Saturday, August 25, 2007

Conflictos vecinales, una causa del deterioro en unidades habitacionales: promotor social

La tercera parte de la población del DF, según la Prosoc, vive en este tipo de conjuntos

Chismes, fricciones, peleas y administraciones poco capacitadas, parte del problema

Los conflictos vecinales son una de las causas del deterioro en las unidades habitacionales, aseguró Ariel Alberto Cerda Palacios, promotor de la Procuraduría Social del Distrito Federal (Prosoc). De acuerdo con la dependencia, la gente que vive en esos conjuntos representa la tercera parte de la población total de la ciudad de México.
Cerda Palacios, quien trabaja en el Programa Social para Unidades Habitacionales 2007 en la zona oriente de Lomas de Plateros —que comprende las manzanas C, D, E y F—, explicó que estos conflictos “se gestan a partir de que hay un rompimiento en el tejido social, por cuestiones de desconfianza o porque las relaciones entre vecinos no se dan de manera normal”.
En su opinión, los chismes que surgen entre condóminos provocan fricciones, así como que las personas se dividan, se formen grupos y entre éstos se peleen. Esto lo ha observado en Lomas de Plateros, en particular en las secciones F y H, “donde se registra un mayor deterioro”, ya que los habitantes “tienen mucha apatía” y, además, las administraciones vecinales no tienen un carácter fijo sino que se organizan por periodos muy cortos o únicamente para atender una necesidad inmediata.
Sobre el programa promovido en Lomas de Plateros por la Prosoc —el cual se encuentra en proceso de diagnóstico—, mencionó que “la respuesta de los vecinos, como en todas las unidades habitacionales, en un principio es baja, pero en la medida en que van viendo cómo vamos trabajando se van incorporando más”.
Cerda consideró que la reacción de la gente ante las iniciativas de la Prosoc ha sido “positiva” porque sabe que se destina un recurso para el mejoramiento de su unidad. “Desgraciadamente —agregó—, no todos están conscientes de que la obligación de la atención a las áreas comunes es por parte de los propios condóminos; es su obligación, pues es su propia casa”.
En ese sentido, afirmó que muchas personas se esperan hasta que intervengan las autoridades para solucionar los problemas. “Obviamente, eso genera mayor deterioro y no hay recurso económico que alcance”, acotó.
Indicó que otra de las causas del desgaste de las unidades habitacionales es que a los vecinos que fungen como administradores “les falta capacitación”. Ésta, dijo, se les da cuando se protocolizan ante la Prosoc, donde se les brinda asesoría y se les explican las leyes de Propiedad en Condominio de Inmuebles para el DF (http://www.df.gob.mx/leyes/normatividad.html?materia=1&apartado=1&disp=1286) y de Cultura Cívica (http://www.df.gob.mx/leyes/normatividad.html?materia=1&apartado=1&disp=541).
Actualmente, finalizó, la dinámica del plan social del gobierno local es ir orientando a los vecinos para que se organicen en torno a los problemas que enfrentan y puedan resolverlos de distintas maneras, aprovechando los programas ofrecidos por las autoridades.

Realizan primera asamblea de programa social en sección G de Lomas de Plateros

Crean comisión de diagnóstico para determinar las necesidades de la sección que serán atendidas; poda y tala de árboles, impermeabilización y vigilancia, entre ellas

Vecinos se manifiestan en desacuerdo con que 7% del total del recurso asignado por la Prosoc se destine a los honorarios de un asesor externo

