Wednesday, October 31, 2007

“La transparencia es una línea esperanzadora para México”: Jacqueline Peschard

México, según el Índice de Percepción de la Corrupción 2007 de Transparencia Internacional, ocupa el sitio 72 entre 180 países. En una escala de cero a 10, su calificación es de 3.5. Para Jacqueline Peschard, comisionada del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI), que esta percepción sea tan generalizada se debe a que el fenómeno “se da en el día a día”.
“En el caso mexicano, la corrupción más extendida tiene que ver con la relación entre el ciudadano y la autoridad de manera más inmediata, en trámites o con la policía de tránsito, que no necesariamente son los ámbitos más sustantivos donde puede darse, como el financiero o la administración pública”.
Peschard considera que se requieren más estudios para determinar el impacto de la corrupción, y que la transparencia es un principio válido para combatirla. “Es un elemento que incentiva a los servidores públicos a apegase a la norma en sus decisiones, pero los resultados no los veremos en uno o dos años, sino en más tiempo”.
Acerca del IFAI, explica que éste “nace (en 2003) con la idea de que el ciudadano que quiera obtener información pueda hacerlo por la vía de un escrito libre, llenando un formato o desde una computadora, independientemente de donde esté”.
—¿Es México un país más transparente que antes?
—Sí, aunque dicho rápidamente. Esto se ve en el proceso de socialización del derecho a la información. No hay un mayor número de ciudadanos que crecientemente haga solicitudes de información, pero cada vez más la sociedad está enterada de ese derecho y de que puede ejercerlo o no dependiendo de sus trabajos o esferas de influencia. En el gobierno federal, donde es competente el IFAI, encuentro un mayor conocimiento y compromiso de las dependencias para con la transparencia, pero también un conjunto de resistencias. Hay una base, pero quizá justo en función de la socialización del derecho existen ciertas respuestas de algunas dependencias muy celosas con su información.
—La transparencia como valor o como principio, ¿qué obstáculos enfrenta?
—Los principales retos tienen que ver con una cultura del secreto, con muchos años en los que el manejo de la información entre sólo quienes elaboraban los documentos fue parte de la lógica del autoritarismo mexicano. Remover esa cultura no es tan fácil como tener una ley o una institución, sino que necesita irse asentando casi como una rutina institucional. Otro obstáculo tiene que ver con estructuras históricas muy afincadas en una forma de tener y resguardar la información, como las de finanzas o seguridad.
—¿Cómo acabar con la cultura del secreto y generar una cultura de la transparencia?
—Por la vía de prácticas efectivas amparadas en una norma adecuada. La reforma constitucional (al artículo sexto constitucional), que fue aprobada en el ámbito federal y estatal prácticamente por unanimidad, significa un acuerdo básico en la materia, pero es insuficiente. Hay que ver que abrir la información del gobierno no amenaza la capacidad de ejercicio y de toma de decisiones, sino lo contrario. Más allá del acuerdo con la norma, ejercer la práctica permitirá eliminar resistencias entre servidores públicos y población.
—En ese concepto de las prácticas efectivas, ¿cómo explicar al ciudadano para qué le serviría la información?
—Una obligación del IFAI tiene que ver con estudios y campañas que puedan no sólo ser genéricas sino atender a públicos específicos. Reporteros e investigadores utilizan de manera casi natural el acceso a la información, o quienes están en los negocios para allegarse ciertos documentos públicos que regulan el área de sus intereses comerciales, pero ciertos sectores no han traducido el derecho en estas prácticas que puedan serles útiles para, por ejemplo, aprovechar políticas de gobierno en becas para sus hijos o recursos para los grupos más pobres. En la medida en que el IFAI pueda tener campañas más focalizadas podremos ir ayudando a que estas prácticas sean socialmente extendidas.
—Ernesto Villanueva, investigador, menciona que en esta materia ha habido avances pero quedan muchos problemas por resolver: que las dependencias declaren la información como inexistente, que los documentos sean abundantes pero no estén ordenados o que, cuando una persona interpone un recurso de revisión, deba trasladarse hasta la sede del IFAI, de suerte que si no vive en el DF tiene una desventaja comparativa...
—Ese último problema se resuelve por la vía de internet. Sobre las inexistencias y los archivos creo que tiene razón. Es parte de la cultura del secreto: si todo está desordenado, la información no se encontrará fácilmente. Ese es un pendiente, pero al ver solicitudes y recursos de revisión uno dice a las dependencias "Debes tener esta información aquí, así que la buscas". Se requiere que a la par de esto vaya habiendo iniciativas sobre ley de archivos y así se reduzcan los niveles de respuesta de inexistencia, que es una salida fácil: nadie tiene que esforzarse por fundamentar que la información es clasificada; simplemente dice "no la encuentro". Gente como Villanueva puede señalar los grandes retos.
—¿Cuáles son las metas del IFAI?
—En el largo plazo, extender la cultura de la transparencia, que el ciudadano se apropie de su derecho, sepa para qué sirve, cómo potenciarlo, cómo se procesa el ejercicio, cuándo puede recurrir a él. Y esto pasa por que sea una cultura de los servidores públicos, no sólo de los ciudadanos. En lo inmediato, que la reforma constitucional se traduzca en una regulación con la que todas las leyes correspondan a disposiciones generales. También, agilizar nuestros procedimientos de atención a los recursos de revisión. En la transparencia hay un potencial, una esperanza; es una línea esperanzadora muy fuerte para el país y, por ello, algo con lo que podemos hacer más claro el compromiso del gobierno federal, con el que estamos empeñados para hacer de la transparencia no sólo una herramienta de menor corrupción, sino de mayor eficacia gubernamental.

