Raymundo Riva Palacio, han criticado estas declaraciones argumentando que sólo son buenas intenciones que han carecido de acciones concretas, y que es con Cuba con quien México primero tendría que acercarse. Cuba, dicen, tendría que ser “la llave” para acercarse a América Latina.
—Yo creo que es demasiado temprano para hacer un balance. Se ha avanzado con discreción en el tema de América Latina. Por lo que sé, la propia canciller (Patricia Espinosa Cantellano) ha promovido encuentros con Cuba, con su embajador en México. Además, hay que recordar que Calderón está remando contracorriente seis años en lo que toca a las relaciones con América Latina y Cuba, contra lo que fue una conducta incorrecta. Existe mucho malestar de América Latina hacia México, por lo que con cuidado habría que idear una estrategia convincente, real, a largo plazo.
—Dentro de esa estrategia, ¿cuáles podrían ser algunas acciones concretas?
—Una de ellas sería que México retirara la demanda de pago hacia Cuba con el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext). México podría alcanzar una negociación amistosa de esa deuda. También podría ofrecerse a Cuba una línea de crédito especial para comprar petróleo y ayudarle en su situación económica. En tercer lugar, podría quitarse el estigma de persona non grata al diplomático cubano Orlando Silva.
—¿Qué ocurrirá cuando Fidel Castro muera? ¿Cómo deberá afrontar México ese acontecimiento?
—Ya sea que Fidel Castro muera o salga definitivamente del escenario político, cambiar de un sistema de decisiones unipersonales a compartidas no ocurre en poco tiempo. Pero de hecho este proceso ya se está dando desde hace siete u ocho meses. Raúl Castro no tiene un poder total como su hermano. Ya está cambiando la manera en la que la clase política cubana toma las decisiones. México debiera hacer todo el esfuerzo por estar presente, por asumir el papel de un país confiable, aunque es muy difícil. Recuperar ese espacio requerirá de inteligencia, decisión.
—Al morir Fidel Castro, ¿afrontarán México o Estados Unidos un éxodo masivo de cubanos a sus territorios?
—No estoy tan seguro. Presenciamos el arribo permanente de cubanos a las costas de México, hay un goteo migratorio que pudiera convertirse en un río de personas, pero esto en mucho dependerá del proceso interno en la isla. No se sabe si ha habido o no conatos de aumentar la migración. No hay indicios de que eso ocurra cuando muera Fidel. La clase política cubana es muy sofisticada porque ha viajado, a diferencia, por ejemplo, de la Corea del Norte, que tiende al aislamiento, y tiene la capacidad de mantener la estabilidad política.
—¿Cómo debe México afrontar el hecho de compartir una amplia frontera con Estados Unidos y, a la vez, una relación estrecha con Cuba, o una relación que busca reconstruir?
—No creo que exista contradicción en tratar de llevar una buena relación con ambos países. Esa es una falsa disyuntiva. Caímos en esa trampa porque quisimos, y Jorge Castañeda tuvo sus razones político-personales y de su chequera. Es posible tener una buena relación con Cuba y Estados Unidos. México no tiene por qué ser visto como un ariete de Estados Unidos hacia América Latina. Y a México le tiene que interesar Cuba porque es su tercera frontera.
Ante lo que han expresado el ex presidente Carlos Salinas de Gortari y el ex canciller Jorge Castañeda acerca del vínculo entre ambos países, en entrevista telefónica el otrora diplomático menciona que las dos visiones “son los dos extremos opuestos”.
Para Pascoe, Salinas de Gortari manifiesta la “vieja visión priísta, hacer caso omiso de lo que ocurra en la isla, escudarse en la autodeterminación para quedarse callado”. Esto, considera, constituye una “falsificación de la política exterior” porque equivaldría a “repensar la relación con Cuba sobre bases falsas”, puesto que México opina sobre distintos temas en los organismos internacionales.