Tras dos ocasiones en que fue pospuesta por falta de quórum, este sábado se llevó a cabo la primera asamblea de diagnóstico del Programa Social de Unidades Habitacionales 2007 en la sección G de Lomas de Plateros.
Con la participación de alrededor de 120 vecinos y el descontento de algunos de ellos, promotores de la Procuraduría Social del DF (Prosoc) preguntaron a los condóminos cuáles son los requerimientos de su manzana. Los funcionarios entregaron a los asistentes hojas de papel para que en ellas anotaran una necesidad física y una social que consideran tiene la sección. Entre ellas citaron impermeabilización, poda y tala de árboles, manejo adecuado de la basura y atención a la red hidráulica, al alumbrado y al problema de la venta de droga.
Asimismo, fue conformada una comisión de diagnóstico que —según se acordó— se entrevistará el viernes 31 de agosto a medio día con las autoridades de la Prosoc y con el asesor externo designado para efectuar un recorrido por la manzana y determinar las carencias que deben ser subsanadas.
El asesor, también presente durante la reunión, explicó que después del recorrido se elaborarán anteproyectos de trabajo que serán presentados ante el área técnica de la Prosoc. Una vez que ésta los evalúe, se corrijan y sean aprobados, en una segunda asamblea se elegirá aquel que se pondrá en marcha y con los vecinos se constituirán dos comisiones, una de administración del recurso otorgado por la procuraduría y otra de supervisión.
Posteriormente, en una tercera asamblea, ahondó el asesor, de la lista de empresas disponibles para realizar la obra se escogerá una, se firmarán los convenios y se pagará 30% de anticipo. Aseguró que él estará presente durante los trabajos —de los que llevará una bitácora— hasta su conclusión y entrega a las comisiones vecinales.
No obstante, algunos asistentes manifestaron su desacuerdo con que 7% del total del recurso asignado se destine a los honorarios del asesor. Igualmente, al término de la asamblea, Daniela Carrillo, una de las 17 personas que integraron la comisión de diagnóstico, mencionó que las autoridades están desorganizadas e informan inadecuadamente de los programas sociales. Aclaró que ella decidió unirse a la comisión porque desea “que se vean beneficios” en la sección y piensa que las necesidades más apremiantes de la zona son vigilancia y poda y tala de árboles.
Por su parte, Hugo Espinoza, promotor de la Prosoc, enfatizó ante los condóminos que “la idea es que seamos corresponsables” del mantenimiento y mejoramiento de la manzana, mientras Ariel Alberto Cerda Palacios, también de la procuraduría, señaló que conforme la gente observa el avance de los trabajos poco a poco se va adhiriendo a su desarrollo.

Sunday, August 19, 2007

Posponen asamblea en unidad habitacional por segunda ocasión debido a falta de quórum

La Procuraduría Social del DF exige que esté representado al menos 10% de las viviendas de la unidad; el recurso que ofrece es de 400 pesos por departamento

Basura, proliferación de ratas, tránsito pesado e inseguridad, entre los problemas de Lomas de Plateros, dicen vecinas