Nota: Una versión editada de esta entrevista (con una cabeza que, me parece, no es la más acertada) fue publicada en la revista electrónica Terra Magazine. En otros asuntos más importantes, dedico este texto, con agradecimiento, admiración y todo mi apoyo, a Rossana Fuentes-Berain.

Tuesday, October 23, 2007

“Mantener estabilidad, conseguir más recursos y fortalecer la academia, los retos de la UNAM”: Fernando Serrano Migallón

Fernando Serrano Migallón es uno de los candidatos a ser el nuevo rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Director de la Facultad de Derecho, su nombre figura junto a los de Rosaura Ruiz, José Antonio de la Peña, Gerardo Ferrando, Diego Valadés, Fernando Pérez Correa y José Narro Robles, este último, director de la Facultad de Medicina, vinculado al grupo de Juan Ramón de la Fuente —actual titular de la Rectoría— y señalado como el aspirante más fuerte.
Sin embargo, independientemente de los personajes, para Serrano Migallón el rector de la UNAM “tiene que ser un universitario al 100%, contar con un programa adecuado para el desarrollo de la universidad y poseer las características personales para llevarlo a cabo”.
El 31 de octubre concluirá el proceso de consulta entre la comunidad de la “máxima casa de estudios”, y el 17 de noviembre, la Junta de Gobierno, integrada por 15 miembros, designará al rector para el periodo 2007-2011.
—Usted ha mencionado algunos retos que enfrenta la UNAM: financiamiento insuficiente, bajo nivel educativo de los alumnos de nuevo ingreso y falta de articulación entre docencia, investigación, difusión y necesidades del país. ¿Cuál es el más urgente de atender?
—Todos, y a todos hay que atacarlos, si no al mismo tiempo, con todo un proyecto y un programa. El reto de los recursos es insalvable, porque el programa de desarrollo académico, para mí el fundamental, se debe basar en el monto de los recursos que se tengan. Otro reto es conservar la estabilidad dentro de la universidad. Todos están interrelacionados, pero quizá eso sería lo más importante: mantener la estabilidad, conseguir más recursos y a partir de ellos hacer una planeación profunda de su empleo para fortalecer la academia.
—¿Cómo obtener más recursos?
—Los recursos fundamentales de la institución tienen que ser proveídos por el gobierno federal. Los gastos de la universidad son de tal magnitud que no hay otra posibilidad más que el gobierno dé los recursos. Pero creo que la universidad tiene que hacer mucho para aumentar la generación de recursos propios. Hay un área que no ha sido suficientemente explorada, la propiedad intelectual de la universidad: patentes, marcas, derechos de autor, obra artística. Como en otras universidades y en el propio país, hay áreas en las que, aprovechando esa propiedad intelectual, en colaboración con la iniciativa privada o con el gobierno, se puede hacer algún tipo de empresas que por un lado le produzcan más recursos a la universidad y, por otro, pongan al alcance de la sociedad los beneficios que se logran a través de la investigación.
—¿Ha contemplado la posibilidad de establecer cuotas a los alumnos?
—Para nada. Primero, es un tema tabú que la comunidad universitaria no quiere, y luego los resultados son mínimos. De haberse llevado a cabo el proyecto último se habría reflejado en el presupuesto de la universidad en un 0.1%, un monto que no resuelve ningún problema y crea una desazón muy profunda dentro de la comunidad.