En el otro extremo, lo que Jorge Castañeda plantea es ir a pelearse abiertamente sin decir cuál es su postura. El ex secretario de Relaciones Exteriores, añade, “se ha convertido en un cabildero de los ricos de Miami”.
El ex embajador asegura que México debe buscar una postura intermedia, ser un agente promotor del diálogo entre la “Cuba de adentro” y la “Cuba de afuera”, o sea, entre los cubanos que viven en la isla y los que han salido de ella, para lo cual se requiere tacto político y diplomático.
México, aclara, ha perdido mucho por la irresponsabilidad de quienes estuvieron a cargo de la política exterior en el anterior sexenio, aunque tiene que reconstruir esa posibilidad.
—Al asumir su cargo como presidente, Felipe Calderón señaló que se llevaría a cabo un giro en la política exterior. Algunos columnistas, como Raymundo Riva Palacio, han criticado estas declaraciones argumentando que sólo son buenas intenciones que han carecido de acciones concretas, y que es con Cuba con quien México primero tendría que acercarse. Cuba, dicen, tendría que ser “la llave” para acercarse a América Latina.
—Yo creo que es demasiado temprano para hacer un balance. Se ha avanzado con discreción en el tema de América Latina. Por lo que sé, la propia canciller (Patricia Espinosa Cantellano) ha promovido encuentros con Cuba, con su embajador en México. Además, hay que recordar que Calderón está remando contracorriente seis años en lo que toca a las relaciones con América Latina y Cuba, contra lo que fue una conducta incorrecta. Existe mucho malestar de América Latina hacia México, por lo que con cuidado habría que idear una estrategia convincente, real, a largo plazo.
—Dentro de esa estrategia, ¿cuáles podrían ser algunas acciones concretas?
—Una de ellas sería que México retirara la demanda de pago hacia Cuba con el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext). México podría alcanzar una negociación amistosa de esa deuda. También podría ofrecerse a Cuba una línea de crédito especial para comprar petróleo y ayudarle en su situación económica. En tercer lugar, podría quitarse el estigma de persona non grata al diplomático cubano Orlando Silva.
—¿Qué ocurrirá cuando Fidel Castro muera? ¿Cómo deberá afrontar México ese acontecimiento?
—Ya sea que Fidel Castro muera o salga definitivamente del escenario político, cambiar de un sistema de decisiones unipersonales a compartidas no ocurre en poco tiempo. Pero de hecho este proceso ya se está dando desde hace siete u ocho meses. Raúl Castro no tiene un poder total como su hermano. Ya está cambiando la manera en la que la clase política cubana toma las decisiones. México debiera hacer todo el esfuerzo por estar presente, por asumir el papel de un país confiable, aunque es muy difícil. Recuperar ese espacio requerirá de inteligencia, decisión.
—Al morir Fidel Castro, ¿afrontarán México o Estados Unidos un éxodo masivo de cubanos a sus territorios?
—No estoy tan seguro. Presenciamos el arribo permanente de cubanos a las costas de México, hay un goteo migratorio que pudiera convertirse en un río de personas, pero esto en mucho dependerá del proceso interno en la isla. No se sabe si ha habido o no conatos de aumentar la migración. No hay indicios de que eso ocurra cuando muera Fidel. La clase política cubana es muy sofisticada porque ha viajado, a diferencia, por ejemplo, de la Corea del Norte, que tiende al aislamiento, y tiene la capacidad de mantener la estabilidad política.
—¿Cómo debe México afrontar el hecho de compartir una amplia frontera con Estados Unidos y, a la vez, una relación estrecha con Cuba, o una relación que busca reconstruir?
—No creo que exista contradicción en tratar de llevar una buena relación con ambos países. Esa es una falsa disyuntiva. Caímos en esa trampa porque quisimos, y Jorge Castañeda tuvo sus razones político-personales y de su chequera. Es posible tener una buena relación con Cuba y Estados Unidos. México no tiene por qué ser visto como un ariete de Estados Unidos hacia América Latina. Y a México le tiene que interesar Cuba porque es su tercera frontera.
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