Felipe Calderón llegó a la Presidencia de México después de un reñido proceso electoral. La intervención del entonces titular del Ejecutivo, Vicente Fox, las campañas negras, la cuestionada actuación del IFE, la decisión del Tribunal Electoral de declarar ganador al candidato del PAN por una diferencia de sólo 0.58% de la votación con respecto de Andrés Manuel López Obrador, del PRD, y las acusaciones de fraude, dentro de otros factores, marcaron los comicios de 2006.
Asumió funciones como presidente el 1 de diciembre pasado. A un año de ello, Alberto Aziz Nassif, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, en entrevista telefónica menciona dos rasgos que han caracterizado a este gobierno:
“El asunto de política interna y de seguridad, relacionado con los operativos contra el crimen organizado, ha sido uno de los más definitorios de este periodo. Un segundo asunto es el de las políticas de legitimación, por la forma en la que llega Felipe Calderón a ser presidente; éstas tienen que ver con construir consensos, alcanzar reformas e incluso cambiar la imagen de la Presidencia de la República y de la campaña electoral misma”.
—Entonces la legitimidad ha sido un asunto que ha pesado en este primer año de la gestión de Calderón.
—Sí, de forma importante. Podemos empezar a ver cómo hace unos días Felipe Calderón, a partir del llamado a la celebración del bicentenario de la Independencia, estableció como ruta hacia 2010 la reconciliación nacional. La manera como se procesó 2006 dejó un país polarizado, un conflicto nacional que se ha ido manifestando en episodios, una división que todavía se siente no ha acabado de cerrar. Esto se ha notado, por ejemplo, en la reforma electoral, que de algún modo busca responder y solucionar el conflicto de 2006, o en la oposición lopezobradorista, que ha ido disminuyendo pero sigue presente.
—Algunos analistas llegaron a hablar de un “rebase por la izquierda” debido a las medidas que el Ejecutivo parecía tomar de esta corriente. ¿Este rebase se ha efectuado?
—No ha sucedido. Si analizamos la política social se nota continuidad con respecto a lo ocurrido en años e incluso en sexenios anteriores con relación al combate a la pobreza o a acabar con la pésima distribución del ingreso que existe en el país. No hay una gran innovación que tenga más acento hacia una política de izquierda o de centro-izquierda o una mayor atención a temas como la redistribución del ingreso, incrementos salariales o más inversión en capital humano.
—¿Puede hablarse de grandes aciertos o grandes errores de este primer año de gobierno?
—En tanto acierto, tal vez en el sentido de mecanismos de gobernabilidad, de mantener la estabilidad. No ha habido una crisis de gobernabilidad, económica o social; se ha administrado lo que existe pero no se ha hecho presente una estrategia a futuro. Hay, asimismo, otros rasgos preocupantes que se han incrementado, como el agotamiento de las reservas de Pemex o las explosiones en ductos de la empresa. En cuanto a errores, el horizonte de mediano y largo plazo se ve incierto. Se ha administrado, pero la presencia de un proyecto no se ve. El estado de cosas en el país no se ha modificado. Se dice que se han logrado las reformas a la Ley del ISSSTE y la fiscal, y la reforma electoral ha sido uno de los cambios importantes en lo que va del sexenio. Sin embargo, quedan muchas reformas estructurales pendientes, como la energética, la laboral, la de medios. Probablemente ahí esté el gran reto para el próximo año y para todo este sexenio: empezar a recuperar la capacidad del Estado en materias estratégicas en las que intereses particulares tienen mucho poder.
—¿Cómo calificaría la relación del Ejecutivo con los otros dos poderes?
—En el caso del Legislativo, si lo comparamos con lo sucedido en el foxismo, hay una mejoría. El protagonismo de Calderón ha sido menor, se han buscado consensos y ha mejorado la percepción pública. Con el Poder Judicial también ha habido cierta “normalidad”, consenso con el Ejecutivo. Aunque vamos a ver qué sucede si se da la reforma judicial, que podría despertar oposición.