—Sobre la estabilidad de la vida universitaria se ha comentado que una situación que influye en esto es la relación con el Sindicato de Trabajadores de la UNAM. ¿Qué otros podrían ser factores de inestabilidad?
—En este momento no veo particularmente ninguno. Creo que es una comunidad muy grande y diversa, hay todas las ideologías, puntos de vista, carreras, facultades. Eso hace que sea una comunidad muy inteligente y participativa, con la que hay que tener una relación permanente para evitar que se puedan ocasionar desencuentros. Pero pienso como el maestro Mario de la Cueva, quien decía que siempre que había tratado con universitarios se había encontrado, en general, porque hay excepciones, gente de buena fe aunque tenga un punto de vista distinto.
—Usted ha presentado un plan global de trabajo, en el que se incluye un proyecto académico, uno financiero-administrativo, uno social y de difusión cultural y uno internacional. ¿Hay algún principio, un eje o valor que pase por todos ellos?
—La academia. La universidad tiene muchísimas facetas. Nunca deja de sorprender. Siempre hay algo nuevo. Pero el eje conductor es sobre todo una institución académica, tenemos que fortalecer la academia y mantenernos así en dos aspectos: la generación de conocimiento nuevo y la transmisión del mismo.
—Existen algunas opiniones en el sentido de que el proceso de sucesión del rector no es precisamente democrático porque en él no interviene de manera directa toda la comunidad, sino que es sólo la Junta de Gobierno la que designa a quien ocupará el cargo. De llegar a la Rectoría, ¿plantearía reformar el modelo de sucesión?
—No es algo que esté en manos de la universidad. Es una ley federal que corresponde al Poder Legislativo. No estamos hablando de una campaña política, electoral, sino de un procedimiento académico donde hay que tomar en cuenta las finalidades académicas, la forma de llevarlas a cabo y las características personales. La comunidad participa en dar su punto de vista. No es una simple sustitución de personas, sino un momento de reflexión universitaria, y todos tenemos la obligación de hacer sentir a la Junta de Gobierno qué queremos de nuestra institución, hacia dónde queremos que vaya y la forma de lograrlo.
—De cara a los retos de México como país, ¿cómo imagina a la UNAM dentro de 10 años?
—Imagino una universidad moderna, actuante, actualizada y mucho más cercana a la sociedad en la percepción de los problemas nacionales y en las alternativas de solución. Como entidad, no creo que debamos tener una opinión sobre ningún problema, pero los universitarios individualmente pueden plantear una serie de alternativas, y tenemos la obligación de participar y de plantearlas. Podemos aportar los valores universitarios: tolerancia, libre discusión de las ideas, de cátedra, de investigación, equidad de género, ser una conciencia crítica del país.

Nota: Una versión editada de esta entrevista fue publicada en la revista electrónica Terra Magazine.

Sunday, October 14, 2007

Definen necesidades que atenderá programa social en Lomas de Plateros

Urgen a dar mantenimiento al sistema hidráulico; vecinos argumentan que la unidad también enfrenta inseguridad, basura y áreas verdes descuidadas