La escasa asistencia vecinal provocó que este sábado fuera pospuesta por segunda ocasión la primera asamblea de diagnóstico del Programa Social para las Unidades Habitacionales 2007 en la sección G de Lomas de Plateros.
La reunión, convocada por la Procuraduría Social del Distrito Federal (Prosoc), ya había sido pospuesta la semana anterior por la misma causa. Para que exista quórum, explicó Hugo Espinoza, promotor de la Prosoc, “estamos pidiendo un mínimo de entre 10% y 20% de la cantidad de viviendas que hay en los G”, esto es, 120 personas en representación de los mil 200 departamentos que integran la manzana.
Espinoza relató que el sábado 11 de agosto, durante la primera asamblea pospuesta, se congregaron 50 condóminos; en esta ocasión acudieron 70. Fue acordado que la siguiente reunión se celebre el 25 de agosto al medio día.
“Nos es muy difícil llevar a cabo algún tipo de toma de decisión con tan poca gente porque luego empiezan a surgir los problemas”, como el desacuerdo de algunos vecinos con las obras efectuadas o acusaciones de corrupción y mal manejo de los recursos.
En la página de internet de la Prosoc (
http://www.prosoc.df.gob.mx/) se indica que la procuraduría “destinará a las unidades habitacionales el equivalente de 400 pesos por el número de viviendas que la integren, para la realización de las acciones en beneficio de la unidad que apruebe la asamblea”.
Asimismo, expuso Espinoza, un asesor externo debe estar presente desde la primera reunión hasta la culminación de la obra, con el fin de llevar a cabo un recorrido con una comisión de diagnóstico conformada por los condóminos, reconocer las necesidades de la zona, elaborar anteproyectos de trabajo y presentarlos ante la procuraduría. Una vez aprobados por ésta, en una segunda asamblea se define el proyecto que se pondrá en marcha.
El promotor señaló que en unidades tan grandes como Lomas de Plateros el recurso asignado generalmente no alcanza para cubrir una necesidad, “pero la idea es que haya continuidad”.
“Estamos tratando de involucrar a la gente, que ellos se hagan corresponsables del mantenimiento de la unidad, y que no siempre las mismas personas tomen las decisiones”, comentó Espinoza. “Desafortunadamente —añadió—, creo que sí hay mucha apatía por parte de los vecinos”.
Gilberto Palacios, habitante de la sección G de Lomas de Plateros presente durante la asamblea, opinó que los problemas de la manzana no se van a resolver hasta que se establezca una estructura organizada entre los condóminos. Agregó que debe impulsarse que las obras que se realicen “sean en beneficio de todos y no sólo de uno o de un grupo”.
Otras vecinas mencionaron que entre los principales contratiempos que enfrenta la unidad están la basura, la proliferación de ratas, el aumento en la circulación de vehículos —particularmente tráileres o camiones pesados— en los alrededores de la zona y la presencia de asaltantes. Sobre la participación ciudadana, una de ellas coincidió en que “todos queremos obtener beneficios, pero ninguno de nosotros quiere trabajar”.