—En lo referente a la política exterior, una de las promesas de campaña de Calderón fue que se reconstruiría lo mucho que se había destruido durante el sexenio anterior.
—Para con algunos países de América Latina con los que se habían suscitado conflictos, como Cuba y Venezuela, ha bajado el nivel de enfrentamiento. Por otro lado, en la agenda y la relación con Estados Unidos está una serie de mecanismos en los que no queda clara cuál es la jerarquía del gobierno de México, la seguridad o la migración, por ejemplo. Hay indefinición. Creo que ha sido una política exterior de más bajo perfil, lo que no significa que no se haya hecho mucho, sino que no todo se ha dado a conocer.
—Si el reto es recuperar la capacidad del Estado en áreas estratégicas, ¿cómo se traduce eso en acciones concretas?
—Tendría que establecerse una agenda muy específica. Se prevé que en 2008 vengan reformas que no se han procesado: la judicial, la relativa al federalismo, la de medios, la energética, la laboral. Y vamos a estar en una ventana de oportunidades para esas reformas hasta mediados del año que entra, hasta octubre de 2008, cuando inicia la campaña rumbo a las elecciones intermedias de 2009. También, con políticas públicas que afecten los aspectos importantes: si en crecimiento y desarrollo económico no se ve cómo el país pueda crecer, habrá que trabajar en mecanismos que incidan en la economía y la generación de empleo. Y acerca de los operativos contra el crimen organizado, habrá que ver sus saldos, si han dado resultados o no; y los derechos humanos, que son un asunto importante y hay la percepción de que se han deteriorado debido al énfasis al tema de la seguridad.
Asumió funciones como presidente el 1 de diciembre pasado. A un año de ello, Alberto Aziz Nassif, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, en entrevista telefónica menciona dos rasgos que han caracterizado a este gobierno:
“El asunto de política interna y de seguridad, relacionado con los operativos contra el crimen organizado, ha sido uno de los más definitorios de este periodo. Un segundo asunto es el de las políticas de legitimación, por la forma en la que llega Felipe Calderón a ser presidente; éstas tienen que ver con construir consensos, alcanzar reformas e incluso cambiar la imagen de la Presidencia de la República y de la campaña electoral misma”.
—Entonces la legitimidad ha sido un asunto que ha pesado en este primer año de la gestión de Calderón.
—Sí, de forma importante. Podemos empezar a ver cómo hace unos días Felipe Calderón, a partir del llamado a la celebración del bicentenario de la Independencia, estableció como ruta hacia 2010 la reconciliación nacional. La manera como se procesó 2006 dejó un país polarizado, un conflicto nacional que se ha ido manifestando en episodios, una división que todavía se siente no ha acabado de cerrar. Esto se ha notado, por ejemplo, en la reforma electoral, que de algún modo busca responder y solucionar el conflicto de 2006, o en la oposición lopezobradorista, que ha ido disminuyendo pero sigue presente.
—Algunos analistas llegaron a hablar de un “rebase por la izquierda” debido a las medidas que el Ejecutivo parecía tomar de esta corriente. ¿Este rebase se ha efectuado?
—No ha sucedido. Si analizamos la política social se nota continuidad con respecto a lo ocurrido en años e incluso en sexenios anteriores con relación al combate a la pobreza o a acabar con la pésima distribución del ingreso que existe en el país. No hay una gran innovación que tenga más acento hacia una política de izquierda o de centro-izquierda o una mayor atención a temas como la redistribución del ingreso, incrementos salariales o más inversión en capital humano.
—¿Puede hablarse de grandes aciertos o grandes errores de este primer año de gobierno?