Mantenimiento al sistema hidráulico, colocación de reja perimetral y reparación de andadores y bardas comunes son algunas de las necesidades que vecinos de Lomas de Plateros decidieron sean atendidas por el Programa Social para las Unidades Habitacionales 2007 de la Procuraduría Social del Gobierno del DF (Prosoc).
Luego de la realización de asambleas informativas y de los trabajos de comisiones de diagnóstico integradas por los condóminos, cada sección de Lomas de Plateros determinó —en segundas reuniones convocadas por promotores de la Prosoc— qué requerimientos deberán ser cubiertos con el recurso otorgado por la dependencia, esto es, 400 pesos por departamento.
Una vez constituidas las comisiones de administración y supervisión, en una tercera junta la institución deberá presentar un plan social y los vecinos elegirán al prestador de servicios que llevará a cabo cada obra.
Ariel Alberto Cerda Palacios, representante de la procuraduría, señaló que en las manzanas D y F se optó por la atención al sistema hidráulico (válvulas y drenaje); en las C, H e I, por la reja perimetral y el arreglo de andadores; en la E, por la restauración de los pretiles de los techos de los edificios con el propósito de evitar filtraciones; y en la G, por el “junteo” de bardas comunes (llenado de los espacios entre las piedras que conforman los muros) y, en caso de que la delegación Álvaro Obregón no resuelva el problema, por la reparación de la válvula de suministro de agua.
Durante la segunda asamblea en la sección F —la más grande de Lomas de Plateros con 51 inmuebles y 2 mil 120 viviendas—, Miguel Alcántara, habitante de la unidad por 35 años, fue uno de los partidarios de que el programa social se centrara en el sistema hidráulico porque “no se le ha dado mantenimiento nunca” y “para nosotros es un beneficio”.
En ese sentido, el arquitecto Filiberto Rivera Guzmán, asesor externo de la Prosoc a cuyos honorarios se designará 7% del total del recurso, urgió a mejorar la situación de la red hidráulica en Lomas de Plateros. Mencionó que el material con el que fueron construidas las tuberías, asbesto cemento, ya es viejo, puede ser dañado por el crecimiento de las raíces de los árboles y debería ser sustituido por polietileno de alta densidad.
Sin embargo, tanto Alcántara como otros vecinos han recordado que la zona también enfrenta muchos otros problemas, como alumbrado insuficiente, inseguridad, deficiente tratamiento de la basura, fauna nociva y falta de cuidado a áreas verdes.
En respuesta, durante la reunión correspondiente a la manzana G, Cerda Palacios y María de Lourdes Santana, también promotora de la Prosoc, enfatizaron que el programa social continuará en los seis años de esta administración y, si se desea observar resultados y avances, debe haber continuidad en las acciones lo mismo que planes a corto, mediano y largo plazos.

Tuesday, October 09, 2007

El factor Irak

[Foro Internacional, columna]