Thursday, August 16, 2007

Las vacantes “son muy poquitas” [crónica]

“Pluma, fólder, solicitud...”, exclaman con monótono ritmo dos hombres. Sobre el puente que va de la estación del Metro Velódromo al Palacio de los Deportes, los vendedores reciben a quienes se dirigen a la 16 Feria del Empleo de la Ciudad de México, organizada por el Gobierno del DF a través de la Dirección General de Capacitación y Empleo (DGEC).
La asistencia llega a los miles. Entre el 16 de julio y el 14 de agosto, 23 mil 650 personas se registraron por internet, informa Olivia Radilla, de la DGEC. De ese total, explica Gerardo Romero, director general de Empleo, Capacitación y Fomento Cooperativo de la Secretaría del Trabajo capitalina, se espera la concurrencia de 12 mil ciudadanos más la de aquellos que ingresen sin registro. “Vamos a llegar como a 15 mil, 16 mil asistentes”, calcula.
Algunos solos, en grupo otros, los más van vestidos de traje o listos como para una entrevista. Hombres y mujeres, las edades parecen ir de los 18 en adelante. Buscan una de las 12 mil 130 plazas ofertadas por las 173 empresas y siete instituciones presentes en la feria.
Acerca de las primeras —entre las que se encuentran Banamex, Cristacar Grupo Vitro, Grupo Financiero Inbursa, Telcel, Librerías Porrúa, Grupo ICEL, Grupo Televisa y CCPM—, Gerardo Romero asegura que se les demanda que ofrezcan prestaciones de ley y descarta que se haya suscitado algún problema por falta de seriedad. “Arriba del 40% —agrega— son empresas que cada feria participan con nosotros” y, además, las autoridades piden a los buscadores de empleo que se mantengan en contacto con la DGEC para dar seguimiento a los procesos de selección de personal.
“Les deseo mucha suerte”, repiten los encargados de dar la bienvenida a los asistentes. Informan también de las acciones que llevan a cabo las delegaciones para promover el empleo, entre ellas, cursos de capacitación y una feria del trabajo dedicada a las mujeres que se realizará el próximo 4 de octubre en Magdalena Contreras.
Romero, por su parte, anuncia que en ese mismo mes efectuarán “una prueba piloto” de tres ferias del empleo regionales en Coyoacán, Iztapalapa y Cuauhtémoc. La finalidad, expone, es “acercar las empresas a la gente y así subir el índice de colocación”. De esa manera, añade, en 2008 podría proponerse en su programa operativo anual la celebración de exhibiciones similares a nivel regional y delegacional, además de las tradicionales ferias centrales de marzo y agosto.
El funcionario recuerda que el índice de desempleo del DF, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática (INEGI), es de 5.7.
Esa cifra, que es superior en casi dos puntos y medio al índice de toda la República para junio de 2007 (3.26), dice, se traduce en 239 mil capitalinos sin trabajo. Indica que de ese conjunto los más afectados son las madres solteras, la gente de la tercera edad, los discapacitados y, en especial, los jóvenes, por lo que se exhorta a las empresas a colaborar en el apoyo a esos sectores. Sin embargo —aclaró—, debido a que ante la ley esto no es obligatorio, sólo se trata de “una invitación”.
Úrsula Sandoval es una de esas jóvenes. Se enteró de la feria en el Palacio de los Deportes “por un amigo”. Recién egresada de la UNAM en la carrera de Informática, pretende un puesto como analista o consultora. Ya ha trabajado, pero en la oficina donde laboraba empezaron a retrasarles los pagos. Tuvo que renunciar.
Cree que encontrar empleo “es fácil”. De sus compañeros de generación, alrededor de 50% ya está colocado en alguna institución. Ella llegó a saber de dos o tres ofertas; sin embargo, como no satisfacían sus expectativas económicas y de crecimiento profesional, decidió dejarlas pasar. Sus amigos sí las tomaron. Por otro lado, reconoce que “es muy triste” ver que tanta gente necesita y busca trabajo. Al escuchar que las vacantes en oferta rondan las 10 mil, reacciona con sorpresa: “¡Son muy poquitas!”.
Uno de los impedimentos que ella ha encontrado es la trayectoria laboral: “Te piden que tengas 23 años, pero ya con dos de experiencia”. Fernando Gómez y César Santiago también se quejan de esa exigencia. “¿Cómo quieren que tengas experiencia si no te dan una oportunidad?”, se preguntan.
Son muy jóvenes, acaban de salir del bachillerato. Fernando, por ejemplo, quiere algo relacionado con Diseño Gráfico, la carrera que va a comenzar, pero ya le piden la licenciatura terminada. Por esa razón ha puesto los ojos en una plaza como capturista. César añade: “Capturista o cajero, algo que vaya acorde con la escolaridad”. Acerca de los sueldos comentan que “están más o menos, a ver si es cierto lo que dicen, porque ofrecen 3 mil, pero a tratar, otros dicen que por comisión”.
Marcelo Rojas, por su parte, no pertenece al sector de los jóvenes pero igualmente busca trabajo. Contador y con ocho meses desempleado, menciona que sí hay oportunidades, aunque en algunas ocasiones la edad es una limitante. A partir de los 40 ó 45 años, afirma, ya no contratan. Ha repartido ya varias solicitudes y currícula. Llenará un par de solicitudes más, dará una última vuelta a la feria para ver qué otras ofertas le interesan y, como muchos otros de los asistentes, como todos, espera tener suerte.