—En tanto acierto, tal vez en el sentido de mecanismos de gobernabilidad, de mantener la estabilidad. No ha habido una crisis de gobernabilidad, económica o social; se ha administrado lo que existe pero no se ha hecho presente una estrategia a futuro. Hay, asimismo, otros rasgos preocupantes que se han incrementado, como el agotamiento de las reservas de Pemex o las explosiones en ductos de la empresa. En cuanto a errores, el horizonte de mediano y largo plazo se ve incierto. Se ha administrado, pero la presencia de un proyecto no se ve. El estado de cosas en el país no se ha modificado. Se dice que se han logrado las reformas a la Ley del ISSSTE y la fiscal, y la reforma electoral ha sido uno de los cambios importantes en lo que va del sexenio. Sin embargo, quedan muchas reformas estructurales pendientes, como la energética, la laboral, la de medios. Probablemente ahí esté el gran reto para el próximo año y para todo este sexenio: empezar a recuperar la capacidad del Estado en materias estratégicas en las que intereses particulares tienen mucho poder.
—¿Cómo calificaría la relación del Ejecutivo con los otros dos poderes?
—En el caso del Legislativo, si lo comparamos con lo sucedido en el foxismo, hay una mejoría. El protagonismo de Calderón ha sido menor, se han buscado consensos y ha mejorado la percepción pública. Con el Poder Judicial también ha habido cierta “normalidad”, consenso con el Ejecutivo. Aunque vamos a ver qué sucede si se da la reforma judicial, que podría despertar oposición.
—En lo referente a la política exterior, una de las promesas de campaña de Calderón fue que se reconstruiría lo mucho que se había destruido durante el sexenio anterior.
—Para con algunos países de América Latina con los que se habían suscitado conflictos, como Cuba y Venezuela, ha bajado el nivel de enfrentamiento. Por otro lado, en la agenda y la relación con Estados Unidos está una serie de mecanismos en los que no queda clara cuál es la jerarquía del gobierno de México, la seguridad o la migración, por ejemplo. Hay indefinición. Creo que ha sido una política exterior de más bajo perfil, lo que no significa que no se haya hecho mucho, sino que no todo se ha dado a conocer.
—Si el reto es recuperar la capacidad del Estado en áreas estratégicas, ¿cómo se traduce eso en acciones concretas?
—Tendría que establecerse una agenda muy específica. Se prevé que en 2008 vengan reformas que no se han procesado: la judicial, la relativa al federalismo, la de medios, la energética, la laboral. Y vamos a estar en una ventana de oportunidades para esas reformas hasta mediados del año que entra, hasta octubre de 2008, cuando inicia la campaña rumbo a las elecciones intermedias de 2009. También, con políticas públicas que afecten los aspectos importantes: si en crecimiento y desarrollo económico no se ve cómo el país pueda crecer, habrá que trabajar en mecanismos que incidan en la economía y la generación de empleo. Y acerca de los operativos contra el crimen organizado, habrá que ver sus saldos, si han dado resultados o no; y los derechos humanos, que son un asunto importante y hay la percepción de que se han deteriorado debido al énfasis al tema de la seguridad.
Nota: Una versión editada de esta entrevista fue publicada ayer por la revista electrónica Terra Magazine.
2 comments:
Buena entrevista...
No es justo el giro que se podría esperar (al menos no el que yo buscaría), pero eso, obvio, es una ventaja... Finalmente muy triste (por no decir verdaderamente aburrido) sería el mundo si todos viéramos la realidad del mismo modo...
Considero que como en todo, no hay extemos ni malos ni buenos totalmente, creo en las fallas y en los aciertos.
Se ha avanzado en temas estructurales y de la misma forma se ha apostado a un protagonismo, pero creo que finalmente estos espacios sirven para reconocer los aciertos y reflexionar sobre todo lo que queda por hacer.
Después de las campañas del dos de julio, como lo mencionas se dio una gran crisis de legitimidad, que dio pauta a una reflexión de la clase política en materia de reformas, si bien es cierto que quizás existan reformas más, no importantes, sino necesarias, también es cierto que se han dado acuerdos y construido puentes que permiten alcanzar objetivos. Falta mucho por hacer, de eso no hay la menor duda.
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