Las audiencias ante la Cámara de Representantes de Estados Unidos por parte del general David Petraeus, jefe militar estadounidense en Irak, y de Ryan Crocker, embajador en ese país asiático, han intensificado el debate en torno a qué debe hacer EU con respecto de su presencia en aquella nación: permanecer o retirarse.
A estas alturas, sin embargo, muy pocas dudas quedan de que la campaña en Irak ha sido un fracaso, y de que, en ese sentido, como han mencionado políticos y analistas tanto dentro como fuera de la Unión Americana, las tropas estadounidenses deben regresar a casa. Antes de hacerlo, empero, a nivel multilateral tendrá que pensarse en una estrategia que resguarde la seguridad de los habitantes de la región.
Y es que más de cuatro años y medio han pasado desde que el gobierno de George W. Bush, escudado en la supuesta búsqueda de armas de destrucción masiva en manos de Saddam Hussein en el marco de la llamada guerra preventiva contra el terrorismo, decidiera invadir Irak movido por intereses geopolíticos y económicos. O como escribiera en sus memorias recién publicadas Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal de EU, “por el petróleo”.
De ese modo, no obstante las justificaciones esgrimidas por el secretario de Defensa, Robert Gates, o por el propio Petraeus, los hechos son contundentes: nunca se encontró evidencia del arsenal que se adjudicaba a Hussein; si bien han caído algunas cabezas de Al-Qaeda, como Abu Musab al-Zarqawi, la red terrorista aparentemente sigue operando; los iraquíes no viven mejor ni en una democracia de tipo occidental sino que, por el contrario, su país se ha convertido en uno de los sitios más peligrosos de todo el orbe; y, en medio de esa vorágine, EU y sus aliados son vistos como enemigos del islam, no como paladines de la justicia y la libertad.
Así las cosas, ¿qué representa ahora Irak para el mundo y qué habrá de significar en los años por venir? Aventuro algunas ideas.
Para Bush, por más que el mandatario ha invertido capital político con la finalidad de que no sea así, Irak se convertirá en uno de los signos ominosos que marcarán los dos periodos de su presidencia (2000-2004 y 2004-2008). A este estigma habrá que sumar, entre otras situaciones, una primera victoria electoral dudosa, los ataques del 11 de septiembre de 2001 al World Trade Center en Nueva York y al Pentágono en Virginia, así como los problemas y decesos que han enfrentado las tropas de EU en Afganistán de ese año a la fecha.
El factor Irak, por otra parte, no sólo tendrá consecuencias en el historial personal de Bush sino en la política interna estadounidense. Ya en noviembre de 2006 este asunto se erigió como una de las causas que provocaron que, después de 12 años, el Partido Republicano perdiera la mayoría legislativa en el Congreso. Asimismo, es muy probable que en noviembre de 2008 se torne en uno de los elementos que determinen el regreso de los demócratas a la Casa Blanca.
Y en lo que toca a EU como nación, líneas arriba se señaló que la campaña en Irak ha despertado, además de la desconfianza de un sector de la opinión pública mundial, la animadversión de seguramente no pocos musulmanes. De esa manera, ante el posible brote de represalias fundamentalistas y violentas —todas reprobables—, aun en la merecida crítica a la política exterior de la administración Bush será necesario enfatizar en no responsabilizar ni mucho menos culpar a toda la población estadounidense por la invasión a Irak, más todavía en tanto que millones de sus miembros se han manifestado en contra de ella desde el ámbito legislativo, de la academia, de los medios de comunicación y de la sociedad civil.
Amplío el panorama: si bien para Medio Oriente Irak ya es un punto conflictivo, en los próximos años, sin importar cómo proceda EU en el corto plazo, es de esperar que las condiciones políticas y de seguridad empeoren. Por tanto, los países que lo rodean deberán cooperar para que la región recupere la estabilidad, mas no incentivar las rencillas entre grupos étnicos. Irán y Arabia Saudita, por ejemplo, dada su influencia sobre los sectores chiíta y sunita, respectivamente, tendrán la oportunidad de fungir como mediadores.
De no ocurrir lo anterior, como apuntan algunas de las fuentes citadas por George Packer en su reportaje “Planning for defeat”, publicado en The New Yorker, no habría que descartar que, debido a la inviabilidad del Estado-nación, éste se dividiera en facciones independientes.
Para la comunidad internacional, finalmente, Irak debe representar importantes lecciones. En primer lugar, la impotencia del Consejo de Seguridad de la ONU para impedir que en 2003 EU actuara e invadiera el país asiático debe significar un duro llamado de atención para el organismo. Igualmente, el fracaso político-militar estadounidense debe recordarnos que el mundo en el que vivimos —con todo lo que ello implica— es bastante más complejo que antaño, al grado de que un país ya no puede llegar a otro y, sin más, intentar apoderarse de sus recursos bajo el pretexto de promover la democracia.
E Irak, por último, debe advertir de que Occidente aún está muy lejos de comprender al mundo musulmán, y de que tendrá que hacerlo a fin de eliminar un antagonismo irracional y aspirar a alcanzar la coexistencia pacífica. Ya veremos si somos capaces de trascender de las enseñanzas a los hechos.

Wednesday, October 03, 2007

Anécdota matutina [cuento]