Wednesday, August 08, 2007

La ceguera humana

Sobra explicar cuán esenciales nos resultan los ojos. Millones de ciegos en todo el mundo demuestran que la vista no es estrictamente necesaria para vivir, pero su experiencia también enseña que, sin la capacidad observar lo que nos rodea, la existencia, en definitiva, no es la misma.
Así, no es difícil imaginar el shock para quien habiendo podido ver durante toda su vida de repente pierde esa facultad. Y tampoco lo sería pensar en las proporciones de ese golpe si la pérdida de la visión se extendiera a toda una comunidad.
En Ensayo sobre la ceguera (1995), José Saramago plasma esa situación y cuenta la historia de un país anónimo cuyos habitantes, repentinamente y sin razón aparente, son afectados por una invidencia blanca. Esa enfermedad sirve a Saramago (Azinhaga, Portugal, 1922) como eje para narrar una fábula sobre la humanidad, para reflexionar en torno a ella, al comportamiento individual y colectivo de mujeres y hombres en lo cotidiano lo mismo que en circunstancias límite.
Frente a un semáforo, en el cruce de una calle, un conductor se convierte en la primera víctima de la epidemia. A él habrán de seguirle el ladrón que, tras ayudarle a llegar a casa, le roba el automóvil, así como su esposa, el oftalmólogo con quien ésta lo lleva y todos los pacientes del médico.
Uno a uno primero y por grupos después, los ciegos van aumentando. En consecuencia, el Gobierno (así, con mayúscula), alertado del caso y temiendo el peligro de un mayor contagio, decide poner en cuarentena, bajo vigilancia del ejército y duras medidas de seguridad —que no de higiene ni de otros cuidados a la salud—, a enfermos e invidentes potenciales.
En el lugar del encierro, un manicomio abandonado, los ciegos, ayudados por la mujer del médico, la única que sin saber cómo o por qué se salva del “mal blanco” y logra colarse hasta ahí para ayudar a su marido, consiguen sobrellevar su estancia. Ella ve, los observa, nota sus sufrimientos, los guía muchas veces sin que se den cuenta; es, valga la expresión, una luz en sus albas tinieblas.
Su situación, no obstante, se complica conforme el número de recluidos supera la capacidad del local, el alimento tarda en serles suministrado o simplemente no llega y, más aún, cuando un grupo liderado por el poseedor de una pistola, y auxiliado por otro hombre que desde antes de desatada la epidemia ya era ciego y se ha adaptado a ese mundo, hace suyo el derecho de “administrar” la comida a cambio de injustos pagos. Con esto el autor nos recuerda que basta un puñado de patanes más abusivos que abusados y cuyo sentido de la autoridad es inversamente proporcional a su humanitarismo para que toda una colectividad sufra o de plano se vaya directo al carajo.
Bajo el yugo de esta dictadura, y aun después de librarse de ésta y de su encierro, los ciegos padecen vejaciones, pasan hambre, se enfrentan a la hostilidad del exterior y, en especial, se ven reducidos a seres que, movidos casi enteramente por las necesidades primarias, por la búsqueda de la supervivencia, parecen perder lo que los hace humanos.
“Dios santo, qué falta nos hacen los ojos, ver, ver, aunque no fuese más que unas vagas sombras”, tal es el grito desesperado que ya en el primer cuarto de la novela el narrador cree escuchar de las víctimas del mal blanco. Quien relata, por otra parte, lo hace principalmente desde la distancia de la tercera persona, aunque para mérito del texto, a través de la introducción esporádica del pronombre nosotros, obtiene la complicidad del lector al hacerlo partícipe no sólo de la historia sino de las reflexiones que de ella surgen. Para muestra el siguiente fragmento:
“Los buenos y malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo, se supone que de forma bastante equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro, incluyendo aquellos, infinitos, en los que ya no estaremos para congratularnos o para pedir perdón, hay quien dice que eso es la inmortalidad de la que tanto se habla [...]”.
En la narración, igualmente, en un estilo que han imitado autores como la colombiana Laura Restrepo en su novela Delirio, o similar a El amante de Janis Joplin del mexicano Élmer Mendoza, Saramago renuncia a un uso ortodoxo de los signos de puntuación tal vez a cambio de alcanzar más fluidez y una impresión de mayor naturalidad en los diálogos. Esta característica, asimismo, da al autor la posibilidad de insertar comentarios entre las intervenciones de los personajes con gran velocidad.
En suma, forma y fondo hacen de Ensayo sobre la ceguera, probablemente el libro más conocido del Nobel de Literatura portugués, una novela sólida, una historia conmovedora al tiempo que crítica sobre —como en la obra de André Malraux— la condición humana. La hacen también una reiteración de que la invidencia de hombres y mujeres, metafóricamente hablando, va más allá de una incapacidad física. Y la hacen, por último, a pesar de actitudes sanamente realistas o comprensiblemente escépticas, un aliciente para quienes, aun a contracorriente, nos empeñamos en tener esperanza en la humanidad o, cuando menos, en algunos de sus miembros.

FICHA BIBLIOGRÁFICA:

SARAMAGO, José. Ensayo sobre la ceguera [1995]. México, Punto de Lectura, 2004.