A mis compañeros, que me conocen bien

A Erika, quien me conoce mejor que nadie


Y a todo aquel que se sienta“repetido” en estas líneas

Debía llegar temprano. “Una vez que logre despertar —pensó—, el resto no será problema”. Durante la semana anterior había dedicado una hora diaria, cuando menos, al estudio de su curso de Cálculo Diferencial e Integral con miras a ese terrible examen final que tenía la obligación de aprobar.
Esa noche, su fama de dormilón —güevón, con g y con diéresis, dicho en términos más coloquiales—, así como su largo expediente de retardos causados por departir con Morfeo más de la cuenta, le llevaron a adoptar ciertas medidas: estar en la cama, como máximo, a las 11:00 (solía desvelarse matando neuronas frente a insulsos programas televisivos); atuendo del día preparado; mochila lista. Ahorro de tiempo estimado: un minuto por la ropa, dos o tres por los útiles escolares. Aunque lo mejor sería tener un cuerpo como nuevo, listo gracias a un sueño reparador.
“Cuéntale a Dios tus planes”, comienza un célebre refrán. Cuando por obra de la casualidad abrió los ojos, los números rojos sobre el fondo negro de su radio-reloj-despertador señalaban las 6:00 de la mañana. “¡¿Qué?!”. Para poder bañarse, desayunar algo, tomar sus pertenencias, salir de su casa sin prisas y llegar temprano a clase debía levantarse, al menos, a las 5:30.
“Pero, ¿qué #$%&! pasó? ¿No sonó la alarma? ¿No la escuché? ¿Se fue la luz y el reloj se desconfiguró?”. Para ese instante había olvidado por completo el insomnio que llegó sin invitación, sin avisar, y que le aquejó buena parte de la madrugada. En todo caso, era un pésimo momento para deliberaciones o evocaciones de la esa índole. Debía actuar.
Rápidamente quitó las cobijas (aunque en el intento se enredó más), se puso de pie, comenzó a desvestirse, se calzó las sandalias y corrió al baño. Aun con el retraso no quería dejar de quitarse la mugre acumulada el día anterior.
Antes de salir del cuarto se golpeó con el buró el dedo pequeño del pie derecho. No tuvo tiempo para lamentarse (sí para mentársela al buró). Ya en el baño, el agua fría hizo que se le erizara la piel y, mientras se enjabonaba —poco después de que le cayera shampoo en los ojos—, descubrió en su espalda uno de esos granos que tanto le molestaban, en especial porque, al igual que el insomnio, aparecían sin aviso.
Casi resbala al salir de la regadera. Se secó, vistió y partió con rumbo a la escuela diez minutos más tarde de lo originalmente previsto en su itinerario. El microbús iba lleno: viajó parado. Adiós a la oportunidad de sentarse y dar un último repaso a sus apuntes, más aún en tanto que las cumbias del chofer y el berrinche de un niño de cuatro años se peleaban por colmar su de por sí poca paciencia.
En el Metro la situación no mejoró. Como siempre, el gusano anaranjado iba atestado de gente que, en el olvido de toda civilidad, empuja cuanto esté a su paso con tal de entrar o salir, y no se diga ganar un lugar.
A veces resulta increíble la precisión de las Leyes de Murphy, como aquella que explica que cuando algo puede salir mal, en efecto, va a salir mal. Tan es así que escuchar el relato de algún conocido al que “se le hizo tarde” cuando justo en ese día “había más tráfico que nunca” es, desde hace mucho —¿desde siempre?—, un lugar común.
No podía ser distinto en el presente caso. El tren realizó su recorrido de cinco estaciones —“¡Cinco malditas estaciones!”— en el triple del tiempo habitual. Aún debía caminar tres cuadras para llegar a la escuela. Sin embargo, el hecho de que una de ellas estuviera cerrada le obligó a rodear dos calles al norte, una al este y dos más al sur.
Por fin, la entrada del plantel. Albergaba la ilusa, inocente esperanza de que el profesor hubiera llegado tarde, o mejor, de que se ausentase por enfermedad o algún compromiso de última hora.
Cuando llegó a su salón, la clase había terminado. Varios compañeros platicaban frente a la puerta.
—Buenos días— ironizó uno de ellos.
—¿Y el maestro? ¿Hicieron el examen?
—Sí... Se acaba de ir.
—Dijo que tenía prisa. Córrele, igual todavía lo alcanzas.
No había concluido la frase cuando ya se lanzaba cual bólido hacia el estacionamiento de profesores. Desde el primer piso vio que el automóvil del Motor (ingeniero mecánico, ese fue su apodo) se dirigía a la salida del edificio. Pensó en cortar camino por la otra salida y, de esa manera, interceptar al maestro. Iba maquinando una excusa medianamente inteligente y creíble, más que la obvia “se me hizo tarde”, la socorrida “había mucho tráfico” o la inservible “el Metro se paró”.
Salió corriendo y, al ver el coche del Motor a punto de doblar la esquina, aceleró para cruzar la calle. Espantado por el bocinazo del vehículo a sus espaldas, se detuvo. Un enfrenón. Un golpe. ¡Iiiiiiiiiiiiiiiggggggggg-Ppppuuuuuuffffff!
Pum, pum, pum. El corazón le latía con rapidez. Respiraba agitadamente. Abrió los ojos. Reconoció su cálido cobertor, sus almohadas, su cama, su cuarto. Todo había sido un sueño...
Era sábado.

Anotación (im)pertinente
La versión original de este texto data del otoño de 2005. La presente fue inscrita en el concurso "Me duele cuando me río", parte de las "Jornadas universitarias sobre el humor. La risa: su raíz, su función social y cultural" organizadas por la UNAM.
Hoy, en una ceremonia bastante divertida, fueron dados a conocer los ganadores del certamen. Este cuento, ni hablar, no estuvo dentro de ellos. Ahora bien, si para el amable lector o lectora significa cuando menos una sonrisa y no la sensación de haber desperdiciado unos minutos de vida, me doy por satisfecho.